El karate cambió su vida y la de sus alumnos
A Amelia Mendoza no le importó practicar una disciplina que históricamente fue dominada por los hombres. Los valores y herramientas que adquirió, hoy los transmite para mejorar la vida de sus estudiantes.
El karate para Amelia Mendoza es algo más que una pasión. A sus 66 años, la instructora en el instituto que lleva su nombre se anima a decir que esta disciplina le cambió la vida. En su espacio recibe a hombres y mujeres, jóvenes y adultos, a quienes les transmite los conocimientos que viene adquiriendo desde hace más de cuatro décadas. No solo busca que sean mejores personas, sino además evitar que muchos caigan en las adicciones.
A nivel personal, Amelia, quien viene de ser distinguida como una de las "Mujeres del año" en nuestra ciudad, dice sentirse plena. Lleva un marcapasos pero no lo impide sigue adelante con la enseñanza y capacitándose porque al karate lo convirtió "en su motor de vida para sentirse feliz". Es más, en este contexto encontró el amor.
Nace de la admiración
Mendoza era desde joven inquieta por naturaleza, siempre estaba activa y buscaba - sin saberlo - volcar todo eso en algún arte. Dentro de su familia tenía un primo al que en cierta forma admiraba, el cual supo leer su necesidad.
"Siempre me gustó hacer actividad física, y mi primo que vivía lejos sabía que hacía Judo. Él me invitó a que buscara en la ciudad hacer alguna actividad similar y así fue que me anoté para aprender karate el 13 de mayo de 1974", recordó.
Hoy es 8º Dan dentro de la especialidad 'Kyudokan Higa Te' y según aclaró a LA VOZ DE SAN JUSTO, vendría a ser como "ocho veces cinturón negro".
Según confió la entrevistada, el karate la cambió por dentro y por fuera. Es decir, dio en su vida un giro de 180 grados, básicamente en su personalidad.
"El karate me llevó a tenerlo como una forma de vida porque no solo lo aprendí sino que mejoré también en la convivencia y me sirvió para ser mejor persona. Me dio mucho sin que yo le pida nada y por eso estoy muy agradecida", expresó.
Y esto, que a la vez la emociona, lo trata de inculcar con la enseñanza y el ejemplo a sus alumnos. No tuvo hijos, pero en ellos encontró un vehículo para guiarlos por los buenos hábitos de vida, y si es necesario enseñarles que el karate puede significar una salida de cualquier problema y hasta adicción: "El karate requiere que llevemos una vida con buenos hábitos, saludable. Muchos han dejado de fumar, o una adicción y mejoraron su personalidad sin volver a recaer", aseguró.
¿Cosa de hombres?
Mendoza es una de las pocas mujeres que lleva tantos años trabajando y perfeccionándose en la disciplina, no solo en la ciudad sino en el mundo. Se trata de una actividad que históricamente practicaron los hombres, sin embargo para esta mujer no hubo "peros". Decidida, aprendió como cualquier otra persona sus habilidades sobre las que enfatizó: "Son para mejorar la vida, la práctica, pero no para pelear".
Y donde había hombres, Amelia veía solo personas y todas tenían en común lo mismo: aprender. Por eso, sin prejuicios se incorporó a este mundo y encima encontró el amor de Julio César Bustos: "Encontré el amor con el karate, por eso no puedo negar que me ha dado muchas alegrías", expresó.
Gracias al karate "muchos han dejado de fumar, o una adicción y mejoraron su personalidad sin volver a recaer"
Sigue adelante
Aunque tiene un marcapasos por presión arterial, Mendoza sigue enseñando y practicando karate, y si bien no tuvo hijos, se considera una "madraza" con sus alumnos más jóvenes.
"El karate mejoró mi vida en todo sentido, era una chica tímida y retraída. No tenía confianza en mí misma", aseguró.
El miedo no le impidió hacer cosas, superarse, encontrar su lugar en el mundo y ganar años de una gran calidad de vida, pero por sobre todas las cosas a esta mujer el karate le dio como legado la posibilidad de servir a los demás. Y eso, sin dudas, tiene un valor enorme.