La chica que aprendió a exorcizar el odio
Una joven veinteañera encuentra, andando a dedo por las rutas de Norteamérica, un mantra budista. Medio siglo después, la mujer, hoy cantante famosa, sigue su viaje, marcada por la misma frase.
Por Manuel Montali | LVSJ
Nam myoho renge kyo. No es un mensaje subliminal a lo Simpson para enviar a la gente al ejército. No es el Ñam fri frufi fali fru ricotero. No. Es un mantra, una frase introductoria al culto budista con la que se busca erradicar las energías negativas en el camino hacia un despertar completo.
Empezaban los '70, años de Guerra Fría, de temor por un enfrentamiento nuclear y en los que Estados Unidos iba a cerrar su triste capítulo de incursión en Vietnam. Chrissie Hynde, una chica veinteañera, nacida en Akron, Ohio, daba unos pasos más hacia el norte con un novio y se ponía a viajar a dedo por las rutas de Canadá.
Era un viaje típico de búsqueda, bien de juventud, de contacto con otra gente, otra cultura, con uno mismo. "Nos creíamos John y Yoko", cuenta Chrissie. Y la búsqueda, las rutas, fueron siempre uno de los grandes motores del rock, y quizá del arte, y tal vez de la vida misma desde que el primer anfibio pisó la tierra... Pero no nos vayamos de tema.
Lo cierto es que alguien les dijo que debían ir a Toronto, específicamente a la casa de una mujer que hacía ceremonias budistas. Y allí se presentaron. La mujer los recibió con una pregunta:
-¿De qué signo son?
Ambos eran de Virgo.
-Perfecto -les dijo la mujer-. Pueden pasar. Necesito energía de Virgo.
Entraron y lo primero que escucharon fue un canto. El canto. Nam myoho renge kyo.
Algunos años más tarde, ya mudada a Inglaterra, en 1978, Chrissie formaría The Pretenders, una banda de la vertiente post-punk que supo volverse bastante popular y sigue activa (con ella como única integrante original) actualmente. "Don't get me wrong", "My baby", "I'll stand by you" son algunos de sus hits que pueden saltarnos al oído desde la radio en cualquier momento. Además, a lo León Gieco, puede decir que tocó con todos y por poco no tocó con Colón (desde Frank Sinatra hasta exBeatles). El popular mantra que escuchó en la casa de Toronto aparece en alguna canción ("Boots of chinese plastic"), como introducción al disco que la banda publicó después de ingresar en 2005 al Salón de la Fama del Rock and Roll. Porque no hay que perder la humildad ni dormirse bajo los laureles. Hay que despertar.
Para Chrissie, ese andar por los caminos sigue. Trata de mantener viva esa capacidad original de búsqueda y, sobre todo, de asombro... aunque con los años cueste cada vez un poco más. Ha vivido de salto en salto entre Inglaterra y Estados Unidos, incluyendo hasta una estadía en Brasil y viajes casi anuales a la India, ya que es devota del Vaishnavismo. Suele pasar temporadas fuera del circuito, acompañada solamente por su perro, hastiada del mundillo del rock. "Todo se volvió más estúpido", dice cada tanto, con su espíritu punk intacto, cansada de las puestas en escena y de tantas obligaciones estéticas para revestir lo único que importa: la música.
Se convirtió en activista en defensa de los derechos de los animales y abrió su propio restaurante vegano en su ciudad natal. Para mediados de este año, o para cuando la pandemia lo permita, se espera la salida del nuevo disco de los Pretenders. Se llama "Hate for sale". Odio a la venta. Porque no hay despertar completo sin erradicar las energías negativas. Nam myoho renge kyo.