La huerta, una terapia que conecta a los abuelos de Arroyito con sus raíces
En el hogar de ancianos municipal Juan XXIII, los residentes cosechan sus propios alimentos y hacen jardinería. A través del programa de terapia ocupacional, incentivan el bienestar de los adultos mayores, vinculándolos con sus historias de vida.
El contacto con la naturaleza es beneficioso para cualquier ser humano, pero más aún para los adultos mayores que se ven muchas veces limitados en su actividad física. En el hogar de ancianos municipal Juan XXII de la ciudad de Arroyito encontraron en la huerta y jardinería una terapia que ayuda al bienestar de los abuelos y los conecta con su historia ocupacional.
"La mayoría de los hombres han sido peones de campo, boyeros o tenían trabajos rurales, mientras que las ama de casas, trabajaban la tierra en su hogar, cultivaban frutales en sus jardines, por eso nace este proyecto en el hogar", señaló la terapista ocupacional Lucila Gagneten.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, la profesional que trabaja en el hogar de ancianos explicó que "justamente la terapia ocupacional busca realizar actividades que sean significativas para ellos y que estén vinculadas a su historia de vida, para que realmente sea algo que hagan con ganas y entusiasmo".
Mantener la mente ocupada
Gagneten comentó que la huerta funciona desde el 2004 pero que "en un primer momento se hacía en los canteros del hogar y fue muy difícil sostenerla en el tiempo porque la gramilla invadía, los abuelos no podían mantenerla- por sus limitaciones físicas- y se terminaban desalentando".
Por ello fueron en cierta manera pioneros de lo que se denomina huerta en altura, a través de cajones que permiten a los abuelos trabajar sentados, o parados, o de manera combinada de acuerdo a sus capacidades y comodidad.
En este sentido, la terapista precisó que "este año el municipio nos hizo dos cajones más por lo que ya disponemos de cinco; también el piso de cemento y la estructura para montar- en caso de ser necesario- una mediasombra".
Gagneten aclaró que no se trata de un trabajo sino de ocupar el tiempo libre y lograr que se activen. En lugar de estar quietos y pensando en cosas tristes, transformarlo en una ocupación que los reconforta y beneficia su salud física y emocional".
"Conmigo tienen tres días por semana, dos horas. Le vamos buscando la vuelta de acuerdo al clima. Todos tienen diferentes roles asignados que se van combinando y lo hacen con gran motivación e interés", precisó.
Cosechar sus propios alimentos
Todas las verduras y hortalizas que cosechan los abuelos es destinada al consumo propio en el hogar. "Mantenemos equilibrio entre las verduras y hortalizas, pero también empezamos a producir algunas semillas de flores. En los canteros del frente reproducen caléndulas, simios y aromáticas", puntualizó la profesional.
Asimismo comentó que esto demandó de una capacitación constante por su parte que incluyó cursos de Inta sobre huerta y jardinería.
"La huerta funciona sola porque es algo muy importante para ellos y se ve en sus rostros la felicidad de cosechar sus propios alimentos", destacó.
También el compost
En cuanto a los recursos para iniciar una huerta, Gagneten reconoció que lo más caro es la tierra, por ello, desde el hogar elaboran el compost a través de la recolección de los residuos orgánicos que allí se generan y que alimentan a la colonia de lombrices californianas que fueron donadas por un ingeniero agrónomo del Inta.
"Como en el lugar también criaban cobayos, con ese abono se preparó la tierra tanto para la huerta como para el jardín. Hace años lo tenemos debajo de la planta de mora", dijo.
"Permanentemente cada uno de los abuelos son estimulados a través de distintas terapias que el gabinete de profesionales les va proponiendo", concluyó.