El tren en el sur provincial: alegría y nostalgia
El pasado se hizo presente nuevamente: el tren formó parte de la vida de muchos argentinos que siempre añoraron su retorno.
Varias localidades del sur de la provincia vivieron, hace algunos días, un acontecimiento importante. Que podría transformarse en un hecho factible de ser repetido en varias regiones más y que traería beneficios evidentes, siempre y cuando la planificación contemple aspectos centrales referidos a la aplicación de tecnología, a la mejora de determinados parámetros ya la respuesta de la gente frente a un servicio que, pese a que hace años que existe, para las nuevas generaciones es, precisamente, nuevo.
Se trata del retorno del tren de pasajeros a Laboulaye, General Levalle y Vicuña Mackena, poblaciones que recibieron a la formación que hizo inaugural con una serie de actos celebratorios, de los que participó un buen número de vecinos. La habilitación definitiva de este ramal, que une a la estación de Retiro en Buenos Aires con la ciudad puntana de Justo Daract y pretende llegar luego hasta Mendoza, está prevista para agosto próximo.
La llegada del viaje de prueba de la formación ferroviaria fue descripta como un día de alegría y de nostalgia al mismo tiempo. Alegría por el retorno, aún tímido y con problemas, de un servicio que dio origen a varias poblaciones en todo el interior del país, un medio de transporte esencial para sus vecinos, una vía de comunicación que permitió el progreso y la vinculación con otras partes del país. Nostalgia porque el pasado se hizo presente nuevamente: el tren formó parte de la vida de muchos argentinos que siempre añoraron su retorno.
La debacle argentina, que lleva ya varias décadas, tiene varios aspectos que se reflejaron en los cambios de la cotidianeidad de la gente. Uno de ellos fue la desaparición del tren de pasajeros en toda la geografía nacional. Mientras el servicio ferroviario sigue gozando de buena salud en gran parte del mundo, en nuestro país lo desterramos, lo arrumbamos, lo abandonamos. Tiene que ver con ello el desastre económico y financiero que se agudiza cada vez más y, al mismo tiempo, deterioró toda la infraestructura existente. Las vías, esas arterias nerviosas por las que discurrían los viajes de los argentinos se habían transformado en piezas de museo. O, peor, en elementos de desecho.
Recuperar todo aquello no alcanzará seguramente. Porque los adelantos tecnológicos son tan vastos que hacen ciclópea la labor de recuperación del servicio ferroviario, tanto de cargas como de pasajeros. La infraestructura desmantelada durante décadas requerirá de inversiones muy fuertes que, en este tiempo, parecen imposibles. Así, el retorno del tren al sur provincial es un hecho auspicioso, pero que llevará tiempo consolidar, puesto que no se puede viajar en pleno siglo XXI con tecnología de mediados del siglo pasado.
Recobrar todo lo que se ha perdido llevará décadas, siempre que exista voluntad política y empresarios decididos a invertir en ello.Se requiere un esfuerzo integral, planificado y con sustento financiero importante. También, dejar de lado las especulaciones político partidarias y las promesas irreales como aquella del tren bala. El deseo mayoritario de los argentinos de tierra adentro es que el retorno del tren no se quede en intentos timoratos que sirven solo para que algún funcionario pronuncie un discurso.