Las miradas sobre los refugiados en el mundo
Los campos de refugiados continúan creciendo en países muy pobres mientras los poderosos utilizan el problema como eje discursivo de sus intereses propios, sin tener en cuenta que están condenando así el destino de millones de seres humanos.
El informe anual de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur)
se difundió hace pocos días en todo el mundo. Allí se establece que casi 71
millones de personas están desplazadas de sus lugares de origen debido a
situaciones de violencia, guerras, crisis económicas severas y persecuciones en
todo el mundo.
Un primer análisis determina que este número es la cifra más alta desde que nació este organismo de la ONU tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un número que, según las propias autoridades de Acnur, no ha dejado de crecer desde 2011 y dibuja "un mundo de guerras irresueltas que esconde, además, una variante que hace aún más crudo el panorama: el de millones de personas acogidas en países pobres ante la falta de solidaridad de los países ricos.
Esto último es claro cuando se toma dimensión de que tan solo el 16% de los refugiados han sido admitidos en los países más desarrollados del planeta. Suena a contrasentido que la discusión en Europa y Estados Unidos sobre la recepción de refugiados tome el camino de aprovechamiento electoral de miedos o xenofobias cuando la mayoría de las naciones no son receptivas para con quienes padecen el drama de haberse convertido en refugiados. Más aún, según Acnur, países como Bangladés, Chad, República Democrática del Congo, Etiopía, Ruanda, Sudán del Sur, Sudán, Tanzania, Uganda y Yemen acogen el 33 por ciento de los refugiados de todo el mundo, pese a que combinados apenas tienen un 1,25 por ciento del PIB mundial.
Es preciso, por otra parte, tomar nota del número de refugiados registrado por este organismo multilateral. El total de la población de la Argentina apenas si supera la mitad de los refugiados registrados en el mundo. La dimensión que ha tomado este flagelo determina que se está frente a una situación de tintes dramáticos, signada tanto por los conflictos que le dan origen como por la hipocresía de muchas de las respuestas que se brindan para atenderlo.
Para más, es preciso señalar que el último informe de Acnur no incluye la magnitud del éxodo venezolano. En este caso, a finales del año pasado, 3,4 millones de venezolanos habían salido del país (los últimos datos dicen que ahora son más de 4 millones). Solo el éxodo sirio, que surge de un escenario bélico, es mayor: 6,7 millones de personas, sostienen varias publicaciones internacionales.
Entonces, revisar las concepciones que se tienen sobre el tema es un imperativo. Porque los dramas de las guerras regionales y del hambre están generando movimientos migratorios enormes que no son atendidos como corresponde por la comunidad de naciones. Los campos de refugiados continúan creciendo en países muy pobres mientras los poderosos utilizan el problema como eje discursivo de sus intereses propios, sin tener en cuenta que están condenando así el destino de millones de seres humanos.