Envases plásticos: una solución posible
En la Patagonia se está construyendo un reactor para convertir en combustibles líquidos los envases que se dejan de utilizar en los campos del país y que contuvieron sustancias agroquímicas. De encontrar soluciones para este proyecto, viables desde lo económico, la sustentabilidad ambiental habría dado otro gran paso a nivel mundial.
Se difundió en algunos medios del interior del país, en especial
de la Patagonia, que científicos de la Universidad Nacional del Sur (UNS) y la
Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui, UNS-Conicet) están construyendo
un reactor para convertir en combustibles líquidos y otros subproductos los
envases plásticos que se dejan de utilizar en los campos del país y que en su
mayoría contuvieron sustancias agroquímicas.
La idea ya está siendo aplicada en la provincia de Río Negro. En efecto, en Ingeniero Jacobacci se genera a través de este método la energía necesaria para que funcione el histórico tren patagónico denominado "La Trochita". Por cierto se trata de una experiencia a menor escala pero que demuestra las posibilidades que este procedimiento de reciclado puede tener para ser aplicado a varios usos.
Los científicos contaron que los bidones ingresan a un reactor que funciona a alta temperatura. De allí salen vapores que se condenan para obtener un líquido que puede ser usado como combustible. Así también se genera un gas y un sólido derivado del carbono que también tendría valor energético para el funcionamiento de calderas o generación eléctrica quizás.
Según el Ministerio de Agroindustria de la Nación, son cerca de 17 millones los envases plásticos -bidones de 20 litros en su mayoría- que se desechan por año en el país. Esto significa aproximadamente unas 13 mil toneladas de plástico que muchas veces quedan dispersos por los campos. Vale señalar que la mayoría tiene restos que son tóxicos para la salud humana y su degradación es muy lenta y engorrosa. Es verdad también que en algunas provincias se los reaprovecha mediante el lavado en centros de tratamiento especializado y luego son reutilizados.
Las publicaciones periodísticas han recordado además que la ley 27279, promulgada en 2016 y reglamentada en 2018, establece los presupuestos mínimos de protección ambiental para la gestión de los envases vacíos de fitosanitarios, en virtud de la toxicidad del producto que contuvieron, requiriendo una gestión diferenciada y condicionada. La norma prohíbe "toda acción que implique abandono, vertido, quema y/o enterramiento de envases vacíos de fitosanitarios en todo el territorio nacional, del mismo modo que la comercialización y/o entrega de envases a personas físicas o jurídicas por fuera del sistema autorizado".
La norma abre la puerta a un proceso controlado de manejo de los residuos plásticos provenientes de agroquímicos que se utilizan en los campos. Y la propuesta de los científicos patagónicos va en el mismo sentido. La experiencia que se está haciendo con el tren "La Trochita" demuestra que es posible avanzar en el perfeccionamiento de este método que transforma un residuo casi inmanejable en energía. Solo faltaría encontrar soluciones viables desde lo económico para que pueda transformarse uno de los residuos más difíciles de reciclar, con lo que la sustentabilidad ambiental habría dado otro gran paso.