Infodemia
La calidad importa, ahora más que nunca. La gente recurre a los medios tradicionales para informarse. Por ello, en plena emergencia sanitaria que ha llevado a una saturación de información -en muchos casos absolutamente falsa-, la imagen de un vecino en la calle leyendo LA VOZ DE SAN JUSTO es una postal habitual que además de enorgullecernos, nos obliga a redoblar el esfuerzo en la responsabilidad de ser, desde hace 105 años, portadores de noticias veraces y de calidad sobre asuntos tan delicados como el coronavirus. Mientras el mundo enfrenta la pandemia global, los teóricos ya hablan de una epidemia de mala información y la denominan con una palabra: infodemia.
Los conceptos pandemia y coronavirus son los más utilizados en todo el mundo en las últimas semanas. No sorprende esta confirmación. La situación excepcional que vive la humanidad determina que prácticamente todo el discurso público y privado se centre en un tema casi único de discusión y debate. Quizás nunca en la historia ocurrió algo semejante. Y quizás tampoco se repita en el futuro cercano.
La proliferación de mensajes a través de la comunicación masiva y también por imperio del efecto multiplicador de las redes sociales y portales de internet ha llevado a una saturación de información, en muchos casos absolutamente falsa, cuyos efectos están comenzando a observarse. Los teóricos ya denominan a este fenómeno con una palabra: infodemia. Técnicamente es una epidemia de mala información, o bien mala información que posibilita una epidemia vía datos falsos, errados o maliciosos que se propagan por todos los canales de comunicación hoy utilizados.
Se habla de que estamos en guerra contra un enemigo invisible. La metáfora bien puede aplicarse a la realidad que vivimos. Y la primera víctima en una guerra es la verdad. Las especulaciones, versiones falsas, noticias interesadas o malintencionadas son tan frecuentes como difíciles de detectar para quien no está al tanto de este fenómeno cuyas consecuencias pueden ser devastadoras. Porque quienes creen a pie juntillas algunos de estos rumores falaces son víctimas de la incertidumbre que atraviesa sus vidas en este período.
El mexicano Raúl Trejo Delarbre, un conocido experto en comunicación social ha sostenido recientemente que "se conoce la capacidad de propagación que tienen los medios de comunicación para todo tipo de información y versiones. En cuanto a las redes asentadas en internet, precisamente debido a su carácter reticular -es decir, a la diseminación de contenidos de un individuo o un nodo o una cuenta a otros, y de ese a otros más-, como no se trata de aparatos de difusión centralizados -prensa o televisión-, en las redes sociodigitales una versión pasa de unos a otros igual que los virus que ahora tanto preocupan. Eso propicia una capacidad de difusión que no tienen los medios convencionales."
Además, la pandemia ha brindado espacio para las teorías conspirativas más descabelladas que, en un marco de inseguridad informativa creciente, pueden sonar a verdades antes inconfesables. Es así que se lanzan infinidad de datos sin comprobación alguna. Que el virus es un arma biológica extranjera, un invento de alguna mente perversa o parte de un complot para dominar al mundo. Luego aparecen los rumores de curas secretas que prometen sortear la amenaza y que no son difundidas por los poderosos precisamente por aquello del complot inicial.
También aportan a la confusión algunos gobiernos. En especial los marcadamente autoritarios o los que tienen algún sesgo marcado por el cual entienden que ocultar datos e informaciones es el mejor antídoto para mantener calma a la población. Si algo se ha comprobado en la historia del siglo XX es que esta conducta solo lleva a la multiplicación de las falsedades y al crecimiento del malestar social frente a la comprobación de la mentira.
La infodemia puede generar pánico o promover conductas incorrectas. Cuando la vida y la salud de las personas están en juego, este tipo de maniobras o especulaciones pueden ser demoledoras.