Jorge, el académico del tenis que enseñó a partir de los valores y no de las reglas
El "Negro" Millajer dejó de ser instructor en este deporte que abrazó primero como jugador cuando tenía 16 años, la sapiencia que ostentaba en la cancha lo llevó a ser invitado para enseñarle a otros. Asumió el desafío y con su don de buena gente marcó la diferencia.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Hace pocos días Jorge Millajer entró por última vez a una cancha de tenis con la "pilcha" de profesor porque de ahora en adelante lo hará solo para jugar como aquel chico de 16 años que peloteaba contra la pared y al cual un grupo de adultos lo invitó a saltar a la cancha.
A él le gustaba el fútbol más no tuvo suerte y encontró en el tenis no un suplemento sino una pasión y motivo de vida porque la gloria para él no estaba en un gol sino en el encordado de una raqueta y en la paciencia que solo un profesor puede tener para enseñar.
Por supuesto que a lo largo de la vida enseñó técnica, filosofía y práctica de tenis, pero sobre todo les dio la mejor base de todas a sus alumnos, la misma que aquellas personas que lo invitaron fueron contagiándole: humildad, agradecimiento, sinceridad y esfuerzo.
"¿Por qué te vas?" Fue la pregunta que escuchó una y otra vez desde que comunicó que ya no daría clases y para él las cosas son sencillas, aunque no por eso sea fácil haber tomado esa decisión.
"A veces uno se da cuenta en la vida que hasta acá llegó, ganas no me faltan, pero quiero disfrutar haciendo otra cosa y acá siempre habrá gente y valores para que sigan esto", dijo el "negro" como todos lo conocen.
Ya no entrará más con la raqueta a la cancha para enseñar, ahora solo se permite disfrutar del deporte que ama.
Para él la última clase que dio cuando pisó la cancha "fue una más" hasta que en determinado momento entendió que ya no habría otra y por eso "entrar al club (y contar su historia) sin la raqueta es como estar vacío".
"La última clase de tenis fue como todas, entré con las mismas ganas, soy otro. La di con las mismas ganas como si no fuera el último día, y en un momento sí ahí me di cuenta y fue medio duro. Nadie quería creer", agregó sentado en el banco divisorio de las canchas, las mismas que alguna vez pisó por primera vez y sintió lo mismo que Roger Federer cuando va a jugar porque esa emoción no la da la fama sino la pasión deportiva.
Las claves
Dio 42 años clases de tenis, jugó casi 20 y de a poco alguien vio su talento también para enseñar a otros a practicarlo y así comenzó a ser un profesor o un instructor sin haber tenido tal formación. Su casa - aunque también jugó en el Sport Automóvil Club - siempre fue La Fábrica cuando había militares en ella y después ya abierta al público.
"Unos amigos me invitaron acá y un director me preguntó si quería enseñar a jugar a enseñar, no tenía experiencia como instructor de tenis, pero había que saber inculcarles a los chicos y eso fue natural porque yo no tuve esa formación.
Su primer mentor fue don Victorio Villarreal de quien comentó: "Me dio la oportunidad de jugar, pero el tenis y la gente me enseñó a ser sincero, humilde, trabajar". En esa época había un grupo selecto de personas jugando al tenis y entonces apareció Jorge que los cambió a todos, y a cambio él mismo fue aprendiendo otras cosas.
"Esa gente tuvo la humildad de invitarme y ellos me marcaron mi conducta. Eso es algo que me lo enseñaron de entrada, durante 42 años yo se la inculqué a los chicos".
De jugador a profesor
Jorge como jugador de tenis y fuera de ella tenía una chispa que no todos poseen y era la habilidad de transmitir el conocimiento y orientar la práctica. Es sabido que no todos los jugadores son técnicos, pero cuando a él le propusieron ser instructor, a pesar de no tener formación como tal, aceptó el desafío.
"Empezamos a tener buenos resultados porque técnicamente aprendieron a jugar bien al tenis y el resultado viene solo. Después construyeron otra cancha de tenis, la tercera, y llegamos a inscribir en la Liga del Litoral al club, los chicos se entusiasmaron y llegaron también los adultos a tomar clases", contó.
Después que privatizaron el club y la empresa Codini se hizo cargo, ellos contrataron a Millajer y siguió enseñando aprovechando ya esas tres canchas, creciendo a la par de La Fábrica: "Formamos un gran grupo de jugadores que compitieron a nivel profesional en la provincia. Todos los chicos tenían una muy buena base y era de la humildad, sinceridad y agradecimiento. Eso se les enseñó".
Todo lo que se llevó de ese lugar y de su desenvolvimiento como instructor fue "muy grato" y lo llevará para siempre consigo, él formó una academia de tenis al enseñar y contagiar de la pasión a otras personas sea un niño pequeñito o un adulto que busca una actividad.
"Es lo que elegí, quise jugar al fútbol, pero no tuve oportunidad y en esa época este club me dio el tenis, me gustaba y pude lograr muchas satisfacciones", finalizó. Es cierto Jorge, hiciste tuyo el tenis y ahora es momento de vivirlo desde otro lugar.