El sereno de nuestra historia
Entre objetos antiguos, la noche fría e impiadosa y el silencio surge una especie de superhéroe que divaga por el Archivo y Museo Gráfico mirando que no pase nada, atento a ruidos extraños para cuidar que la magia antigua se preserve y el pasado de todos se resguarde.
Por Ivana Acosta | LVSJ
La historia de un guardia de seguridad nocturno que desata la liberación de una maldición egipcia en el Museo de Historia Natural en que trabaja, fue motivo de una película hollywoodense en 2006 en un relato de ficción y del género de comedia.
Lo que pocos saben es que salió de la pantalla para convertirse en una realidad a pocas cuadras de las casas de todos, en el predio del Archivo Gráfico y Museo Histórico de la ciudad (AGM). Sucede que cuando cae la tardecita y cada uno se inmiscuye en sus cosas paredes adentro de la casa, ahí el AGM tiene otra vida. Detrás de las luces apagadas, el silencio que retumba aparece un fiel granadero y custodio que permite a las reliquias "dormir en paz".
Por donde camina Alberto Orellano todas las noches no hay más que cosas inanimadas que quedaron congeladas en el tiempo. Su labor de sereno no difiere de la rutina de cualquier otro del rubro, sin embargo, la diferencia es grande teniendo en cuenta que los elementos que cuida son el pasado suyo, de usted y nuestro.
Alberto llegó hace muchos años al predio del AGM cuando aun las extensiones terminadas poco tiempo atrás solo eran un sueño diagramado en planos, no obstante, desde aquel entonces supo que ese espacio era donde quería estar y lo hizo su lugar de pertenencia, de vida, de confortabilidad.
En la inmensidad del AGM Alberto pasa sus días ordenando todo como si horas después fueran a llegar los chicos.
Ese recuerdo está fresco en su memoria y data de un día en que estaba pintando en el Chalet Campana cuando se anotició de la aparición del primer resto fósil de San Francisco, fue a colaborar y desde entonces no se fue más del AGM. Para él, ese es un lugar maravilloso.
"Mi rol acá es de cuidador del museo, es un lugar mágico, mucha gente me debe envidiar porque tengo de todo ... naturaleza, muchas cosas para hacer y cambiar todos los días. Acá siempre hay que limpiar, acomodar cosas y pienso en las cosas que perdimos por el paso del tiempo", relató parado en la inmensidad del Archivo mientras el sol se despedía del fulgor de una nueva jornada y escondía en el horizonte.
La escena parece la del teatro donde alguien dice su monólogo y entonces toda la iluminación tenue y bien seleccionada recae en el artista que hoy es Alberto. Ahí él cuenta cómo son sus días rodeado de historia, siendo los objetos antiguos sus únicos espectadores dado que hace 59 días que en ese lugar él es el único que tiene vida.
"Fantaseo con el ruido del colectivo que llega, el ruido de los chicos, siempre salimos corriendo todos para recibirlos de la mejor manera y eso es algo que nos apasiona. Los chicos vienen a ver qué hay en el museo", dijo con los ojos llenos de luz y quizás de lágrimas.
La nostalgia lo invade al recordar a los chicos y los grandes que llegaban allí hasta el 19 de marzo pasado a conocer dónde está la historia de San Francisco. En su relato hay un giro dramático y cuenta que ahora sin visitantes parecen notarse más los "ruidos extraños por la noche" pero él necesita de esas cosas, son parte de su vida y eso le impide imaginarla de otra manera.
“Fantaseo con el ruido del colectivo que llega, el ruido de los chicos, siempre salimos corriendo todos para recibirlos de la mejor manera y eso es algo que nos apasiona. Los chicos vienen a ver qué hay en el museo”
El archivo es entonces para Alberto su lugar en el mundo y así lo valora, por ello su deseo es que cada uno lo encuentre.
"Siempre le digo a los chicos que cuando dicen en San Francisco no hay esto u otro que piensen 'yo lo puedo hacer'. Pero acá - señaló - hay muchas cosas por disfrutar, desde agarrar una bicicleta recorrer los barrios, casas antiguas, árboles importantes como el algarrobo centenario o el monte nativo. Todos hacen a la idiosincrasia de la ciudad que es muy rica".
De toda la inmensidad que representa el AGM física e históricamente, el Monte Nativo es el lugar preferido de este sereno, no solo de verlo sino porque a diario escucha el ruido de los pájaros y le representa un espacio de mucha armonía.
Paredes adentro, el área de paleontología es uno de los que más lo atrae. Con esas tareas se unió al Archivo y por eso cuenta con emoción que antes de esos hallazgos San Francisco comenzaba su historia con la llegada de los italianos a estos montes pero ahora también tiene pruebas de 12.000 años antes en la etapa prehistórica.
Mientras los minutos pasan el sol se terminó de ir, cae la noche con su inmensidad y aunque pueda pensarse que solo hay oscuridad es todo lo contrario. Dejamos atrás a Alberto para que siga con sus tareas de darle agua a los pájaros, limpiar los objetos, clasificar los diarios en el archivo como si a la mañana siguiente llegara el colectivo con un montón de niños y niñas y él fuera a contarles cosas mientras juegan con los viejos juguetes y se reconstruye el pasado.
De lo que no se da cuenta Alberto es que la historia también se escribe en ese instante, ahí con ese hombre parado en la inmensidad del AGM, bajo una luz tenue mientras dice: chau chicos. Entonces se apaga la luz, cierra la puerta y el público aplaude.
Fin de la función.