En el comienzo de la campaña electoral
Ha comenzado el proceso electoral con miras a las PASO, así como también para las generales de octubre. Es de esperar que se comprenda en los comandos de campaña que la ciudadanía debe ser respetada y que la traducción de las ideas que se defienden en un mensaje o un eslogan no puede formar parte de una sistemática labor de manipulación de conciencias. La libertad de los votantes está por encima de todo.
Ha comenzado el proceso
electoral con miras a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, así
como también para las generales de octubre. Los avisos en los medios
audiovisuales, tanto televisión como radio, ya inundan el espacio y, como
siempre, los candidatos se ufanan en conseguir la adhesión de los votantes con
discursos de ocasión.
Según se señaló, en los distintos espacios políticos se distribuyeron más de 62.687 horas para la publicidad electoral entre 3.166 medios de todo el país: 2.137 en radios AM y FM y 1.029 servicios de cable y TV abierta. La publicidad electoral en el orden nacional se desarrollará durante los 33 días previos al acto electoral del 11 de agosto, es decir a partir de hoy y hasta el 9 de agosto, cuando se iniciará la veda electoral.
El Ministerio del Interior precisó que la modificación a la Ley de Financiamiento amplió la cantidad de días al espacio destinado a los partidos políticos para la publicidad electoral en los medios de comunicación audiovisual. De esta manera, fue asignado el 50% de forma igualitaria entre todas las agrupaciones políticas que presenten listas de precandidatos, y el 50 % restante de manera proporcional de acuerdo a los votos obtenidos en la última elección en la categoría de diputados nacionales.
El inicio de la campaña proselitista devuelve la imagen de que el marketing electoral predomina por sobre las ideas. Aparecen en masa mensajes edulcorados, algunos más enfáticos que otros pero siempre con la figura del candidato por encima de las ideas que defiende. Desde hace más de medio siglo, la comunicación domina la escena política. Lo comenzó a hacer cuando John Kennedy debatió televisivamente con su oponente Richard Nixon en 1961. A partir de allí, los asesores comunicacionales de campaña adquirieron una importancia capital.
Desde aquel tiempo, algunos "gurúes" definen las estrategias de campaña que han determinado éxitos rotundos o fracasos estrepitosos. Sin embargo, su influencia sigue siendo notable y es imposible hoy encarar acciones previas a una elección sin tener nociones centrales de cómo llegar a la gente. Más aún en esta época dominada por la tecnología, con profusión de noticias falsas e información de toda calaña. La capacidad de utilización de "trolls" y de los ciudadanos de ser "prosumidores" (productores y consumidores de información al mismo tiempo) son signos de época que no pueden soslayarse. Así también, los sondeos de opinión surgen como moldeadores de la vida institucional, aun sabiéndose que muchos de ellos son amañados y defienden determinados intereses políticos.
De todos modos, la esencia de las campañas electorales sigue siendo la misma: presentar partidos, candidatos e ideas con el fin de conseguir la adhesión popular. Aunque en este tiempo no parece central la propuesta de un programa que atienda las demandas de la ciudadanía. Hablar de plataforma política hoy parece un anacronismo.
Para más, entre nosotros está presente la grieta. Por ello, la previsión es que se aproxima un tiempo agitado. La responsabilidad de las distintas fuerzas políticas estará a la vista de todos. Es de esperar que se comprenda en los comandos de campaña que la ciudadanía debe ser respetada y que la traducción de las ideas que se defienden en un mensaje o un eslogan no puede formar parte de una sistemática labor de manipulación de conciencias. La libertad de los votantes está por encima de todo.