Lomos de burro, incómodos pero muy necesarios
La imprudencia de muchos conductores que optan por no respetar las normas de tránsito va de la mano con la cantidad de pedidos que llegan al Concejo Deliberante para su construcción en determinadas zonas. Su uso y fisonomía cambiaron a lo largo del tiempo.
Por Ivana Acosta
Los accidentes y la alta velocidad por encima de lo permitido son dos de los factores frecuentes por los cuales las municipalidades eligen poner reductores de velocidad en las calles.
Estos son de todo tipo, plástico PVC, cemento y hasta muestran líneas blancas y amarillas para ser detectados pese a que previo a toparse con ellos debe haber una señalización mediante cartelería.
Más allá del modelo utilizado, todos cumplen la misma función: ordenar el tránsito y disminuir los riesgos que el exceso de velocidad conlleva en la vía pública. Y pese a que suelen ser incomodos o molestos, su presencia responde ni más ni menos que a paliar una inconducta frecuente en muchos automovilistas y motociclistas que ignoran las normas de tránsito, por ejemplo el respeto a la velocidad máxima estipulada legalmente. Por eso su presencia otorga tranquilidad para quienes viven en los sectores donde se fueron instalando y frecuentemente llegan estos pedidos al Concejo Deliberante.
Las formas y la ley
Esta semana, en tanto, un grupo de vecinos de barrio Hospital puso de manifiesto que los lomos de burro colocados en el cruce de calle Rufino Varela "son demasiado altas" y pueden averiar la parte delantera de los vehículos, razón por la cual el municipio se comprometió a modificarlos. Pero la forma en que fueron montados en este sector no es única.
En San Francisco existen una serie de ordenanzas donde se faculta al Departamento Ejecutivo para construir reductores de velocidad donde se lo considere pertinente, en base a una estructura determinada.
En
avenida 9 se Septiembre, los reductores surgieron tras un grave accidente
Dispersos en la ciudad
Los reductores de velocidad existen en distintos puntos neurálgicos de San Francisco, y también de distintas clases e incluso las motivaciones detrás de su colocación no son uniformes.
Estos detalles están contenidos en la ordenanza municipal 6.103 del año 2011, donde se establece que los reductores de velocidad serán de "cemento, 50 centímetros de ancho y 3 de alto".
Una rápida recorrida y análisis visual de los mismos da cuenta también del tiempo que llevan incorporados al paisaje urbano sanfrancisqueño. En el ingreso a la calle Primeros Colonizadores, los reductores están combinados entre los de cemento angostos y después los de PVC plástico.
Sin embargo en otros sectores como el de barrio San Martín, en Av. 9 de Septiembre y General Paz, calle Rufino Varela y avenida Trigueros, la fisonomía de las lomadas cambia. Son más anchas, fueron pintadas con líneas blancas y amarillas para facilitar la identificación en cualquier momento del día y condición climática.
Cómo y cuando son necesarios
El Concejo Deliberante, a través de la comisión de Tránsito, es el encargado de analizar los pedidos que entran al organismo legislativo en torno a la posible colocación de semáforos, reductores de velocidad o cualquier otra situación que en torno a esta temática.
El presidente del bloque de Unión por Córdoba e integrante de esta comisión, Mario Ortega, explicó cómo se tratan estas cuestiones: "Existen dos ordenanzas marco que le permiten al municipio instalar por un lado reductores de velocidad, la otra es complementaria e indica cuáles son las características constructivas que deben tener", especificó a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Una vez elevado el pedido al Concejo, entra a la Comisión de Tránsito y se evalúa la conveniencia o necesidad de implementarlo y "como es una cuestión técnica también interviene la Dirección de Policía Municipal". Después se emite un dictamen favorable o no. Antes, el cuerpo legislativo debía autorizar al Departamento Ejecutivo.
"Los pedidos de nuevas instalaciones llegan permanentemente pero lleva tiempo estudiarlos y no todos tienen una posibilidad efectiva de realizarse", aclaró Ortega.
Asimismo agregó que existen zonas puntuales donde los pedidos son recurrentes como en el norte de la ciudad y en cercanías al barrio 20 de Junio, entre Bv. Roca y Juan de Garay.
"Ahí se instalaron semáforos y la gente, autos, camionetas y camiones usan calles de tierra para evitarlos. Entonces los vecinos del sector los piden porque son espacios donde normalmente antes no había tanto tráfico", detalló.
Pasaje
Poeta Lugones. Los reductores de PVC son "peligrosos" advirtió un especialista
Defienden la utilidad
En la ciudad los reductores de velocidad fueron puestos por distintas motivaciones, en todas la preocupación de los vecinos es trascendental porque las normas de tránsito no son respetadas.
Tal es el caso de los ubicados en Av. Trigueros, que se colocaron luego de su pavimentación. El lugar se conecta con avenida Cervantes y, además, a pocos metros de allí está ubicada la escuela Ipem 96 "Bailón Sosa", con lo cual el tránsito por el sector tiene gran afluencia.
Lo mismo sucede con los colocados en calle Primeros Colonizadores que se conecta con Av. Rosario de Santa Fe y deriva al norte con distintos barrios cuya población creció exponencialmente en la última década.
Distinto fue el caso de la colocación años atrás de los lomos de burro colocados en Av. 9 de Septiembre esquina General Paz, motivados luego de un trágico accidente pero que después de su colocación también hubo accidentes trágicos.
En el caso de calle Rufino Varela - cuyo cruce ferroviario fue recientemente pavimentado por el municipio - la disconformidad no está en la colocación del reductor sino en la altura del mismo.
Desde el municipio afirmaron que esto será corregido, pero no pusieron en duda la utilidad del sistema. Así lo expresó el secretario de Gobierno, Gustavo Piscitello, consultado por este diario: "Las lomadas son aprobadas en el Concejo Deliberante a través de ordenanzas. Personalmente verifiqué el lugar y allí hay un cartel muy claro que dice 'Pare' y cuando se pasa con el vehículo a la velocidad que corresponde no hay ningún inconveniente para transitarlas".
Respetar las normas
Guido Tunissi, especialista en materia de seguridad en el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), dio su parecer sobre este tipo de elementos como ordenadores de tránsito.
Tunissi resaltó ante todo que "lo ideal" es que "la gente baje la velocidad de circulación" y que en todo momento debe indicarse al conductor que hay una loma de burro próxima para que pueda reducirla.
No todos los municipios tienen en su normativa una reglamentación establecida en torno a cómo y con qué materiales deben construirse lo reductores. La ordenanza 6.526 establece que serán de cemento o tierra según el contexto donde se construyan con la señalización vertical y horizontal correspondiente.
En este sentido hay que aclarar que la operatividad de la norma se implementó desde 2014 en adelante, ya que ese fue el año en que se aprobó.
De cemento o plástico
Tunissi dio su parecer respecto de cuál es el material y forma más adecuada al momento de instalar reductores de velocidad. "En muchos lugares - describió - se implementan los de material plástico que son más pequeños". E indicó que "pueden estar en cualquier lugar siempre y cuando estén bien señalizadas".
Respecto de su efectividad expresó que cuando se implementan "la gente disminuye la velocidad obligatoriamente" y que "una lomada de cemento insume menos gastos" pero cualquiera sea su formato "requieren mantenimiento".
En cuanto a su longitud, este diario consultó al especialista en seguridad e ingeniero Hugo Gieco, quien comentó que en general lo más aconsejable desde Vialidad Nacional es "3 metros de largo por máximo y 7 centímetros de alto", aunque en algunos casos alcanzaron los 3,70 por 10.
En cuanto a la forma señaló que existe una justificación para construirla de esa forma: "Se hacen suaves y largas para que el vehículo no pegue un golpe y lo dañe, lo mismo con las motos y bicis. No pueden ser cortas y altas, sino largas porque de lo contrario nosotros estamos poniendo un obstáculo y generando peligro", explicó el especialista.
A esto debe añadírsele la pintura de color amarillo para que se pueda ver de noche y "40 metros antes debe señalizarse alertando al conductor de que existe". De lo contrario se genera una responsabilidad "para quien lo ordenó construir".
La otra modalidad, de PVC, "pega el golpe", sostuvo Gieco, aunque consideró que esa es una medida extrema para que se respete el límite de velocidad.