Huellas de la crisis
San Francisco no se salvó de la debacle económica y en 2019 ello se sintió en el cierre de comercios que cambió la fisonomía de 25 de Mayo. A la vez se acentuó la actividad de merenderos y la Mesa Digna ayudó a paliar la necesidad de los más desposeídos.
El año que se termina fue de los peores que se recuerden en materia económica. La crisis golpeó duro a todos los sectores, especialmente a los más bajos. La inflación descontrolada, la devaluación y el aumento desenfrenado de las tarifas fueron algunos de los factores que derivaron en el incremento del nivel de pobreza y desocupación. Esto genera baja en el consumo y por ende cierre de comercios.
San Francisco no fue ajena a esta realidad. En el centro de la ciudad, el paisaje fue cambiando con el cierre de comercios, entre ellos algunos de los más tradicionales. En la periferia, se incrementó la actividad en los comedores y merenderos, signo de que a las clases más bajas la crisis les pega donde más duele y les provoca hambre.
Como una luz en medio de la oscuridad apareció un fenómeno que también fue creciendo: el de la Mesa Digna, una iniciativa de la Red Solidaria que atendió la necesidad de los que peores la están pasando: personas solas o en situación de calle.
Persianas que se bajan
Seguramente con una mezcla de angustia y resignación, muchos comerciantes no tuvieron más remedio que cerrar sus negocios. El fenómeno se fue incrementando con el correr de los meses y ello produjo que el otrora pujante centro de la ciudad cambie su paisaje.
En el primer semestre del año se produjo un incremento de 3% en locales vacíos en la principal arteria de la ciudad, 25 de Mayo. Quienes no cerraron definitivamente, debieron mudarse a otros barrios donde el costo del alquiler fuese más accesible.
La crisis no respetó rubros y hubo cierres en todos ellos. El cartel de "Liquidación" se hizo una constante al recorrer las vidrieras.
Tampoco se salvaron comercios tradicionales: los históricos Pinocho, Creaciones Olga, El Rancho dejaron de existir este 2019, entre otros.
También sucursales de grandes cadenas acusaron el golpe. Ribeiro presentó procedimiento preventivo de crisis y cerró varios locales en la zona, dejando a decenas de empleados sin trabajo.
La Mesa Digna se convirtió en un espacio donde se daba comida y amor en el invierno
La solidaridad brota
En tiempos de crisis surgen gestos de solidaridad que, organizados, se transforman en una herramienta valedera y en algunos casos única para asistir a quienes se vieron más afectados. El fenómeno de los merenderos y comedores no nació en 2019 pero sí tuvo otro año de mucha intensidad.
En una cifra que fluctúa respecto a la época y a la frecuencia con que abren sus puertas pero que ronda el número 13, los merenderos trabajaron a destajo ya que en los últimos meses se duplicó la cantidad de personas que asisten a ellos. También hubo un cambio muy importante: antes solo se asistía a niños pero ahora familias enteras acuden a conseguir un plato de comida que muy probablemente sea el único que consuman en el día.
Ante este incremento importante, fue necesario adoptar nuevas ideas, ya que muchas veces las donaciones no alcanzan. Así fue como unos 6 merenderos incorporaron el hábito de producir sus propios alimentos en sus huertas, otro fenómeno que crece.
Recientemente finalizó la ordenanza que destinaba parte de los sueldos de los concejales a estos emprendimientos solidarios, pero muchos se comprometieron a seguir aportando voluntariamente.
Este año se incrementó la cantidad de personas que van a los merenderos
La Mesa Digna se ganó un espacio
La movida de la Red Solidaria fue sumando adhesiones y el último viernes 20 despidió el año con la mesa navideña que convocó a una multitud y en la que se entregaron cajas del programa Navidar. Durante todo el año más de 2000 personas comieron y compartieron un momento agradable gracias a la Mesa Digna.
Se realizó entre abril y octubre, con dos "ediciones especiales": una en noviembre promovida por la Asociación Bancaria y la citada navideña. La iniciativa propuso no solo darles un plato de comida caliente a las personas más vulnerables como lo son aquellas que están en situación de calle sobre todo en los meses de más frío del año sino también brindarles contención y compañía, algo tan importante como el alimento. Así fue que viernes tras viernes este gesto fraternal fue creciendo y ganándose un lugar en el corazón de quienes más sufren los efectos de la crisis.