La fuerza de Paulina: tenía el 40% del cuerpo quemado, logró salir adelante y fue mamá
En su piel quedaron las huellas que dejaron las quemaduras que sufrió en un grave accidente cuando tenía 17 años. Paulina Palacios tiene hoy 30 y en 2004 sufrió quemaduras de tipo B -las más profundas y graves- en el 40 por ciento de su cuerpo, después de una larga recuperación, puede llevar una vida normal y celebra el milagro de ser mamá.
La piel es el órgano más grande del
cuerpo, que protege los músculos y órganos, cuando se quema en una gran extensión
quedamos expuestos a muchas enfermedades que incluso pueden ser fatales.
La quemadura grave puede ser devastadora, pero no sólo en el plano físico, sino también en el emocional, afecta no solo a la persona que lo sufre y a toda la familia. La recuperación suele ser larga y difícil.
Estuvo internada tres meses en el Instituto del Quemado de Córdoba, en estado crítico, al borde de la muerte, pasó por muchas operaciones -entraba al quirófano tres veces por semana-, tratamientos y terapias. Hoy, a 13 años del accidente, Paulina vive junto a su pequeño Amadeo, de 2 años, que llegó después de todo, como un regalo que demuestra que la vida siempre brinda nuevas oportunidades.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO Paulina brindó su testimonio, relatando cómo fue su recuperación, sus sentimientos y alegrías, con la intención de ayudar a quienes pasan por situaciones críticas.
"El hecho de que hoy esté bien, principalmente creo que fue por mi fe, eso me salvó, en ningún momento tuve en mente que me iba a morir, todo el tiempo estuve estimulada, diciendo que tenía que estudiar, que salir adelante. Fue un milagro y también influyó la atención de un buen equipo médico", aseguró.
Recordó que en ese momento "no tenía en cuenta la gravedad de lo que pasaba, no tomaba dimensión. El equipo médico que me atendió fue muy bueno, no era solo la atención médica sino que todo el tiempo me mantenían animada, eso fue muy importante para mí".
"El tiempo es lo que te ayuda a curar y ver las cosas de otra manera. Esto me ocurrió en una edad crucial, en la que se termina el secundario y empieza otra etapa, en ese momento la estética parece muy importante", añadió.
"Me acuerdo que yo hablaba como si la quemadura y el accidente le hubieran pasado a otra persona, pero después con el tiempo y terapia, pude hacer el duelo y verlo de otra manera, aceptando que me pasó a mí", dijo Paulina.
Comentó que cuando pasó el accidente, "mi vida ya tenía una estructura armada y lo que pasó hizo que se desestabilizara y entonces tuve que volver a reconstruir mi vida con piezas que faltaban, con cosas que habían cambiado completamente".
El accidente
Recordó que el accidente fue en septiembre de 2004, "viajábamos con mi hermano a Freyre y ocurrió. Se incendió el auto, yo pude salir y llamé a mi mamá, lamentablemente mi hermano falleció".
"Me quemé el 40% del cuerpo en un costado, es mucho, es una quemadura grave. Se está en riesgo constante de contraer infecciones, más allá de las otras consecuencias", contó Paulina.
Internación y cirugías
Tras la quemadura, comenzó para ella un largo camino, de internación prolongada, varias cirugías, rehabilitación, terapia psicológica y ayuda de médicos y familiares.
"Estuve tres meses internada en el Instituto del Quemado, pasé por muchas operaciones, entraba al quirófano tres veces por semana, me hacían injertos con mi propia piel y el posoperatorio es difícil -manifestó Paulina-. Después del alta, seguí viajando a Córdoba dos veces por semana para que me realicen las curaciones. Mi mamá estuvo todo el tiempo conmigo y mi papá iba los fines de semana".
"Durante 20 días mi estado fue crítico, a mis padres les decían que no sabían si pasaba la noche, yo no era consciente de eso, no me decían nada, ni tampoco sabía qué le había pasado a mi hermano, me enteré un mes y medio después".
La recuperación
"Cuando pude salir de la internación estuve un año haciendo tratamiento con una kinesióloga que me hacía masajes para mantener la elasticidad e hidratación de la piel, un año con fonoaudióloga y muchos años de terapia psicológica", relató.
Recordó que durante todo ese tiempo "lo más fuerte fue no poder ver el cielo durante un mes y medio, yo quería ver la luna y ahora salgo y la veo y me maravillo, para mí no es algo normal ver la Luna. Mi frustración era no poder ponerme un vestido o el uniforme del colegio porque estaba toda vendada. Esto te ayuda a ver la vida de otra manera, a empezar a valorar otro tipo de cosas que antes pasaban desapercibidas".
La maternidad
"Cuando nació mi bebé, me pasó lo mismo que a cualquier mujer que vive la maravillosa experiencia de tener un hijo y eso es un milagro de la vida", indicó.
Paulina comentó que durante tres años después del accidente "utilicé unas mallas que hacían presión sobre la piel, para evitar la cicatriz. Incluso usaba entre la piel y la malla unas bandas de siliconas. Hice varias consultas para hacerme cirugía reconstructiva, me hice pruebas pero no pude hacerla porque no tengo buena cicatrización y no me iba a hacer efecto".
Aseguró que actualmente solo quedan las cicatrices como recuerdo de aquel terrible momento, no tiene ninguna otra secuela.
"Tengo cicatrices, pero nada más, me cuido del sol como cualquier persona -dijo-. No tengo ningún problema, las cicatrices no me hacen sentir mal. Pero sí creo que en la sociedad a la hora de conseguir trabajo eso puede influir. Ahora lo superé, pero me llevó mucho tiempo empezar a mostrarme con las cicatrices, era verano y me ponía una remera manga larga".
Acompañar
Como mensaje para quienes pasan por algo similar, Paulina aseguró: "La familia que tiene a una persona que pasa por una situación crítica, tiene que acompañar. Muchas veces no se sabe cómo hacer para acompañar al otro, qué decirle en una situación de enfermedad o un momento de frustración. Uno tiende a decir 'ya va a pasar, hay uno peor que vos', pero para la persona que está pasando por la situación lo ve de otra manera, para esa persona es lo peor, su mundo se cayó".
"Por eso es importante simplemente acompañar, a veces no hace falta hablar, saber comprender, ponerse en el lugar del otro y no juzgar", finalizó.
Dr. Juan Martín Villamea
"La quemadura es una caja de Pandora"
En la recuperación de un paciente "gran quemado" con el 40% del cuerpo afectado o más, el trabajo multidisciplinario del equipo de salud es fundamental primero, para salvar su vida y después para rehabilitarlo, logrando su reinserción en la sociedad.
La recuperación de las quemaduras severas es larga, dolorosa y pueden aparecer complicaciones que suelen ser fatales.
El médico especialista en quemados y en cirugía plástica y reconstructiva Juan Martín Villamea (MP-27628/3; ME-11144), atendió a la sanfrancisqueña Paulina Palacios en el Instituto del Quemado en Córdoba, donde actualmente sigue trabajando, además de desempeñarse en el sector privado en la capital cordobesa.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, explicó cómo es el tratamiento de las personas que se queman gravemente.
"La quemadura lamentablemente es una caja de Pandora, no sabemos con qué complicaciones nos vamos a encontrar", aseguro el doctor Villamea.
Explicó que la piel "es una barrera que nos protege contra las infecciones y una de las principales complicaciones de las quemaduras son las infecciones. Si bien no tratamos con antibióticos a los pacientes quemados hasta que aparece la infección".
"Pero también hay otras complicaciones como fallas multiorgánicas -advirtió-, complicaciones renales, cardíacas, hepáticas, oculares en el caso que el paciente sobreviva como cataratas".
Villamea agregó que si la persona sale adelante "también existe lo que se llama el 'estigma del quemado', que es un paciente al que lamentablemente la sociedad lo ve como un mounstruo porque las secuelas cosméticas son muy estigmatizantes. Hay secuelas psicológicas, despersonalización, falta de identidad, la persona tiene que volver a reconstruir su vida después de esto".
Tratamiento multidisciplinario
"El tratamiento del quemado es multidisciplinario, desde el momento que ingresa lo atiende un equipo integrado por cirujanos plásticos especialistas en quemados, cirujanos, médicos clínicos, psicólogos, kinesiólogos, fonoaudiólogos, trabajadores sociales, etc., porque después de la recuperación hay que reinsertar a esa persona dentro de la sociedad", aseguró el especialista.
Villamea dijo que en un paciente gran quemado "las primeras 48 a 72 horas, son muy críticas, incluso después de la primera semana. Cuando la quemadura es de más del 80% del cuerpo quemado es muy difícil que se recupere un paciente y un desafío para los especialistas porque comienzan a surgir complicaciones graves, se producen fallas multiorgánicas".
"Los pacientes quemados generalmente entran al quirófano día por medio, generalmente en un mes pueden tener casi 15 cirugías con todo lo que eso representa para el equipo médico, para la familia, para el paciente por el estrés, el costo", comentó.
Estimó: "Es una especialidad muy linda, desafiante, comprometida con el enfermo quemado para primero salvarlo, rehabilitarlo e insertarlo en la sociedad. Las quemaduras son accidentes y lamentablemente ahora se están viendo como consecuencia de la violencia de género, que en ese caso no son accidentes".
Distintos tipos de quemaduras
El doctor Villamea explicó que las quemaduras "se clasifican en tipo A, A-B y B. Las de tipo A son leves, A-B son moderadas y las B son las mas graves por su profundidad, se quema toda la capa de la piel, la epidermis, pasando la dermis, hasta la hipodermis, llegando al músculo".
"Las quemaduras son muy diferentes, depende de la clasificación del quemado, ya sea por superficie corporal quemada o por la profundidad, de acuerdo a eso se puede evaluar un pronóstico de la persona", explicó.
"Hay pacientes que tienen una profundidad más superficial de quemadura en los que la recuperación es más favorable -afirmó-, pero si el paciente tiene una quemadura tipo B, más profunda y de gran extensión, 30%, 40% o más, es más comprometido".
Villamea aseguró que "tampoco se trata de porcentajes porque no es lo mismo que se queme una persona joven a que se queme un anciano con el 30 o 40%, eso varía mucho según la edad, las patologías previas de cada paciente".
"Hemos tenido pacientes con poca superficie corporal quemada y escasa profundidad que evolucionaron mal, incluso pacientes jóvenes, sin enfermedades previas", finalizó.