Estadística más que dolorosa
San Francisco figura en los primeros puestos de un ranking provincial triste y doloroso. Que 19 cada mil personas de nuestra ciudad, en promedio, hayan denunciado hechos de violencia intrafamiliar es un síntoma degradante y denigrante no sólo para quien es víctima, sino también para toda la comunidad.
Jesús María, Villa Carlos Paz, Cosquín y San Francisco son las ciudades que registran el mayor índice de denuncias por violencia familiar por cada mil habitantes en Córdoba, según un relevamiento difundido por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la provincia. La noticia se publicó en la capital provincial y en la misma se sostiene que el máximo órgano judicial de la provincia dio a conocer un relevamiento que establece cuáles son las sedes judiciales de la provincia que recibieron mayor cantidad de denuncias por episodios de violencia familiar entre septiembre de 2015 y agosto de 2016.
Según el informe, este registro es encabezado por la ciudad de Jesús María con 22 denuncias cada mil habitantes; luego se ubica Villa Carlos Paz con 21, Cosquín y San Francisco con 19; y Alta Gracia, Cruz del Eje y Río Cuarto con 18. Pese a ello, el estudio muestra que la ciudad de Córdoba es la jurisdicción con "mayor cantidad total de denuncias (18.249, en el período analizado)", aunque esta cifra "implica 12 presentaciones cada mil habitantes en la capital provincial", porcentaje bastante menor que el de las otras ciudades analizadas.
Como se observa, el fenómeno es más abarcador que el de la violencia contra la mujer. Aquí se trata de agresiones a hijos, ancianos o cónyuges más allá de su sexo y se da siempre en el seno de la familia, situación que sin dudas pone en cuestionamiento el lamentable estado de deterioro que alcanzó la institución núcleo de cualquier sociedad.
La crisis de la familia tiene su correlato inmediato en la violencia que se ejerce en su seno. El desequilibrio del poder ejercido de manera sistemática y prolongada por uno o varios integrantes contra otros miembros del grupo, evidenciado en algún tipo de daño define con claridad que el fenómeno es muy preocupante. Ello, en virtud de que se estima en principio que la familia debe ser el ámbito de las relaciones en las que el amor -conyugal, paternal, filial, etc.- es un ingrediente sustancial.
Sin embargo, la dependencia afectiva o económica, el miedo al abandono y otros factores muy sensibles otorgan a este flagelo social una vigencia que se mantiene. Claro que hoy sale más a la luz gracias a la concienciación social acerca de que la violencia no puede existir en ninguna relación humana. Sin embargo, la opinión pública que se expresa de ese modo alberga en su seno una pizca de hipocresía que la hace mirar para otro lado cuando las circunstancias violentas tocan de cerca.
San Francisco figura en los primeros puestos de un ranking provincial triste y doloroso. Que 19 cada mil personas de nuestra ciudad, en promedio, hayan denunciado hechos de violencia intrafamiliar es un síntoma degradante y denigrante no sólo para quien es víctima, sino también para toda la comunidad. No puede concebirse inacción frente a una estadística que revela aspectos negativos de nuestra vida en común.