La máxima expresión cultural del país
Mientras en estos días se desarrolla en Buenos Aires la 45° edición de la Feria Internacional del Libro, las crónicas remarcan la importancia del libro como insumo básico del crecimiento personal y social. Su repercusión quizás sirva para que muchos levanten la vista hacia algún anaquel y desempolven algún ejemplar ajado y quizás derruido, pero muy vivo por la riqueza de las palabras allí alojadas.
Con más de 1.000 actividades programadas, casi tres semanas de
duración, más de un millón de visitantes proyectados y más de doce mil
profesionales del libro desplegados en una superficie que supera los 45.000
metros cuadrados se está llevando a cabo en Buenos Aires la 45° edición de la
Feria Internacional del Libro. El predio de la Sociedad Rural Argentina, en el
barrio porteño de Palermo, es otra vez la sede esta fiesta cultural que seguirá
hasta el 13 de mayo.
La trascendencia cultural y social de una de las ferias del libro más importantes del mundo está fuera de discusión. Las principales editoriales se ufanan por competir en lanzamientos y propuestas de novedades académicas y literarias, así como el evento se transforma en caja de resonancia de numerosos ámbitos de la vida argentina. Este año, seguramente, la política tendrá aquí sonadas repercusiones.
Es verdad que los editores quieren vender libros en la feria. Lo hacen y admiten que es el tiempo en el que más ventas tienen. Sin embargo, el acontecimiento anual que congrega al mundo literario en Buenos Aires lejos está de ser solo un hecho comercial. La cultura y la educación siguen teniendo, pese a los pronósticos agoreros, al libro como máxima referencia. Y los nuevos medios tecnológicos llegaron para completar la posibilidad de que el acceso masivo al conocimiento no sea hoy una utopía.
La Feria del Libro reactiva la avidez de las personas en las propuestas culturales. Como lo afirmó uno de sus organizadores hace algunos años, "tratamos de que el lector se energice culturalmente para que el resto del año esté buscando los libros que vio y para que esté en contacto con muchas experiencias culturales, porque no sólo se promueve el libro sino también el cine, el teatro y todas las manifestaciones artísticas". Una feria como usina de contagio que sirve, digamos, para dar ganas".
En épocas en los que se discute cómo promover la lectura y de qué manera las nuevas generaciones deben desarrollar la capacidad de comprender e interpretar los textos, estos eventos adquieren importancia significativa. Y demuestran que no está perdida ni olvidada la idea que ratifica un postulado esencial: no hay futuro promisorio sin un pueblo educado y con pautas culturales arraigadas.
Las crónicas que en estos días se publicarán en torno al acontecimiento cultural más importante de la Argentina remarcarán la importancia del libro como insumo básico del crecimiento personal y social. La repercusión mediática de la Feria quizás sirva para que muchos levanten la vista hacia algún anaquel y desempolven algún ejemplar ajado y quizás derruido, pero muy vivo por la riqueza de las palabras allí alojadas.