Hacia el envejecimiento saludable
Si bien la medicina logró aumentar la expectativa de vida, no se pudo mejorar -al menos en la mayoría de los países de América- la calidad de los últimos años de los adultos mayores.
La Organización Panamericana de la Salud ha señalado recientemente que el número de personas de 60 años o más que requieren atención a largo plazo se triplicará en las Américas en las próximas tres décadas, de alrededor de 8 millones a entre 27 millones y 30 millones para 2050. El comunicado de la entidad que orienta la salud pública en el continente se difundió en el marco del Día Internacional de las Personas Mayores, conmemorado el 1 de octubre pasado.
En 2017, el 14,6% de la población de las Américas era mayor de 60 años. Para 2050, esta proporción alcanzará casi el 25% en América Latina y el Caribe, y hasta el 30% en varios países. Estos cambios tendrán lugar en solo 35 años; es decir, que la región tendrá casi la mitad del tiempo para adaptarse en comparación al tiempo que tuvieron otras regiones del mundo: en Europa esto llevó unos 65 años, y en Canadá y en los Estados Unidos tomó aproximadamente 75 años. Por otro lado, la esperanza de vida en las Américas continúa aumentando: a fines de 2017, un niño recién nacido podía esperar vivir en promedio 77 años, una persona de 60 años podía esperar vivir 22 años adicionales y una persona de 80 años, 9 años más.
Los datos hablan de la mayor expectativa de vida del ser humano que se verificará también los países latinoamericanos, pero al mismo tiempo constituye un desafío importante para los sistemas de salud y previsión social de los distintos países. Porque estos servicios deberán adaptarse de manera urgente a las necesidades de los adultos mayores, "quienes requieren un manejo mucho más eficaz, que no solo mejore su supervivencia, sino que maximice su capacidad funcional y reduzca los años de dependencia de otros", afirma la OPS.
Que las personas viven más tiempo es un hecho tangible. Los avances de la medicina y la tecnología han permitido mejorar la expectativa de vida. Pero aún no han conseguido, al menos en nuestros países, mejorar la calidad de la existencia de las personas mayores. Muchas de ellas sufren enfermedades crónicas y discapacidad. Algunas incluso no pueden ser más autosuficientes y otras son abandonadas a su suerte por una cultura que tiene favoritismo por lo efímero, lo descartable y así desprecia cualquier signo de vejez u obsolescencia.
Por todo ello, los próximos años serán un reto importante para los sistemas de salud. Porque el esfuerzo por conseguir vidas más largas debe estar acompañado con políticas que protejan la salud de las personas ancianas. La OPS aseguró que la década que viene será la del envejecimiento saludable. Esto es, no solo sumar más años a la vida, sino también más vida a los años.