Fracasadas recetas del pasado
Fracasadas recetas del pasado
Este cepo a
las exportaciones de maíz ya ha fracasado en el pasado reciente. Ha sido una
medida inconsulta que le cambió las reglas de juego al productor en medio de
una campaña de siembra. De este modo, una nueva etapa de incertidumbre ha
generado esta nueva abusiva intervención estatal.
Este cepo a
las exportaciones de maíz ya ha fracasado en el pasado reciente. Ha sido una
medida inconsulta que le cambió las reglas de juego al productor en medio de
una campaña de siembra. De este modo, una nueva etapa de incertidumbre ha
generado esta nueva abusiva intervención estatal.
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(Archivo)
El gobierno
nacional dispuso el cierre de la comercialización externa de maíz. Según el
Ministerio de Agricultura, "esta decisión se basa en la necesidad de asegurar
el abastecimiento del grano para los sectores que lo utilizan como materia
prima en sus procesos de transformación, básicamente la producción de proteína
animal como carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feed lot, donde el cereal
representa un componente significativo de sus costos de producción. Hasta el
presente, se lleva autorizada la exportación de 34,23 millones de toneladas de
maíz de la campaña 2019/20, sobre un total teórico exportable de 38,50 millones
de toneladas, es decir que se ha cumplido con el 89% del mismo".
La medida es
un retorno a prácticas oficiales que no redituaron beneficios en el pasado. Es
la aplicación de recetas que fracasaron,
pero que de manera empecinada los distintos gobiernos se obstinan en aplicar y
terminan perjudicando al eslabón primero de la cadena: el productor.
Es que,
además de la voraz presión fiscal que ya existe, quien posee maíz para
comercializar verá cómo el precio del cereal se reducirá para, como afirma
Confederaciones Rurales Argentinas, "acomodarse a las necesidades de los demás
eslabones de la cadena, generando una clara transferencia de recursos del
sector primario a otros sectores, una manifiesta distorsión de producción que
sin dudas impactara en las decisiones de siembra de la próxima campaña".
La postura
de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa fue más
contundente aún: "Mienten desde el Gobierno al decir que basan esta
decisión en la necesidad de asegurar el abastecimiento del grano para los
sectores que lo utilizan como materia prima en sus procesos de transformación,
porque restan casi 8 millones de toneladas de maíz para volcar al mercado
interno". Y agregó que en el gobierno "deberían argumentar con la
verdad, y expresar que se debe a su impericia para disminuir la brecha
cambiaría, a la imposibilidad de poder controlar la inflación y peor aún, a la
incapacidad de poder implementar recetas o instrumentos que no hayan fracasado
en el pasado".
No se trata
de opiniones apresuradas. Son el fruto de la experiencia. Porque eso mismo ha
sucedido en el pasado con la aplicación de disposiciones que establecieron
cepos a las exportaciones en tiempos no tan lejanos. Es decir, se vuelve sobre
pasos que no permitieron el crecimiento de la producción en el país, sino todo
lo contrario.
Así, se
realizaron asambleas en todo el interior del país en las que se escucharon posturas
críticas porque terminan, entre otras cosas, perjudicando la siembra de maíz y
generalizando la soja como monocultivo, con el consiguiente deterioro de los
suelos productivos.
Este cepo a
las exportaciones de maíz ya ha fracasado en el pasado reciente. Ha sido una
medida inconsulta que le cambió las reglas de juego al productor en medio de
una campaña de siembra. De este modo, una nueva etapa de incertidumbre ha
generado esta nueva abusiva intervención estatal.
El gobierno
nacional dispuso el cierre de la comercialización externa de maíz. Según el
Ministerio de Agricultura, "esta decisión se basa en la necesidad de asegurar
el abastecimiento del grano para los sectores que lo utilizan como materia
prima en sus procesos de transformación, básicamente la producción de proteína
animal como carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feed lot, donde el cereal
representa un componente significativo de sus costos de producción. Hasta el
presente, se lleva autorizada la exportación de 34,23 millones de toneladas de
maíz de la campaña 2019/20, sobre un total teórico exportable de 38,50 millones
de toneladas, es decir que se ha cumplido con el 89% del mismo".
La medida es
un retorno a prácticas oficiales que no redituaron beneficios en el pasado. Es
la aplicación de recetas que fracasaron,
pero que de manera empecinada los distintos gobiernos se obstinan en aplicar y
terminan perjudicando al eslabón primero de la cadena: el productor.
Es que,
además de la voraz presión fiscal que ya existe, quien posee maíz para
comercializar verá cómo el precio del cereal se reducirá para, como afirma
Confederaciones Rurales Argentinas, "acomodarse a las necesidades de los demás
eslabones de la cadena, generando una clara transferencia de recursos del
sector primario a otros sectores, una manifiesta distorsión de producción que
sin dudas impactara en las decisiones de siembra de la próxima campaña".
La postura
de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa fue más
contundente aún: "Mienten desde el Gobierno al decir que basan esta
decisión en la necesidad de asegurar el abastecimiento del grano para los
sectores que lo utilizan como materia prima en sus procesos de transformación,
porque restan casi 8 millones de toneladas de maíz para volcar al mercado
interno". Y agregó que en el gobierno "deberían argumentar con la
verdad, y expresar que se debe a su impericia para disminuir la brecha
cambiaría, a la imposibilidad de poder controlar la inflación y peor aún, a la
incapacidad de poder implementar recetas o instrumentos que no hayan fracasado
en el pasado".
No se trata
de opiniones apresuradas. Son el fruto de la experiencia. Porque eso mismo ha
sucedido en el pasado con la aplicación de disposiciones que establecieron
cepos a las exportaciones en tiempos no tan lejanos. Es decir, se vuelve sobre
pasos que no permitieron el crecimiento de la producción en el país, sino todo
lo contrario.
Así, se
realizaron asambleas en todo el interior del país en las que se escucharon posturas
críticas porque terminan, entre otras cosas, perjudicando la siembra de maíz y
generalizando la soja como monocultivo, con el consiguiente deterioro de los
suelos productivos.
Este cepo a
las exportaciones de maíz ya ha fracasado en el pasado reciente. Ha sido una
medida inconsulta que le cambió las reglas de juego al productor en medio de
una campaña de siembra. De este modo, una nueva etapa de incertidumbre ha
generado esta nueva abusiva intervención estatal.