El retorno del crédito hipotecario
Es una buena noticia que se multiplique el crédito hipotecario, una herramienta que siempre demostró su utilidad, pero que en los últimos tiempos se había desvirtuado casi hasta desaparecer.
El gobierno nacional lanzó a través de los bancos oficiales Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires créditos hipotecarios a 30 años, con cuotas mensuales de entre 4.600 y 6.000 pesos, para montos de hasta un millón de pesos. El objetivo de la medida es paliar el déficit habitacional que existe en la Argentina, estimado en 3,5 millones de viviendas por el Gobierno. Para hacer más accesibles los préstamos, se anunció que la provincia de Buenos Aires y el gobierno de la Capital Federal rebajarán del 8 al 1,5% la alícuota el impuesto a los Ingresos Brutos, que afectan estos créditos, con lo que la cuota se reducirá alrededor de un 15%.
Los presidentes de los bancos explicaron que las entidades mantendrán las actuales líneas a 20 años, a tasa fija, y que los nuevos créditos pueden destinarse para adquisición de viviendas, pero también a la construcción, ampliación o refacción de unidades habitacionales. Explicaron que la nueva línea de crédito estará disponible dentro de dos semanas y se podrán conocer más detalles a través de las páginas de internet de las entidades. Explicaron también que los bancos adecuarán los montos de las cuotas para las personas mayores de 40 o 50 años, que al momento de la jubilación tendrán abierto el crédito, contando con menores ingresos que los actuales.
En medio de la vorágine de la disputa política e ideológica, azuzada por la intolerancia y la grieta abierta en esta sociedad durante la última década, algunos hechos no son percibidos por la opinión pública como trascendentes. Éste parece ser uno de ellos. El crédito hipotecario es una herramienta esencial de cualquier política económica y su retorno con intereses, cuotas y plazos razonables es un paso importante hacia la consolidación de una mirada de mediano y largo plazo, hoy inexistente en el país como resultado de la pésima costumbre argentina de no saber proyectar el futuro.
Es verdad que ya existían algunas líneas de préstamos que permitían a muchas familias alcanzar el sueño de la vivienda propia. Pero aun así el crédito para la construcción o adquisición de inmuebles era prohibitivo para muchos sectores medios. Lo fue durante décadas en las que la improvisación económica y la inflación destruyeron las aspiraciones de mejora en el nivel de vida de millones de compatriotas.
Los préstamos hipotecarios fueron, durante varias décadas del siglo pasado, un instrumento esencial de la política pública. Permitieron a miles de familias tener su casa. Generaron empleo y desarrollo en el sector de la construcción, uno de los más dinámicos de cualquier economía y consolidaron el rol de la banca oficial como facilitadora del desarrollo. Sin embargo, el derrumbe económico nacional significó una estocada casi mortal para este tipo de créditos.
Por todo esto, se transforma en una buena noticia que se multiplique el crédito hipotecario. El beneficio para vastos sectores de la población es innegable. Restaría que en las demás provincias se adopten criterios como la rebaja del impuesto a los ingresos brutos para este tipo de operaciones, así como otras medidas similares. Se tendería así a generalizar una herramienta que siempre demostró su utilidad, pero que en los últimos tiempos se había desvirtuado casi hasta desaparecer.