¿Hacia una nueva Guerra Fría?
De confirmarse que fueron los servicios secretos rusos los que usaron un arma química contra un ex espía en territorio británico, las reacciones ante un acto hostil como éste pueden ir creciendo de manera exponencial. Nuestra editorial de hoy.
La tensión generada por el intento de asesinato de Sergei Skripal, un ex espía ruso que trabajó para el Servicio Secreto de Gran Bretaña ha generado una escalada de declaraciones y decisiones diplomáticas que se asemejan a las que se adoptaban en aquellos años de la denominada Guerra Fría, donde el este y el oeste competían por poseer la mayor capacidad nuclear y por el predominio ideológico en el resto del mundo, entre otras cosas.
Gran Bretaña expulsó a 23 diplomáticos rusos luego de que el gobierno de Moscú no contestase un ultimátum emitido por la primera ministra Theresa May. Francia, Alemania y Estados Unidos se pusieron en la misma sintonía y agregaron más tensión a la situación. Mientras buena parte del mundo expresa su preocupación sobre lo que podría ocurrir con el Mundial de Fútbol próximo, lo cierto es que las posibles derivaciones de las represalias hacia el gobierno de Putin pueden abarcar muchas otras facetas más importantes.
La intención del primer habitante del Kremlin hoy ha sido expresada con claridad: fue el propio Vladimir Putin quien dijo que su gobierno hará todo lo posible para deshacer el colapso de la Unión Soviética. Esto es, la cúpula gobernante de Moscú piensa que Rusia fue despojada al final de la Guerra Fría y debe revertir esto volviendo a convertirse en una superpotencia. Sin embargo, nada manifiesta acerca las responsabilidades internas de la ex URSS, así como tampoco de las horrendas realidades que debieron vivir los países bajo la órbita soviética impuestas por un régimen totalitario y asesino como el inspirado en la ideología marxista.
De confirmarse que fueron los servicios secretos rusos los que usaron un arma química contra un ex espía en territorio británico, las reacciones ante un acto hostil como éste pueden ir creciendo de manera exponencial. Será difícil comprobar que esto fue efectivamente así. No obstante, es un hecho que se suma a una serie de circunstancias que dan cuenta de una estrategia expansionista e intervencionista de Rusia en la vida de las naciones que otrora fueron sus rivales acérrimos cuando existía la Unión Soviética.
The Guardian, prestigioso diario londinense, expresó en una nota editorial hace pocos días que "la falla en el modelo neo-soviético es que, al igual que con la URSS, prioriza el militarismo sobre la modernización. La arrogancia nacionalista no puede encubrir el estancamiento económico y la corrupción para siempre". De ser así, las provocaciones del mandatario ruso y su gobierno a occidente tendrán patas cortas. Aunque, mientras tanto, la zozobra y el retorno de las vivencias de un pasado no muy lejano permiten atisbar el comienzo de una nueva Guerra Fría.