La sombra del desempleo y el valor del trabajo
Es imprescindible reclamar por la carencia de oportunidades laborales y la falta de políticas para defender la dignidad del hombre trabajador, algo que supera todas las instancias de debate, que es obligación de cualquier gobierno y tiene validez universal.
El empleo registrado retrocedió 1,4% en
noviembre respecto al mismo mes del año anterior, con una pérdida de 172.200
puestos de trabajo, informó la Secretaría de Trabajo de la Nación. En lo que
hace a los datos de noviembre respecto a octubre, la caída fue de 0,2%, lo que
implica 24.700 empleos menos y en términos mensuales desestacionalizados, la
destrucción de empleos fue del orden del 0,3%, unos 38.100 puestos de trabajo.
Los datos son elocuentes. El desempleo creciente es una manifestación palpable de la crisis que se vive, originada en los desaciertos en la política económica aplicada y también de las condiciones de desencuentro que se viven en la Argentina, donde sigue siendo una utopía la posibilidad de acordar un número acotado de temáticas que se transformen en políticas de Estado permanentes.
Según el informe de área de empleo de la cartera productiva, la variación mensual del total de trabajadores registrados se explica principalmente por la caída del sector privado. En ese sector, en noviembre de 2018 se contabilizaron cerca de 6,2 millones de asalariados registrados, de acuerdo a lo estimado por el Ministerio de Producción y Trabajo. La cantidad de asalariados privados se redujo en 117.700 (-1,9%) con respecto a noviembre de 2017 y en 32.200 (-0,5%) con respecto a octubre de 2018. En este punto, la caída de puestos de trabajo en la construcción (-4%) se destaca porque este sector es uno de los indicadores más potentes a la hora de analizar el nivel de actividad económica.
Quien haya sufrido, aunque haya sido momentánea, la "calamidad social" -en palabras de Juan Pablo II- que significa el desempleo conoce a fondo las consecuencias nefastas que deben atravesarse, especialmente porque la dignidad humana se cae a pique. Por ello, no alcanzan ni hoy ni nunca las promesas de que se estará mejor en el futuro próximo. Quizás la recuperación llegue pronto, pero los barquinazos de la economía argentina de las últimas décadas obligan a estar alertas siempre a los trabajadores cuyos empleos penden de un hilo cuando la recesión acecha.
Debe admitirse que, a diferencia de lo ocurrido hace pocos años, los organismos oficiales admiten la pérdida de puestos laborales y difunden estadísticas al respecto. Y que es verdad que el esquema actual de la legislación en la materia, así como la acción de algunas corporaciones, obstaculizan los procesos de crecimiento y reconversión laborales. Pero es imprescindible reclamar por la carencia de oportunidades de trabajo y la falta de políticas para defender la dignidad del hombre trabajador, algo supera todas las instancias de debate, que es obligación de cualquier gobierno y tiene validez universal.