Los silos urbanos vuelven a ser motivo de reclamo de la comunidad educativa
El Colegio San Martín renovó su reclamo de larga data por los olores nauseabundos que soportan provenientes del cereal almacenado y que se tornan insoportables con la humedad. En el patio de la escuela ya no hay bicicletas pero los silos condicionan su uso.
Este año lectivo, el Colegio Superior San Martín tomó la decisión de que tanto bicicletas como motocicletas de alumnos y docentes se estacionen fuera las instalaciones del colegio.
De esta manera, dejó de ser uno de los pocos colegios de nivel secundario y superior que permitía que el alumnado resguarde su vehículo dentro de la institución y dejó libre el patio frontal. Sin embargo, la medida no tuvo el resultado esperado y los silos lindantes parecen ser la causa.
Las autoridades del colegio informaron que "los estudiantes plantean que al dejar las motocicletas estacionadas frente al colegio tienen que pisar el agua estancada de la calle" que proviene de la actividad de almacenamiento de granos en el exMolino Río de la Plata, ubicado en 25 de Mayo y Vélez Sarsfield, lindante al edificio escolar que alberga a unos 1.500 alumnos.
Los directivos renovaron el reclamo de mayores controles en torno a la contaminación que generan los silos y las quejas constantes por el polvillo y mal olor mantienen vigente el debate acerca de la conveniencia de retirarlos del centro de San Francisco.
Se agrava con la humedad
El reclamo por el olor que emanan las semillas -principalmente, fermentadas- no es de ahora, pero la humedad persistente en los últimos días lo trajo de vuelta.
Asimismo, en el último año se sumaron al reclamo las entidades ambientalistas y proyectos de la oposición para que el Ejecutivo municipal gestione el traslado progresivo de la firma Carlos Boero Romano, motivados por el derrumbe en los silos adyacentes al San Martín ocurrido en abril de 2018.
La directora del colegio, Silvana Romagnoli, reconoció que hay quejas "a diario" por olores nauseabundos y agua en estado de descomposición sumado al riesgo que representa la presencia de roedores en las inmediaciones de los silos.
Romagnioli alegó "la falta de convivencia" entre el colegio y el molino. "Nosotros intentamos tener buena convivencia pero esto no es posible, frente a las dificultades que tenemos para el normal desenvolvimiento de las tareas en la escuela por las incomodidades que nos generan las tareas que desempeñan en los silos", dijo.
Y pidió mayor atención a la implementación de normas de higiene y seguridad.
Silos en la escuela, un reclamo sin fin
Olores nauseabundos
"Hay cuestiones que podrían ser atendibles", sostuvo la directora, y apuntó directamente a los olores nauseabundos, los que obligan a que en ocasiones, la clase deban mudarse de aula.
"Hay momentos del año en que los olores se hacen realmente insoportables, a punto tal que los estudiantes no pueden estar en las aulas ubicadas en cercanías de la pared lindante porque no se soporta el olor", ejemplificó.
"Nuestra escuela tiene una alta población estudiantil, utilizamos todas las aulas y es complicado disponer de otros espacios para dar clases", afirmó Romagnoli.
Actualmente el Colegio San Martín tiene una matrícula de 1.104 estudiantes en el nivel secundario mientras que el nivel superior cuenta con 425, lo que implica una población estimada en algo más de 1.500 alumnos en un edificio que se encuentra abierto entre las 7.30 y las 23.50.
La directora del colegio, Silvana Romagnoli, reconoció que hay quejas "a diario"
Polvillo en el aire
La directora comentó asimismo que el polvillo en suspensión en el ambiente "es también algo insoportable". Dependiendo de las tareas del molino, la incomodidad gira entre el mal olor o el efecto del polvillo.
Las autoridades del colegio mantuvieron reuniones con representantes de la firma molino Río de la Plata. "Ellos me explicaron que trataban de controlar esta situación pero que existía un tema con unos depósitos subterráneos que suelen inundarse en días de lluvia. Más allá de eso, el agua en la calle está siempre lo que muestra que no hay una solución", indicó Romagnoli.
Esperan una obra
Entre las gestiones realizadas durante los últimos años en relación a la situación entre el colegio y el molino, la directora explicó que en una oportunidad "les habíamos preguntado a la gente de allí si tenían pensado irse en algún momento a otros lugar y la respuesta fue una sola: nunca nos vamos a ir".
Opinó que "si bien la estructura podría quedar aquí, sería bueno que se trasladen a otro sitio para que podamos librarnos de esta molestia".
Pese a la negativa de trasladarse, "las personas del molino me dijeron que iban a tratar de resolver las cuestiones que tenían pendientes como el agua y el polvillo mediante una obra de cerramiento pero hasta el momento no ha pasado nada".