“Falopa”, encubrimientos y reacciones
El intendente de José C. Paz afirmó que tuvo que encubrir a quienes manejan las ambulancias de su municipio cuando se dedicaban a vender "falopa". No sorprende la liviandad de las defensas y la repetición de cuestionamientos. A ningún puerto llegará la investigación quizás. Todo quedará en la anécdota. Aunque produzca espanto la naturalización de este tipo de conductas que llevan a la "patria falopera" y cuyas consecuencias están a la vista de todos.
El intendente de la localidad bonaerense de José C. Paz, Mario Ishii, no se presentó ante la Fiscalía de Delitos Complejos de San Martín para ser notificado de su imputación por presunto encubrimiento agravado de narcotráfico, por el video en el que dice "yo los tengo que cubrir cuando están vendiendo falopa con las ambulancias". La acción judicial fue iniciada por un fiscal provincial luego de que se viralizaron las imágenes en las se puede escuchar a este barón del Conurbano, que lleva más de dos décadas gobernando esa población, pronunciar la polémica frase.
De inmediato, las reacciones de todo el arco político fueron de cajón. Hubo quienes aprovecharon el exabrupto y se lanzaron a condenarlo, así como señalaron abiertamente la impúdica relación -de la que existen numerosas evidencias- entre sectores del poder y las bandas del narcotráfico. Por el otro, quienes lo apoyaron de manera casi corporativa fueron incluso más elementales. La primera reacción fue señalar que las expresiones de Ishii fueron "sacadas de contexto".
Para más, el propio intendente oscureció aún más con su intento aclaratorio: ante los medios dijo que cuando se refirió a "falopa" en realidad estaba hablando de medicamentos. "Yo hacía referencia a los remedios que se llevan en las ambulancias. Y la discusión la sacaron de contexto, esta frase que si bien yo no digo encubrir, digo que estoy cubriendo todos los puestos de laburo de ellos. De ellos del área de salud. Son más de 50 personas", dijo. Aun cuando fuese real esta explicación, no se comprende cómo el intendente no denunció a quienes comerciaban ilegalmente medicamentos que deben ser administrados bajo receta médica frente a sus ojos, lo cual sigue siendo de una gravedad extrema.
Como en casi todos los aspectos de la vida nacional, el debate sobre esta frase tan delicada y grave careció de profundidad. Otra vez la anécdota prevalece sobre el fondo de una trama que no logra transparentarse y que sigue ensombreciendo la vida nacional, las instituciones, así como acrecentando las sospechas de connivencia ante la falta de respuestas de quienes deben investigar.
Lo cierto es que vastos sectores del Conurbano bonaerense son el ámbito preferido para el negocio del narcotráfico. Lo son desde hace décadas. Han instalado allí -y en otros puntos del país por cierto- sus bases. Anclaron y se dedicaron a diseminar la muerte por los sectores en donde también campean la pobreza estructural y la inseguridad. En donde miles de jóvenes no tienen horizontes de vida. En lugares donde los valores de la convivencia y la cultura del trabajo fueron arrasados por el clientelismo oportunista y la demagogia que solo pretende mantener una maquinaria electoral.
Es éste el contexto en el que un intendente afirmó que tuvo que encubrir a quienes manejan las ambulancias de su municipio cuando se dedicaban a vender "falopa". No sorprende la liviandad de las defensas y la repetición de cuestionamientos. A ningún puerto llegará la investigación quizás. Todo quedará en la anécdota. Aunque produzca espanto la naturalización de este tipo de conductas que llevan a la "patria falopera" y cuyas consecuencias están a la vista de todos.