Elecciones en EE.UU. y lecciones para la prensa
La semana pasada, mientras se demoraba el recuento final de votos, tres cadenas interrumpieron un discurso de Trump cuando dijo que le estaban "robando'" la elección.¿Era legítimo censurarlo, en su doble condición de presidente y de candidato a la reelección? Aquí las aguas se dividen.
Por Julio C. Perotti | LVSJ
Más allá del resultado y de lo bueno o malo que podrá ser el electo presidente Joe Biden para Estados Unidos y el mundo, las elecciones del martes pasado, cuyos resultados se conocieron recién el sábado, dejan abierto un debate sobre el papel de los periodistas y los medios como actores de un sistema político.
Y esto, desde luego, no es excluyente de Estados Unidos, donde un desaforado Donald Trump intentó desde siempre acorralar al periodismo. Más bien es un buen espejo donde deberíamos mirarnos los periodistas argentinos.
Si Trump popularizó el concepto "fake news", por historia falsa, acá hasta llegó a haber cotillón que decía que un medio mentía.
Pero vamos a los hechos en Estados Unidos: la semana pasada, mientras se demoraba el recuento final de votos, tres cadenas interrumpieron un discurso de Trump cuando dijo que le estaban "robando'" la elección.
Otras dos lo siguen transmitiendo. Pero una, al final, lo trata de "tortuga obesa panza arriba" que se defendía pese a que había perdido.
¿Era legítimo censurar a Trump, en su doble condición de presidente y de candidato a la reelección?
Aquí las aguas se dividen.
De un lado, los mismos medios que lo hicieron consideraron que estaban en su derecho porque era evidente que Trump mentía cuando cuestionaba la transparencia del sistema electoral.
Otra corriente de pensamiento se inclina a sostener que debió dejárselo hablar para luego confrontar sus dichos y demorar las falsedades.
En definitiva, esto acabó convertido en una carrera de arrogantes que tuvo su máxima expresión cuando el área de Opinión de The New York Times publicó el fin de semana, después de conocerse el resultado, un video mofándose de la derrota de Trump.
Si Trump acusaba a los medios de manipular la información, al final esta actitud quizá haya terminado dándole la razón.
Lo que está en juego desborda el derecho de Trump a decir lo que quisiera. Porque, guste o no guste, la mitad de la sociedad estadounidense tradujo su apoyo a Trump en más de 70 millones de votos, muchos más, incluso que cuatro años atrás cuando llegó a la Presidencia al vencer a Hillary Clinton. ¿Y el derecho de esa gente a estar informada?
Cuando falla la brújula
Parecen que los equilibrios están rotos y demasiadas veces en el barro de la política se pierde la brújula.
El domingo se publicó en el diario La Nación una interesante nota de uno de sus principales directivos, Fernán Saguier.
Se pregunta Saguier si acaso es deber del periodismo contribuir a cerrar la grieta. Y cuál es el papel que le cabe a la prensa en esta atmósfera de polarización y fanatismo.
La primera respuesta es revisar la función nuestra como periodistas: narrar los hechos, explicarlos, informar, opinar, abrir el debate.
Pero cuando lejos de ocuparnos de canalizar el debate social ocupamos el lugar de actor político perdemos la perspectiva de la realidad.
Es cierto hay medios y periodistas que están, en Estados Unidos, en la Argentina, o en Brasil, de uno u otro lado de la grieta. Y eso no ayuda a ver de manera imparcial la realidad.
Ahora bien, tampoco implica, como pretenden muchos funcionarios, que no sea obligación del periodismo sacar a la luz lo que Saguier define como "verdad incómoda".
Que es ni más ni menos que todo aquello que el poder no quiere que se sepa.
Otra de nuestras responsabilidades es ofrecer a la audiencia opiniones, aunque nosotros no estemos de acuerdo.
Pasemos a un segundo hecho, incluso anterior a la censura a Trump, pero del mismo tenor.
El editor de Opinión del New York Times, James Bennet, se vio obligado a renunciar tiempo atrás. ¿Por qué? Simplemente, porque publicó una columna de un senador conservador, Tom Cotton, que pedía la intervención de la Guardia Nacional en las protestas por la muerte en manos de la policía del afroamericano George Floyd.
Esto desató una furia en las redes y el Times, siempre reconocido por su pluralidad, borró a Bennet de un plumazo.
Uno imagina que, si el señor Cotton lo publicaba en su cuenta de Facebook, en Twitter o en Instagram, no hubiese pasado gran cosa, más que algunos cientos de comentarios.
Aquí es, también, donde se pierde la oportunidad de abrir un debate. Y responderle a Cotton por qué no se considera pertinente que la Guardia Civil actúe.
Frente a estos hechos, los periodistas y medios argentinos tenemos una gran oportunidad en las elecciones del año que viene.
Dejar de pensar en candidatos más o menos ilustres e iluminados y comenzar a pensar qué información se le ofrece a la audiencia para que su espíritu crítico crezca y adopte la mejor y más razonada opción electoral.