La bicicleta debiera ser política de Estado
Los accidentes devuelven el tema a la escena pública. La bicicleta siempre formó parte del paisaje urbano de nuestras ciudades y pueblos. Seguirán siendo parte del tránsito ciudadano. Decisiones políticas son las que faltan.
Distintas organizaciones impulsan el
uso de la bicicleta como medio de movilidad en las ciudades.
Situaciones de accidentes -en algunos casos fatales- que involucran a ciclistas ameritan nuevas reflexiones en torno a la seguridad de los mismos en los centros urbanos.
Los nuevos modos de vida que procuran una circulación menos contaminante y promueven la salud de las personas, tienen en la bicicleta a un aliado fundamental. Pero las condiciones en las que deben circular a través de las ciudades no son las mejores en muchos casos. Lo mismo ocurre con los deportistas que deben salir a la ruta porque no se encuentra un sitio conveniente para su práctica. Los peligros que ello implica están contados en vidas humanas, lamentablemente.
La promoción del uso de la bicicleta en las ciudades es una tendencia mundial que parece irrefrenable. Sus beneficios están a la vista. Por lo que no se comprende cómo todavía el tema no es política de Estado en muchos centros urbanos.
La necesidad de infraestructura adecuada es esencial. La construcción de ciclovías en San Francisco, por ejemplo, está bastante demorada. No hay demarcaciones siquiera en algunos puntos álgidos. Asimismo, tampoco se conocen avances sobre la discutida posibilidad de un trazado solo para ciclistas en inmediaciones de la ciudad, para que éstos puedan practicar el deporte sin mayores riesgos de ser atropellados. La discusión que se originó en 2016, como consecuencia de un par de accidentes trágicos, parece haber quedado en el recuerdo.
Al mismo tiempo, una política de Estado también debe contemplar la educación vial del ciclista. Debe comenzar en la familia y proseguir en la escuela, para que las nuevas generaciones empiecen desde el comienzo a cumplir con las normas de tránsito. Sin embargo, es un hecho que hasta que no haya sendas exclusivas será difícil erradicar conductas como la circulación a contramano, el desprecio por el semáforo o el transitar por las veredas, entre otras.
Los accidentes devuelven el tema a la escena pública. La bicicleta siempre formó parte del paisaje urbano de nuestras ciudades y pueblos. Seguirán siendo parte del tránsito ciudadano. Decisiones políticas son las que faltan.