La guerra en Yemen "está devastando a la población" afirma médico cordobés que vive el horror del conflicto
Andrés Carot pertenece a la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).
El cirujano cordobés Andrés Carot trabaja desde noviembre pasado en un hospital de Yemen, un país sumido en una de las peores guerras de la actualidad, y desde allí contó en primera persona el horror de un conflicto "que está devastando a la población" de la nación más pobre del mundo árabe.
En 25 años, Yemen, un país de 27 millones de habitantes ubicado en el sur de la Península Arábiga, sufrió una guerra civil, uno de los episodios más intensos de la llamada Primavera Árabe, un levantamiento armado separatista, un conflicto regional y una campaña de bombardeos estadounidenses en curso.
Fue en este territorio donde el flamante presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envió drones sin piloto -en sus primeras 24 horas como mandatario- que mataron al menos a 66 personas en diferentes bombardeos.
En medio de esta situación, el lado B de la humanidad resurge y aparecen personas que arriesgan sus vidas a diario para salvar otras.
Uno de ellos es Carot, de la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), un cirujano egresado de la Universidad Nacional de Córdoba que con 38 años ya trabajó en 15 misiones humanitarias.
"Es muy importante que sepamos lo que está pasando aquí y tomemos conciencia de lo que significa el ataque deliberado a la población civil y la falta de respeto fulminante a la ley internacional humanitaria -como ataques a hospitales, mercados, escuelas- que ocurren en Yemen ahora mismo, la guerra está devastando a la población del país", contó Carot en diálogo con Télam.
Según estima MSF, en este conflicto que se inició en marzo 2015, unas 10.000 personas murieron y unas 30.000 resultaron heridas, pero es probable que los números reales sean mucho más altos. Sólo MSF trató a "más de 51.000 heridos", dijo Carot.
"Los ataques aéreos, las bombas y los combates en las calles de zonas densamente pobladas están causando muchas víctimas civiles y daños, incluida la infraestructura médica, de agua y saneamiento y energía. Además, hay más de 3 millones de personas desplazadas, y el 80% de la población necesita ayuda humanitaria para subsistir", contó.
Este cirujano sin fronteras participó en misiones humanitarias en Nigeria, Haití, Afganistán, India, Sierra Leona, Sudán del Sur, Siria y Etiopía antes de recalar por segunda vez en el Hospital de Abs, una pequeña localidad de la provincia de Hajjah, en el noroeste de Yemen, donde MSF es la única organización médica internacional presente.
"Este último tiempo las actividades médicas tuvieron que ampliarse porque las necesidades de salud de las poblaciones crecieron más que nunca; todas las partes involucradas en el conflicto utilizan una excesiva violencia que afecta desproporcionadamente a los civiles", resaltó Carot.
Con un sistema de salud colapsado, que "ya era muy débil antes del conflicto", el Hospital de Abs, además, fue blanco de uno de los peores ataques aéreos el 15 de agosto pasado en el que murieron 19 personas y 24 resultaron heridas.
"Fue el ataque más devastador que MSF ha sufrido en Yemen", dijo.
"Después de ese hecho lamentable, MSF retiró sus equipos; pero siguió ayudando al hospital; hace dos meses pudimos regresar y ahora es el único centro de salud de la zona", contó.
En su labor diaria, Carot junto a otros médicos reciben a pacientes civiles que necesitan "acceso urgente", y "estamos empezando a recibir personas que vienen de muy lejos desde que escucharon que volvimos", dijo.
Pero a veces -relató el cirujano- "las familias tienen que elegir entre llevar a un hijo al hospital o tener comida para toda la familia. La población civil está pagando un precio muy alto en este conflicto".
Según datos de Unicef, el número de niños que sufren desnutrición severa aguda se triplicó desde 2014 y pasó de 160.000 a 462.000. Justamente, Carot sostuvo que es preocupante "el creciente número de casos de malaria y desnutrición por el aumento de los niveles de pobreza y la falta de acceso a comida".
"Abrimos una sala para niños y niñas con desnutrición severa a principios de diciembre y rápidamente llegó a su capacidad máxima", explicó.
"La gran mayoría de las madres y los bebés que están a punto de nacer mueren o quedan con severas secuelas", cuenta Andrés Carot
Con respecto a la cirugía de emergencia, una de las que más realiza son cesáreas, "ya sea por trabajos de parto que se obstruyen, placentas que se desprenden, hipertensión y convulsiones como así también el estrés que produce la guerra en las mamás".
"Es difícil para las madres llegar a los pocos hospitales que quedan y recibir atención, también los profesionales sanitarios escasean y los cuidados durante el embarazo casi no existen. Entonces, muchas paren como pueden y donde pueden, y las que se arriesgan a transitar zonas peligrosas y tienen suerte de llegar a un hospital, generalmente lo hacen con patologías asociadas donde está corriendo peligro su vida y su embarazo", relató.
"Por eso aquí, como en la mayoría de los países en guerra, el nacimiento por cesárea aumenta; en estas drásticas situaciones, sin la posibilidad de cesáreas, la gran mayoría de las madres y los bebés que están a punto de nacer mueren o quedan con severas secuelas".
Carot recordó que hace pocas semanas nacieron por cesárea mellizos, y que la madre se encuentra en recuperación. En momentos como éste -agregó esperanzado- "siento que resistimos, que le vamos ganando a la guerra. No hay cosa que me dé más satisfacción que traer vida en estos contextos".