La “excultura” bastardeada que yace en la Plaza Cívica
Vejada infinidad de veces la escultura "El Hombre originario de América" reverdeció tras quitarse el perímetro que la mantuvo oculta por la Tecnoteca. Ahora no solo mira hacia otro lado sino que también tiene un árbol en frente.
Un año atrás la ciudad se preocupaba por la transformación que el Centro Cívico tendría con la construcción de la Tecnoteca, los árboles que se moverían, las imágenes que quedarían tapadas y el reflejo que el edificio tendría sobre lo que es la ciudad.
Construir la identidad de un lugar, lo que ella quiere mostrar de sí y lo que indirectamente dice sobre ella no es tarea fácil para nadie. Pero a veces basta ver las posiciones de las esculturas, el significado, lugar que tienen, valor y cuidado que se les da para poder tener una idea más acabada.
Hace un año, el perímetro de la Plaza General San Martín se llenó de un nylon verde y se entremezcló con los hierros, el alambrado y un ir y venir de hombres con casco protector amarillo. Ellos le dieron inicio a la construcción de la Tecnoteca.
Dentro de ese vallado rústico quedaron muchas cosas, entre ellas un pequeño y discreto rincón donde hay una placa recordatoria del hermanamiento entre San Francisco y Pinerolo (Italia) y la escultura en madera que homenajea a los Pueblos Originarios con la figura de un nativo.
Nada del otro mundo salvo por un detalle. Antes de que la Tecnoteca comenzara a llamar la atención de todos esa escultura estaba ahí, pese a que fue quemada, pintada y luego olvidada.
Como si en esa escala de desvalorización faltara algo, ahora con el perímetro que marcaba los límites alrededor del edificio eliminado surge otro obstáculo. Uno de los árboles trasladados fue puesto en frente de la escultura que además fue girada del sentido hacia donde miraba originalmente.
Un hombre silencioso como su lucha
Como la lucha de los Pueblos Originarios, así está inmutada la escultura hecha en madera por el artista Edmundo Paviolo. Fue instalada allí en el mes de abril del año 2000 por los miembros de la desaparecida Biblioteca Inti Huasi.
Primigeniamente la escultura miró hacia el monumento al General José de San Martín. Con el tiempo fue blanco del vandalismo que casi la destruyó primero con el fuego y después pintándola con el yeso. Los responsables nunca se conocieron pero ella siguió resistiendo.
La escultura de Paviolo es sinónimo del encuentro de culturas. No una sino de movimientos sociales que se encuentran y entretejen la realidad. Primero como homenaje por el hecho mismo que el objeto representa pero también por el valor y lugar que este sector de la sociedad le dio en su momento a los nativos americanos.
En ese choque que representa la escultura fue blanco del ataque pero nunca de su aprecio como tal, de la significación social que ella tenía. Prueba de ello es que fue girada y ahora mira hacia el oeste, está en un rincón con poco cuidado y estuvo tapada un año.
Antes el daño, ahora un árbol
El desarrollo del proyecto de la Tecnoteca trajo aparejado varias polémicas. Primero fue por el espacio que iba a ocupar, luego se puso en el ojo de la tormenta su utilidad que todavía persiste y hasta hubo un amparo y recolección de firmas en Internet para que no se realice.
Lo cierto es que el plan de obra obligó a la reubicación de 14 árboles que estaban en el sector donde se construye y fueron reimplantados en otros sectores. Los caminos extraños que presenta el destino trajeron aparejada la consecuencia que con el giro que se hizo del nativo americano quedara ubicado frente a uno de las especies trasplantadas.
El hombre nativo vuelve ahora a escena una vez más casi gritando por su subsistencia, por el mantenimiento, por ser visto después de estar olvidado en el rincón durante un año bajo el polvillo la Tecnoteca.