Jerusalén, la ciudad de los secretos de Jesús
A solo 70 kilómetros de Tel Aviv está el corazón de la Tierra Santa, Jerusalén, un laberinto de historia, una ciudad que puede cambiar tu vida tras insertarte en ella. Nuestra primera parada en esta cobertura mundial, es en Israel, donde Argentina iba a tener su último amistoso. ¿La conocemos?
Por Luciano Olivero
Arribamos a Israel en la noche del jueves. Cansados tras más de 20 horas de viaje, solo quedó dormir. La peripecia comenzó en el amanecer del viernes, cuando decidí irme a vivir en carne propia la historia de Jerusalén, la ciudad de los secretos de Jesús.
Tras subirme al bus en pleno centro de Tel Aviv, mi piel se erizó. El hecho de solo pensar que llegaría en minutos a Jerusalén me provocó una sensación difícil de explicar.
Eran las 6 de la mañana, seis horas menos en Argentina. Todos sonreían. Todos van en busca de una aventura, en busca de conocer un zócalo más de esta tierra. Pero no es así. Jerusalén es la cita máxima con la historia de nuestro mundo, es un laberinto de gente, artesanía e historia. Es la ciudad que reúne las tres religiones monoteístas más importantes del mundo: el cristianismo, judaísmo e islamismo. Aquí Jesús vivió, predicó, murió y resucitó y mi emoción es inevitable.
Desde niño escuchaba hablar con amigos y familiares sobre la posibilidad de estar en Jerusalén y aquí estoy, honrando este privilegio y disfrutando de esta maravillosa experiencia espiritual.
Mi bus se detuvo y mi sed de conocimiento estalló. Nuestra cobertura comienza de una manera inesperada. Sin fútbol, sin gritos, sin goles, sin Messi. Historia, simplemente historia, de esas que solo se pueden contar desde el alma.
El barrio judío
Llegar aquí fue nuestro primer desafío. La idea era observar cómo viven los seguidores del judaísmo, quienes alcanzan la mayoría en Jerusalén, representando el 64% de la población.
Los judíos mantienen estrictas reglas de convivencia y costumbres religiosas, que ya son evidentes en su forma de vestir. Suelen usar sacos largos y de colores oscuros, y sombreros negros. La ropa negra para ellos representa el luto por la destrucción del templo sagrado.
En el judaísmo es un mandamiento tener que dejarse crecer las patillas hasta cierta altura del rostro, incluso la fuente en la que se basa el uso de la barba se encuentra expresada en su libro sagrado.
Además, por ejemplo, una mujer judía ortodoxa jamás muestra su pelo a nadie, si no es a su esposo y en su intimidad, con solo agregar que la mayoría por estos tiempos se casa entre sí, para continuar con la religión en la familia.
En este lugar hay más historias y sorpresas de las que uno imagina, después de la captura de la ciudad antigua por los árabes en 1948, todos los judíos fueron expulsados y los edificios de esta zona destruidos. Pero cuando Israel recuperó el control de la ciudad en 1967, se comenzó a reconstruir el barrio que actualmente tiene la mayoría de los habitantes de Jerusalén.
Su principal atractivo es el muro de las lamentaciones o muro de los lamentos, construido en el año 37 antes de Cristo. Este es el principal punto de reunión del pueblo judío, pero también una de las principales atracciones turísticas más allá de la religión.
Para poder entrar me obligan a usar el "kipá", o "gorrito" traducido a nuestro idioma gauchesco. El "kipá" se usa para recordar que siempre Dios está sobre nosotros. El muro está divido en un sector para las oraciones de los hombres y otro para las mujeres, es un lugar absolutamente de meditación.
Aquí los visitantes insertan oraciones en papeles escritas a mano entre las piedras y numerosos religiosos, leen los salmos arrodillados. Los profetas de barba y vestimenta negra se mecen adelante y hacia atrás porque están muy concentrados en su rezo. El rasgo principal de la religión judía es la creencia en un Dios omnipotente que habría creado el universo y elegido al pueblo judío para revelar lo escrito en los diez mandamientos.
El libro sagrado es la "Torá", donde se narra la creación del pueblo hasta su ingreso en la tierra prometida; de todos modos, ellos no aceptaron a Jesús como su mesías y aún siguen esperando por el enviado de Dios.
El barrio Musulmán
Salir del barrio Judío significó caminar unos 20 minutos reloj. De repente el ambiente y las calles empiezan a cambiar. Es evidente que estamos en otro barrio, calles estrechas y muchos puestos de venta de calzado, telas, dulces y carnes, con un ambiente bullicioso y colorido. El olor de las especias y las notas musicales de fondo siguen transformándolo todo. Pregunto de qué se trata y me aseguran que cambiamos de barrio, llegamos al barrio musulmán, habitado por árabes seguidores del Islam; otra de las principales religiones monoteístas que reclaman a Jerusalén como su ciudad sagrada.
La población musulmana -según me cuentan-, creció mucho en los últimos años. Actualmente se estima en los 300 mil musulmanes. Lo que primero me llama la atención es la sencillez con la que visten hombres y mujeres; las primeras usan pañuelos que cubren solo parte de su cuello y la parte superior de la cabeza. En esta zona se nota mucho la presencia militar, chicos que portan armas largas, es que los actos terroristas de extremistas, que han afectado a la ciudad en el pasado, exigen que haya una seguridad extrema.
Caminar por estas calles angostas es estresante, mucha gente, poco espacio, mucho ruido. Observando cada detalle del barrio resaltó uno que me llamó la atención. No veo sonrisas, pocos se miran a los ojos y en la mayoría de las ocasiones se ignoran. Entre todo este alboroto se escucha por toda la ciudad la llamada "labración", donde los musulmanes desde la altura de una de sus tantas mezquitas manifiestan su fe, invitan a rezar, a expresar su creencia que se basa en el libro del Corán, que según ellos, contiene la palabra de Dios revelada a Mahoma. Para ellos, Jesús solo fue un profeta y no el hijo de Dios, pero además para los musulmanes Jerusalén es muy importante y aseguran que Mahoma ascendió al cielo, donde ahora se ubica la mezquita de "La Roca", por eso reclaman a la ciudad como su hogar.
El Muro de los Lamentos, principal atractivo del lugar construido en el año 37 antes de Cristo
En el final, el barrio Cristiano
Mi recorrido por los callejones de Jerusalén me terminó llevando al barrio Cristiano, localizado muy cerca del musulmán. El ambiente y las imágenes cambian, es lógico, incluso la persecución por atentados sobre el cristianismo en esta ciudad hizo que los cristianos sean la minoría, una población estimada en actualidad en cerca de 15 mil habitantes.
Este barrio se distingue por sus 40 iglesias y monasterios, incluso además, lugares santos elegidos por el cristianismo, donde muchos de los turistas eligen visitar.
Uno de los más importantes es la vía dolorosa, el trayecto que siguió Jesús con la cruz a cuestas antes de ser crucificado. En pleno recorrido, un alboroto me anuncia algo. Una piedra, un mural natural muy pequeño frena a todos. Allí, se cree que Jesús apoyó su mano en pleno Vía Crucis. Todos frenan, todos sacan su foto, todos apoyan su mano.
Algo que me sorprendió mucho es lo comercializado que está el lugar, donde incluso hay vendedores que no son cristianos y ofrecen un bazar donde se puede comprar todo tipo de recuerdos: vestimenta, joyas, alimentos, alfombras.
La vía dolorosa contiene 14 estaciones, siendo la primera el lugar donde Poncio Pilato sentenció a Jesús a la cruz, mientras que las cinco últimas, se encuentran dentro de la Basílica del Santo Sepulcro, que es para los cristianos el lugar más sagrado de Jerusalén.
Al ingresar al Santo Sepulcro se encuentra una piedra lisa donde Nicodemo y José de Arimatea, colocaron el cuerpo de Jesús cuando lo bajaron de la cruz, para untarlo en perfume antes de llevarlo al sepulcro.
La piedra está adornada con lámparas y en la pared hay un mosaico que evoca este hecho. El interior de la basílica es un círculo amplio y laberíntico, de múltiples capillas, una increíble arquitectura de piedra, ennegrecida en algunos lugares por el humo de las velas y los inciensos.
La custodia de la iglesia es compartida por no menos de seis grupos religiosos, siendo uno de ellos la iglesia apostólica romana. El mantenimiento de la misma, según cuentan, fue motivo de disputa, tal es así, que el ingreso a la iglesia está en poder de los musulmanes para evitar que algún grupo deje afuera al otro.
Por último, el calvario y la tumba de Jesús. La tumba se encuentra en el centro del Santo Sepulcro, debajo de la rotonda principal. Para entrar a ella hace falta esperar mucho tiempo, hay filas muy extensas y con muchos turistas, mientras que al interior de la tumba solo pueden ingresar hasta tres personas. De todos modos, vale la pena esperar.
Llegar hasta la tumba es recorrer escaleras angostas donde suben muchas personas, pero cada escalón enciende la emoción. Algunos cristianos prenden velas, mientras que otros como yo, sencillamente quedamos perplejos y solo nos atrevemos a elevar una oración.
Este es el lugar real donde Jesús fue crucificado, recreado en tantas películas y que tanto pude escuchar de niño, sobre todo en la época de Semana Santa. Dentro del sepulcro no se puede sacar fotos ni filmar pero acrecienta el estado emocional sin dudas.
La Biblia es el libro sagrado para los cristianos y según ella, la salvación es pro gracia por medio de la fe y consiste en aceptar a Jesús como el señor salvador y que todo aquel que en él crea, tenga vida eterna.
Adiós Jerusalén, adiós a nuestra primera parada en esta cobertura mundial, una experiencia imborrable y atractiva para ser narrada.