La sencillez del verdadero maestro
La resignificación del rol docente debe comenzar con que la sociedad vuelva a otorgar valor central al conocimiento. También con la estabilidad socioeconómica de los maestros, a la readquisición del prestigio que su rol supo ostentar y al apoyo sin claudicaciones de todos los sectores, en especial la familia, a la diaria tarea de enseñar.
Recordando la insigne figura de Domingo Faustino Sarmiento, se celebra
hoy el Día del Maestro. El homenaje de hoy debe reivindicar al educador más
importante de la historia argentina, cuya figura fue desvirtuada por un erróneo
revisionismo que se ubicó en el extremo contrario: de enaltecerse su imagen
hasta igualarlo con el bronce, se pasó a destrozar su ideario y sus acciones e
incluso ignorar su aporte esencial al sistema educativo argentino.
De blancos y negros conoce y mucho la historia argentina. Sin embargo, se torna esencial encontrar el punto medio para debatir sobre la figura de Sarmiento. Y también para encontrar el camino que permita revertir la cuesta descendente en la educación argentina. Este sendero se retomará si se vuelve a las fuentes. Es decir, a la reasignación del verdadero rol que un maestro desempeña en la sociedad, a establecer como prioridad una formación docente de prestigio y calidad y a tener conciencia social en torno a las bondades de la educación como resorte central en la consecución de la igualdad de oportunidades y la movilidad social.
Sin dudas, la resignificación del rol docente debe comenzar con que la sociedad vuelva a otorgar valor central al conocimiento. Pero también con la estabilidad socioeconómica de los maestros, quienes tienen derecho a un nivel de vida austero pero sin sobresaltos, a la readquisición del prestigio que su rol supo ostentar y al apoyo sin claudicaciones de todos los sectores, en especial la familia, a la diaria tarea de enseñar. No son éstas cuestiones imposibles de lograr. Es más, bastante se ha avanzado en el retorno a aquellas situaciones donde la palabra del docente era respetada y encontraba eco en alumnos y sus familias.
Es verdad que los tiempos han cambiado, pero la centralidad de la tarea educativa se mantiene inalterable. La educación es hoy considerada como un derecho de cada persona, aun cuando muchos sectores todavía no lo visualicen. La obligatoriedad de la enseñanza secundaria es un avance notable, pese a que resta mucho por hacer para que se plasme en una realidad concreta. El contexto en el que se mueve la escuela es distinto pero en él perdura la esencia de aquella cruzada educativa que supo sobrepasar las fronteras del país.
En este marco, en nuestra ciudad, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) llevará a cabo la entrega de las distinciones "Mi maestro inolvidable" en el marco de la conmemoración del Día del Maestro. Y sus autoridades eligieron a Eusebio "Tito" Lamberti, para que reciba dicha distinción por su aporte a la formación de miles de jóvenes y niños, ya sea desde su trabajo como portero en el Colegio Superior San Martín, como así también desde los diferentes desafíos que enfrentó a lo largo de su vida y que dejaron una huella en los que lo conocieron. El homenaje a "Tito" Lamberti resume cualquier frase grandilocuente o elogio que pueda hacerse a la figura del maestro. Porque encarna el regreso a un principio fundante de cualquier ámbito educativo: se enseña impartiendo conocimientos, pero la humildad, la sencillez y el ejemplo de vida son consustanciales a esta bendita tarea.