Gan–Mar, 50 años de progreso y prestigio empresarial
Nacida en 1969 del esfuerzo de tres visionarios, es una de las empresas locales de mayor trayectoria y experiencia en el rubro, signada por su búsqueda incansable de excelencia en calidad.
Talleres Gan-Mar S.R.L. está cumpliendo 50 años de una fructífera trayectoria empresarial, caracterizada por el crecimiento constante en base a un accionar planificado que tiene siempre como objetivo mantener la más alta calidad en la fabricación de sus productos que la posiciona como una empresa moderna y con reconocimiento internacional.
Ubicada en Calle 5 Nº 2076 de Frontera, actualmente cuenta con un plantel de 60 empleados y se dedica a la fabricación de aparejos manuales, eléctricos, plumas, malacates, cortadoras de metales, dobladoras, mandriles, aparejos a palanca con cable y con cadena y cabrestantes manuales y eléctricos así como también una amplia gama de accesorios para los diferentes productos de su fabricación.
Además del mercado interno, Talleres Metalúrgicos Gan-Mar exporta sus productos a Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Colombia, Panamá y México.
Para ingresar en estos mercados
internacionales la empresa ha logrado calificar con las normas de la Comunidad
Económica Europea e incluso en algunos productos se llevan a cabo ensayos en la
Facultad Regional San Francisco de la UTN, compatibles con las normas
internacionales.
El personal de la empresa es uno de sus capitales más importantes. Durante estos días tan especiales en los que se respira mucha nostalgia por medio siglo transcurrido, los trabajadores de la firma quisieron formar parte de esta parte de la historia y lo hicieron a través de una placa que en un alto en su tarea cotidiana le entregaron a los directivos expresando con ello el reconocimiento por pertenecer a esta firma.
Bartolomé Gandino, Omar Marques y Héctor Gandino recibieron una plaqueta homenaje por parte de los trabajadores
Sólido presente y futuro promisorio
El sólido presente que tiene Talleres Gan-Mar se justifica en su propia historia. A principios de 1969, Bartolomé Gandino, Héctor Gandino y Omar Marques eran tres jóvenes emprendedores provenientes de distintas actividades que decidieron unir fuerzas para darle forma a un sueño que hoy, a medio siglo de iniciado, se ha convertido en una sólida realidad con un futuro más que promisorio.
Todo comenzó cuando Bartolomé Gandino trabajaba en Talleres Metalúrgicos Barbero y por su tarea en ventas conoció a un distribuidor de amortiguadores Delfabro en Bahía Blanca y en la región compraba y vendía herramientas nuevas y usadas.
"Nos habíamos hecho muy amigos con él y en un momento me preguntó por qué no fabricaba algo. Yo le respondí que no tenía nada, apenas una bicicleta. Luego de mucho insistirme me propuso que fabrique aparejos manuales. Sin saber de qué se trataba me consiguió uno y entonces los invité a Héctor y a Omar a sumarse a esta aventura".
En el caso de Omar Marques, trabajaba como empleado administrativo en la exFábrica Militar mientras que Héctor Gandino era tornero en la empresa Barbero.
"Con esa idea ya teníamos el equipo armado con una persona en ventas, otra en administración y el restante en el torno. No dependíamos de nadie más que de nosotros", recordó.
Orígenes de la sociedad
Todo comenzó en un galpón propiedad del padre de Bartolomé Gandino, ubicado en calle Lamadrid donde llevaron el primer aparejo manual para desarmarlo "para ver qué era y cómo estaba hecho".
Sin ninguna otra herramienta que no fuera una férrea fuerza de voluntad y lejos de arrepentirse de esa aventura, decidieron seguir para adelante. "Recuerdo que le dijimos a este distribuidor que íbamos a fabricar los aparejos pero no teníamos con qué hacerlo. Como él vendía máquinas usadas tenía dos tornos muy viejos y un serrucho mecánico pero no teníamos el lugar".
Allí fue cuando intervino Omar Marques quien aportó un garaje sin utilizar y allí comenzó todo, tal como solía ocurrir por aquella época de floreciente desarrollo industrial en la ciudad donde en cada garaje había un torno y por ende, una empresa en crecimiento.
En ese momento entró en escena Ernesto Rostagno, quien realizó el modelo del primer aparejo de una tonelada y a partir de allí había que hacerlo fundir. "Barbero nos dio una mano y Guillermo Pampiglione la otra y así empezamos a hacer los primeros aparejos que fueron comprados por este distribuidor".
Hay equipo. La gran familia de Gan - Mar
Con el paso del tiempo la empresa fue creciendo y necesitando más espacio. "Nos mudamos a un galpón por calle Iturraspe al 1900 y luego esto también nos quedó chico. Ese fue el momento de volver a mudarnos y nos fuimos a la casa de la madre de Héctor (Gandino) y le ocupamos el gallinero donde hicimos el primer galpón de 90 metros cuadrados donde fuimos agregando algunas máquinas que compramos después de haber conseguido un crédito. Hasta llegamos a ir a un remate a comprar una fresadora que todavía tenemos y funciona muy bien".
En ese momento, Omar Marques dejó de trabajar en la exFábrica Militar y lo propio hicieron también Héctor Gandino y Bartolomé Gandino en Barbero.
"Estando en ese galpón empezamos a incorporar algunos empleados para poder responder a la demanda que se presentaba", comentaron con orgullo los empresarios.
En los primeros años de la década del '70 se iba a producir un momento muy importante en el crecimiento empresarial. Allí fue cuando observaron que en Frontera se daban todas las condiciones que permitían construir el lugar donde instalarse definitivamente y así lo hicieron.
"Pudimos comprar tres lotes y empezamos a levantar esta fábrica, primero con un primer galpón y con el tiempo anexando nuevas construcciones hasta tener todo lo que es hoy la empresa", comentaron con orgullo.
Dar el paso hasta donde se llega
Al momento de explicar las razones de la permanencia y el crecimiento constante a lo largo de medio siglo de trayectoria, los tres coincidieron en que "hay que dar el paso siempre hasta donde uno llega".
"Acá siempre se priorizó el sueldo del empleado. En 50 años nunca dejamos de pagar los sueldos el día correspondiente" recordaron con orgullo.
Más allá de eso comentaron que "había gente que realmente ayudaba y la situación era más fácil que ahora porque no entraba nada de afuera y lo que hacías se vendía. En nuestro caso competíamos con tres fábricas muy fuertes en el país y sin embargo podíamos trabajar bien".
En este momento señalaron que "nosotros seguimos siempre igual, a nuestro ritmo, cuando se pudo exportar exportábamos, si hay que ganar se gana, si hay que empatar se empata y cuando hay que perder ahí nomás no quedaba otra que perder. Son las reglas de juego".
Igualmente recordaron que los empresarios que eran fuertes en la ciudad cuando ellos recién comenzaban "eran muy generosos" como el caso de Barbero, Fra-Ver, Luis Delfabro, Venier. "Ibamos a las exposiciones y ellos nos hacían sentir como uno más de ellos cuando en realidad recién estábamos empezando".
Con 50 años de trabajo sobre sus espaldas, Bartolomé, Héctor y Omar continúan yendo a la empresa como el primer día. "Yo no sabría que hacer si no vengo a trabajar", confesó Bartolomé mientras sus socios asentían pensando de la misma manera.
Un detalle para rescatar es que, según comentaron con mucho orgullo, "en 50 años no tuvimos nunca una discusión y además todo lo que planificábamos lo hacíamos en diez minutos sentados fuera de la fábrica, no hacía falta hacer reuniones. Tuvimos la ventaja de entendernos siempre, más allá de que siempre nos manejamos con mucha cautela".
Pese al esfuerzo que pusieron todos estos años, confesaron que "nunca pensamos" que podían haber llegado a conformar una empresa de semejante magnitud. Precisamente, esa capacidad de asombro que aún conserva los hace sentir "muy orgullosos" al poder comprobar que "todo el esfuerzo realizado en estos años realmente valió la pena".