El pueblo de Porto de Galinhas atrae a los argentinos por su paisaje y tranquilidad
En el nordeste de Brasil, casi al borde de la línea del Ecuador, el pueblo ubicado a 40 minutos de la ciudad de Recife, capital de Pernambuco, es un paraíso natural de playas con aguas cristalinas donde la mitad de los turistas son argentinos.
En el nordeste de Brasil, casi al borde de la línea del Ecuador, el pueblo Porto de Galinhas ubicado a 40 minutos de la ciudad de Recife, capital de Pernambuco, es un paraíso natural de playas con aguas cristalinas donde la mitad de los turistas que visitan la región son argentinos.
"El nordeste brasileño se ha convertido en la opción preferida de los argentinos para disfrutar de playas caribeñas y de la extraordinaria gastronomía regional e internacional, aseguró Otaviano Maroja, Presidente de Porto de Galinhas Convention & Visitors Boreau.
"La distancia a unas pocas horas de vuelo y la fuerte devaluación del real han redoblado el atractivo para los argentinos en la próxima temporada", agregó el titular de esa asociación que reúne a 46 fundadores residentes del municipio pernambucano y nace como una propuesta para impulsar el destino a nivel nacional e internacional.
Las imágenes de sus cristalinas playas tropicales y piscinas naturales, sumado a una temperatura promedio de 27 grados los 365 días del año que permite disfrutar el día y la noche por su calles -todas peatonales-, son un atractivo insoslayable para el turismo que busca tranquilidad.
A pesar de tratarse un pueblo pequeño, con una población estable de unos 10 mil habitantes, en Porto de Galinhas hay 10 hoteles, algunos de lujo, y más de 200 posadas, con la particularidad de que todos se encuentran frente al mar.
"Todos los hoteles están en la playa, no hay ni una calle para cruzar, la salida del hotel están en la playa.", remarcó Daniel Jaracanda, Gerente Comercial de Porto Galhinas Convention, en una charla con Télam.
"Es muy diferente a los centros urbanos de Brasil, con una seguridad y tranquilidad únicas, donde el visitante puede estar en la puerta de su posada mirando el horizonte, pero además, quien se aloje en Porto de Galinhas tiene la opción de conocer una media docena de playas que están muy cerca", agregó.
De geografía plana, los buggy son el medio de transporte que utilizan los miles de turistas que visitan el lugar para pasear por las extensas playas y moverse por la región.
Pero además, Porto de Galinhas "es uno de los mejores sitios para el buceo en Brasil", en palabras de Jacaranda, quien destacó que los que elijan esa opción, podrán observar embarcaciones hundidas que son muy interesantes de ver".
"Porto de Galinhas es un pueblito, pero tiene una estructura de turismo con muchos bares, calles peatonales, muy buenos restaurantes en las playas y por las calles, y muchas opciones distintas para comer", precisó.
Los argentinos que quieran llegar a este rincón paradisíaco del nordeste de Brasil tienen varias opciones aéreas: desde hace dos años hay vuelos directos desde Buenos Aires hasta Recife y para fines de este año, la compañía aérea Azul unirá esa ciudad con Córdoba y Rosario, además de la posibilidad de tomar vuelos hasta San Pablo y de ahí combinar hacia la capital pernambucana.
"En general la gente que viene ya tiene todo reservado a través de paquetes turísticos, con hotel y transfer desde el aeropuerto hasta la posada u hotel, pero también hay bus desde el aeropuerto o taxi, en un recorrido que no supera los 40 minutos", explicó Jacaranda.
Al sur del pueblo, el balneario pernambucano presenta una de sus mayores atracciones para conocer sus paradisiacas playas.
Se trata del Pontal de Maracaípe, que protagoniza el encuentro entre las aguas de río y de mar, revelando uno de los escenarios más bellos del destino y dueño de una biodiversidad única en la región.
Para conocer este santuario natural, la opción es realizar un paseo en jangada -una embarcación de madera y una sola vela- en un trayecto de una duración promedio de 40 minutos.
La excursión permite contemplar de cerca los caballitos de mar que habitan en la región, con diversas tonalidades que varían entre el marrón, rojo y amarillo.
Durante el paseo es posible sumergirse tanto en aguas saladas del mar como en agua dulce de la desembocadura del río, y en el medio encontrar una enorme franja de arena dorada sombreada por un palmar de cocoteros.
Los operadores turísticos recomiendan llevar snorkels para sumergirse y visualizar los extraordinarios colores de las criaturas submarinas.
El paseo es conducido por los jangaderos de la Asociación del Pontal de Maracaípe, una entidad que lucha por la preservación de estas exóticas especies, las cuales también se pueden encontrar en la sede del proyecto Hippocampus, ubicado cerca del centro de la ciudad. (Télam)