Hay que seguir intentando
Doscientos seis años después de la declaración de Tucumán, el futuro nos sigue llamando. Y todavía discutimos el modo cómo tenemos que trabajar para hacer realidad la idea de Patria. Quizás llegue un 9 de Julio en el que podamos celebrar con felicidad haber concretado este hermoso sueño llamado Argentina.
"Es el futuro el que nos llama ahora. Ese futuro no es de tranquilidad o descanso, sino de esfuerzo incesante. Tenemos que trabajar y trabajar, trabajar duro, para hacer realidad este sueño. El futuro nos llama: ¿Adónde vamos y cuál será nuestro empeño?". La cita pertenece al discurso de proclamación de la independencia de la India pronunciado por Jawaharlal Nehru, uno de los próceres de aquel país.
Podemos trasladar a nuestra realidad el significado en esas palabras. Doscientos seis años después de la declaración de Tucumán, el futuro nos sigue llamando. Y todavía discutimos el modo cómo tenemos que trabajar para hacer realidad la idea de Patria. Aquel discurso de Nehru se pudo pronunciar luego de sangrientas revueltas y en medio de incertezas poderosas que ponían en riesgo la retirada del imperio británico de aquel país asiático. El paralelismo no es caprichoso, más allá de las diferencias notables entre ambos procesos independentistas. Muchos años antes, en aquellos primeros tiempos de nuestra Patria, por aquí también la realidad presentaba fluctuantes y dolorosas experiencias.
No eran circunstancias sencillas las que debieron afrontar los congresistas de Tucumán. La restauración monárquica en España ponía en grave riesgo el deseo de ser una Nación soberana. Es que, mientras se mantenía viva la llama de la libertad encendida el 25 de Mayo de 1810, los ejércitos patriotas no podían con las tropas realistas. La incertidumbre crecía y había que tomar decisiones firmes. Era tiempo de un pronunciamiento definitivo.
Tampoco hoy es un momento fácil para celebrar nuestra herencia compartida. Además de las recurrentes crisis socioeconómicas, somos una Nación que sufre una fractura evidente, generada por líneas ideológicas y actitudes cerriles, obstinadas, generadoras de divisiones, peleas, encontronazos, desgarramientos que alimentan la incertidumbre por ese futuro por el que tenemos la obligación de trabajar.
Pero también esta grieta es la que determina que recordar nuestro Día de la Independencia sea más importante que nunca. Porque las ideas de la libertad y la justicia siguen interpelando nuestra vida. Porque hay unanimidad en la convicción de que todos somos iguales en dignidad y tenemos derechos inalienables. Porque, aunque no aparezca siempre en la superficie, subsiste la vocación de hacer, independientemente de las ideas políticas. Porque, pese a todos los contratiempos, sabemos lo que somos.
Esto es lo que nos une. O debería unirnos. Si no compartimos ese patrimonio común, ¿cómo podemos llamarnos argentinos? Y si lo compartimos, ¿cómo podemos continuar con esta división que nos desgarra?, ¿cómo podemos ser capaces de seguir abriendo brechas que terminan siendo irreconciliables?, ¿cómo no podemos ponernos a trabajar y trabajar para redescubrir ese terreno común y volver a hablarnos, a escucharnos?, ¿cómo podemos proyectar un porvenir común si no nos dedicamos a reconstruir la confianza en nosotros?
¿Adónde vamos y cuál será nuestro empeño? Aquella pregunta que se hizo el líder de la independencia de un país muy lejano adquiere un significado central en la actual coyuntura de una tierra -la nuestra- que hoy celebra el día de su Independencia sumida en dosis de desconcierto que provocan desánimo. Por ello, es preciso enfatizar y asumir el convencimiento de que la Argentina es un trabajo que incumbe a todos. Y está muy lejos de terminar. Puede tomar otros dos siglos. O mucho más si la tarea no abreva en los valores compartidos, en el legado de quienes soñaron un país próspero y se esforzaron por alcanzar la felicidad y en la obligación que tenemos para con las nuevas generaciones. Quizás llegue un 9 de Julio en el que podamos celebrar con felicidad haber concretado este hermoso sueño llamado Argentina. Hay que seguir intentando.