El mundo de Monica Tonetti, constructora y obrera del arte
Monica Tonetti es palabra autorizada en el mundo del arte sanfrancisqueño. El compromiso que ella asumió con su alma artística refleja las pasiones que se pueden abrazar a partir de la pintura.
Por Ivana Acosta | LVSJ
El currículum de Monica Tonetti es apabullante y detallado, recuerda todo como si tuviera tatuados los datos en su cuerpo, es más tiene una carrera como artista larga, pero que no siempre salió a la luz, lo mismo que su mundo donde el arte prima y que marcó su vida desde pequeña.
Nació en Santa Fe pero se arraigó a San Francisco y le pasaron varias cosas hasta decidir encarar la carrera de arte y encarrilar su vida hacia allí. Quiso estudiar arquitectura y no pudo por no poder salir de la ciudad, optó por Ingeniería en Construcción, pero ese año la carrera fue cerrada en la ciudad y así "se frustraron sus expectativas".
Su mundo no tenía la consonancia que había pensado alguna vez y un día se encontró con una invitación a pintar que era una de las cosas que siempre le habían gustado. Su tríada preferida es la pintura, dibujo y matemática.
En paralelo con su trabajo logró ahorrar lo suficiente y dejó atrás a San Francisco por un tiempo para migrar a Córdoba, pero ya no para seguir arquitectura sino decidida a estudiar arte.
Al principio Monica quiso estudiar Arquitectura
"Fue la mejor decisión que pude haber tomado", dijo serenamente y coincidió con el renacer de toda la sociedad argentina tras la llegada de la democracia. Vivía en el esplendor y casi sin darse cuenta se encontró nutriéndose de distintas experiencias.
Antes de tener su título aceptó una suplencia como auxiliar docente en Los Menucos, Río Negro en una residencia mapuche para adolescentes donde estaba la única escuela secundaria en la zona. Fueron seis meses intensos que la ayudaron a construir su identidad.
A la vuelta rindió su tesis, tuvo una hija, fue preceptora y volvió tras el fallecimiento de su papá intentando asumir un desafío que no era para ella. Volvió a la docencia siendo la Escuela Superior de Bellas Artes el lugar donde más estuvo. Y el año pasado se jubiló.
- ¿Qué pasó con tu faceta de artista en todo ese tiempo?
Durante toda esa etapa, nunca dejé de pintar. En Córdoba formé parte de Apac (Artistas Plásticos Agrupados Cordobeses), en San Francisco me uní a Apa. Después de unos años los dejé por cuestiones personales, pero la docencia fue lo que me abrió a lo social y a estar ligada con el arte. Siempre trabajando en el taller. Poco mientras ejercía la docencia porque yo sentía y siento un compromiso muy grande. Cuando me jubilé tuve mucho más tiempo para estar en el taller sin pensar en otra cosa.
- ¿Cuál creés que fue el momento en que empezaste a disfrutar con la pintura?
No tengo muchos recuerdos con tomar el lápiz, salvo dibujar en la tierra, pero no son recuerdos concretos. Sí recuerdo el secundario, cuando nos daban actividades prácticas. La adolescencia generalmente es cuando se deja el dibujo, pero yo ahí fue cuando comencé a dibujar mucho. Esto perduró y se incrementó en la etapa siguiente. Pero tengo a la adolescencia como esa etapa donde dibujar era pasar a la imagen vivencias fuertes que se tienen a esa edad. Allí se definió mi vocación por la arquitectura.
El arte tiene una relación permanente con lo que sucede en el tiempo en que vive.
- Si tuvieras que definir tu estilo ¿Cómo te presentarías?
Yo soy bastante crítica en función de lo que quiero plasmar y lo que quiero decir, eso se nutre de los valores que uno fue construyendo a lo largo de la vida. Yo siento un compromiso con la época en que vivo y eso se traduce en mi trabajo. Mi trabajo está ligado a la expresión y que refleje lo que yo pienso.
- ¿En qué etapa te encontrás como artista?
Yo no quería ser docente, fui a estudiar Arte a Córdoba. Al final fui docente y es una de las mejores cosas que me ha pasado, el compromiso frente a los otros y otras para mí fue un crecimiento en todo aspecto incluso hasta en mi propia obra. Hay un momento en que uno sabe que se tiene que retirar de eso, hay que saber cuándo termina una etapa y uno entra a otra puerta y empiezan a florecer otras cosas. Todo eso me nutrió para ser lo que soy, ¿para que vivimos si no es para sumar experiencia?
El arte atravesó cada momento de su vida