¿Hasta cuándo habrá que esperar?
Las nuevas promesas de reparación no abren demasiadas expectativas. Han pasado gobiernos y funcionarios y nadie ha hecho nada. Los nuevos anuncios solo se considerarán creíbles si las tareas se traducen en una efectiva mejora de una ruta cuya calzada no existe en varios tramos y su calamitoso estado es una muestra cabal de la decadencia.
Autoridades y vecinos de la ciudad de Las
Varillas protagonizaron recientemente una nueva protesta en la ruta nacional
158. Como es conocido, reclamaron otra vez por el pésimo estado de esta vía de
comunicación en el tramo que une a esa ciudad con San Francisco y que afecta
también a varias poblaciones como Las Varas, Saturnino María Laspiur, Colonia
Prosperidad y Quebracho Herrado.
Como ya se había realizado en varias otras oportunidades, en el ingreso a la ciudad del sur del departamento se detuvo por escasos minutos a los vehículos y se pidió a los conductores la adhesión en firmas para elevar un petitorio para solicitar la urgente reparación de la ruta. En la ocasión estuvieron presentes autoridades municipales, encabezadas por el intendente Daniel Chiocarello y el secretario de Gobierno Gustavo Vázquez, y el operativo de seguridad estuvo a cargo de policía municipal de tránsito, seguridad ciudadana, gendarmería nacional y policía provincial. Además se destacó que, como dato distintivo, el Padre Daniel Cavallo, párroco de esa ciudad, se llegó al lugar y adhirió con su firma, acompañando de esta manera a los vecinos en el reclamo.
No hace falta abundar en consideraciones acerca de la necesidad de encontrar alguna solución urgente para este corredor vial que, en algunos sectores, está absolutamente destruido. Hace pocos días se dijo que en dos o tres meses comenzarían los trabajos para devolver algo de normalidad a un tramo que es símbolo del abandono y la desidia de un Estado que aprieta a sus ciudadanos con impuestos cada vez más elevados, pero que es totalmente ineficiente a la hora de brindar servicios utilizando los enormes fondos aportados por la ciudadanía.
En estos días, muchos vecinos de la región viajaron a la ciudad de Villa María para participar de una nueva edición del tradicional Festival de Peñas. Conocedores de las penurias que deben atravesar los automovilistas que se atreven a la aventura de circular por la 158, muchos evitaron el tramo San Francisco - Las Varillas y alargaron el viaje utilizando la ruta 3 que comienza en La Francia y llega hasta la ciudad del sur de San Justo, pasando por Colonia San Bartolomé. Y pudieron comprobar después que la ruta hasta Villa María se encuentra en estado aceptable y que se están llevando a cabo trabajos de repavimentación en varios sectores, pese a que su condición de transitabilidad es muy superior a la que existe pocos kilómetros al norte.
El problema no es nuevo. En 2002, en esta columna se lo calificó de "eterno". Es decir, hace casi dos décadas ya se contaba en años la demora en arreglar la ruta. En 2004 se hacía referencia al estado de la carretera de la siguiente manera: "presenta roturas y ondulaciones manifiestas y peligrosas, sus banquinas están ganadas por el yuyal n y la pintura en el asfalto brilla por su ausencia como así también la señalización. Este panorama la transforma en una trampa para el automovilista".
De más está señalar que las nuevas promesas de reparación no abren demasiadas expectativas. Han pasado gobiernos y funcionarios y nadie ha hecho nada. Los nuevos anuncios solo se considerarán creíbles si las tareas se traducen en una efectiva mejora de una ruta cuya calzada no existe en varios tramos y su calamitoso estado es una muestra cabal de la decadencia.