La historia de Luis, un periodista y docente mendocino que hizo pie en Rusia
Luis Fader es un mendocino que llegó al país organizador del Mundial por amor e intriga. De comunicador social en la tierra del sol y el buen vino, a docente bilingüe y escritor, con esposa e hijos, en una de las urbes más importantes de Europa.
Por Luciano Olivero (Enviado especial a Moscú).- La historia humana es intrigante, plena de riesgos, desilusiones y esperanzas. Lo es ahora, lo ha sido siempre. No faltan en ella dolor e injusticias, pero aun en las lágrimas se teje la alegría. A pesar de los horrores de las guerras y las tiranías, el ser humano no pierde la convicción de que los muros siempre caen y de que la libertad es la única revolución permanente.
Experimentar, conocer y expandirse "hasta las estrellas", "ir más allá de sí" al galope del impulso para ser mejores, anima los pasos humanos hacia nuevos horizontes de dignidad y realización.
Así parece resumirse la historia de Luis Fader, o al menos parte de ella, desde el partir de sus raíces hasta este hoy impensado e inesperado presente.
Fader es un mendocino que decidió un día aprender ruso en la tierra de los mejores viñedos. Su intriga lo insertó en internet, donde no solo conoció detalles de su nueva lengua sino que además, conoció a una mujer, Elina, actual madre de sus dos hijos. Este comunicador social se animó al desafío y se vino a la otra punta del mundo en busca de trabajo.
Su intriga por los idiomas y su amor por la docencia lo fueron enfrentando a desafíos que lentamente fue superando, hasta ser uno más entre ellos, los rusos, dueños de un estilo de vida muy diferente.
-¿Cuándo y por qué decidís venir a Rusia?
Yo quería aprender ruso, entré a un sitio y ahí me metí en este mundo. Yo descargaba música en una página rusa, por eso decidí aprender el idioma. Cuando empecé en un sitio conocí a Elina, mi actual mujer. Empezamos a hablar, casi nueve meses, hasta que ella me invitó a venirme.
-Y le hiciste caso.
La idea original era pasar un mes solamente en Moscú, pero eso nunca pasó. Yo no tenía en mente cambiarme de país, hacer eso es un desafío grande, menos a Rusia, acá no se habla inglés o italiano o portugués. El ruso es muy diferente, tiene un sistema de gramática muy distinto al que estamos acostumbrados. Me llevó tiempo, casi un año, pero desde que llegué todos me enseñaron, fui aprendiendo lentamente pero lo conseguí. Igual hasta el día de hoy lo sigo estudiando, incluso leyendo literatura rusa, y puedo decir que lo domino como se debe.
-Llegaste con una base de periodismo. ¿Después cómo siguió?
Al principio pensé en trabajar en lo que sea. Primero me enamoré por completo y comprendí que Elina era mi camino, entonces al pensar alternativas (incluso llegó a pensar en trabajar en la construcción) estaba dispuesto a todo, pero después con el tiempo mi base de comunicador social me daba una expresión correcta y un conocimiento cultural, por lo que busqué ir por ese lado, estudiar idiomas y aprender para luego educar.
-Te transformaste en docente.
Empecé lentamente a dar clases de español, a la gente de acá le gusta viajar a España y siempre se interesa en aprender el idioma. Eso fue mi principio, después empecé a estudiar portugués, italiano y así abrir otros caminos. Enseñar estos idiomas, encaminándome por la docencia de las lenguas, incluso le he enseñado ruso a extranjeros.
-¿Aprender lenguas es aprender la cultura de otros países también?
Exactamente, esa es la parte más interesante. Cuando hablás una lengua extranjera necesitás expresarte igual a lo que se expresa un nativo y eso es difícil, trasmitir esa concepción. Pero a la vez es interesante, me pasa habitualmente, trasladar la mentalidad del ruso a otras personas es complicado.
-¿La lengua y los idiomas te hacen tener intereses en común con tu mujer?
Sin dudas y eso es muy lindo, cada vez que sale un trabajo uno corrige al otro, nos revisamos en las traducciones, nos aconsejamos cómo escribir o cómo decirlo, estamos todo el tiempo juntos, somos pareja y colegas.
-¿Dónde trabajás actualmente?
Estamos asociados con escuelas, pero la mayoría de mis estudiantes son particulares, tengo grupos donde enseño, algunas compañías para las que trabajo, algunos estudian por trabajo, otros por viajes; lo interesante es que no buscamos clientes sino que nos recomiendan y así vamos creciendo, enseñando o traduciendo.
-Enseñar legua en un país donde no se habla tu lengua es un logro extraordinario.
Me enorgullece eso que decís, como proyecto personal creo que logré mucho y sin tenerlo planeado. No pensé nunca dedicarme a esto, pero con el correr del tiempo me siento un representante del español y de otras lenguas, pero especialmente, un trasmisor de nuestra lengua, creo que aún me queda mucho por aprender.
Una vida, una familia
-Luis, ¿tus hijos conocen Argentina?
No, por eso lo lindo de este Mundial. Es que ellos comprobaron que Argentina es real, pudieron ver que el español no es una lengua ficticia. Hasta ahora para ellos era un mundo lejano, pero ahora conocieron todo, vieron argentinos con la camiseta que ellos también tenían puesta, eso me encantó, provocar el contacto de mis hijos con mis raíces.
-Y a vos, ¿qué te provocó esto de la llegada de muchos argentinos?
Felicidad, pude compartir cosas, recibir regalos de argentinos que me contactaron, la verdad es que paso días interesantes y muy lindos.
-¿Qué extrañas?
Estoy feliz de haber nacido en Argentina, nuestro país me brindó muchos valores humanistas, si hubiese nacido en otro lado no me sentiría así, Argentina me trasmitió el respeto por los derechos humanos, la tolerancia, incluso, sentir a valorar a otras personas, muchas cosas que en otros países no existen, amo la literatura Argentina, trasmito todo lo de mí país y extraño todo siempre.
-Elina: ¿qué significa para ustedes el Mundial?
Estamos felices, los rusos lo esperaron con muchas ganas. Somos cerrados pero esta visita de extranjeros nos hace bien, es un ambiente muy alegre, incluso veo a Moscú diferente, con mucho color, con mucha alegría, los rusos increíblemente caminan con cara de felicidad, la que nunca tienen.