El mundo de un dibujante que florece en barrio Jardín
Fabián Zaccaria dibuja con su zurda cosas hermosas, entre ellas una caricatura que hizo alguna vez de Diego Maradona. No pasa un día sin que al menos "tire" unas líneas en papel porque ahí radica su esencia.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Un perro da vueltas en la casa de un dibujante que vive en barrio Jardín. No tiene tonada de acá ¿o sí un poco? Su cuidador es Fabian Zaccaria, un hombre de 43 años que se dedica a hacer caricaturas como modo de vida, como visión y misión en el mundo.
Nació y vivió en Lanús, pero ahora hace 5 años se asentó en la ciudad y tiene a su familia formada, que obvio, incluye a ese perro que sigue dando vueltas en la casa como si quisiera salir en cámara. En su familia no recuerda que alguien antes se haya sentido atraído por el dibujo, quizás venga de mucho tiempo atrás o tal vez sea algo suyo, algo que inició.
Ahora sí hay más personas relacionadas con el tema, como sucede con su hermano que es caricaturista e ilustrador y con quien al compartir el área de trabajo tienen un doble lazo en común.
Zaccaria, sin tilde ni S, se considera un verdadero autodidacta que apenas pasó por un taller cuando ya tenía unos 23 años y encontró un profesor que "le abrió la cabeza" y también le habilitó un modo de vida itinerante y vertiginoso como es "dibujar en vivo". Recorrió el país y conoció mucha gente trabajando en eventos donde lo contrataban para dibujar a las personas.
En algunas ocasiones llegó a hacer 250 dibujos por fin de semana y eso ayudó a que tenga "más agilidad de laburo y soltura en el trazo" que antes no tenía. La misma modalidad aun la desempeña en la peatonal de Carlos Paz cada temporada donde en promedio hace 50 cada noche.
Su perro va dando vueltas por ahí haciendo mimos a todos y cada tanto se queda quieto observándolo. Quiere conocer más de su protector, de ese mundo íntimo de un dibujante que tiene encima de la mesa caricaturas (entre muchas otras) de un Spinetta en proceso, un Maradona jovencito de futbolista y otro grande que se acaba de ir.
- Si tuvieras catalogar lo que hacés, ¿cómo lo harías?
Creo que no me encasillo en un estilo o área del dibujo. Yo dugo que soy como un obrero del lápiz. El fuerte es la caricatura porque me apasiona, lo que más me gusta y es a lo que me dedico. Dentro del dibujo y la pintura hago de todo un poco, si tengo que hacer un mural, una bandera, la ilustración de un libro lo hago. Abarco todos los rangos.
- Vamos a hacer historia, ¿Cuál es tu primer recuerdo de tu niñez que te quedó marcado en relación con el dibujo?
La conexión con el dibujo arranca desde que agarré un lápiz desde muy chiquito. Siempre me sentí muy atraído y era lo que más me gustaba hacer, a lo que más tiempo le dedicaba y priorizaba sentarme a dibujar que era un momento pleno, mío y lo disfrutaba. No tengo conciencia, pero habrá sido a los 5 años cuando todos arrancamos con el dibujo y somos chicos, algunos lo seguimos en el tiempo, pero otros lo dejan de lado. Yo seguí por el camino por el dibujo.
- ¿Cómo arrancó ese camino?
De muy chiquito me llamaban la atención las caricaturas, me acuerdo haber ido a una feria de barrio con mi vieja y mi hermano, había un puesto con revistas y entre las usadas había una que en las tapas tenían caricaturas que era la Humor. Eran los '80 y ahí ya me atrapaba el dibujo, yo iba a revolver esas revistas y pedirle a mi vieja que me las compre. Pasaba horas y horas copiando esas tapas, pero me apasionaba ver como deformaban las caras y se reconocían los personajes y decía 'cómo se puede reconocer a la persona'. Empezó así, me relacioné con el dibujo a través de la característica y sobre todo con la revista Humor.
- En el proceso creativo, ¿Qué buscás en las personas para captar la esencia y dibujar?
Una cosa es cuando trabajas la caricatura en vivo y otra cuando lo hacés en base a la fotografía. Con un encargo o personaje que quieras hacer tenés mucho más tiempo para elaborarlo, hago una búsqueda de fotos y si es un personaje busco alguien que me atraiga, su rostro, el concepto de su persona porque eso hace ver plasmado el parecido. Después empieza el trabajo de exageración, yo por ahí veo a personas dentro de un canon con la estructura de su cara. El secreto está en ser observador, la caricatura no es deformar, exagerar. En cambio, en vivo no te da tiempo para reconocer a la persona, tratás de ver los gestos de las personas, pero es lo primero que captás en el momento. Podés tener a alguien que se enoje, pero son los menos, en general se sientan con onda. Los dos trabajos están buenísimos y tienen su parte creativa.
- ¿Cómo ves a San Francisco?
Me llamó la atención acá encontrar a mucha gente relacionada con el arte, es como que por una cosa u otra hice muchas amistades y conocí a personas que están en el tema. Di talleres de caricatura, profesores y gente talentosa que les gusta el arte y le dan para adelante. Tienen esa cosa de no ver todo lo monetario sino la pasión. Yo por ejemplo me dé plata o no todos los días tengo que dibujar, es mi manera de vivir, una parte mía que si no la tengo me falta. Eso es lo lindo.