El hombre, su obra y el mundo de Gui
El hombre, su obra y el mundo de Gui
Ligado
a lo industrial por la tradición familiar, el artista Gui
rompe con ese molde y lo acompaña con sus dibujos, pinturas y los murales que
personalizan las paredes del edificio donde un día funcionó Bianchi. Guillermo
Barberis habla de sí mismo y la unión con el arte. Este es su perfil.
Ligado
a lo industrial por la tradición familiar, el artista Gui
rompe con ese molde y lo acompaña con sus dibujos, pinturas y los murales que
personalizan las paredes del edificio donde un día funcionó Bianchi. Guillermo
Barberis habla de sí mismo y la unión con el arte. Este es su perfil.
-
Gui remodeló un área del antiguo edificio de la fábrica familiar y le imprimió su arte. (Fotos: Emiliano Lavezzini / LA VOZ DE SAN JUSTO)
Por Ivana
Acosta | LVSJ
En una parte
del edificio donde un día funcionó la fábrica Bianchi cueros (hoy trasladada al
Parque Industrial) está el estudio y la casa de Guillermo Barberis, más
conocido como Gui, y más popular todavía por los dibujos convertidos en murales
estridentes y llenos de interrogantes y colores en diferentes paredes de la
ciudad.
Mientras su
sobrino desliza su propio arte en un área de la casa, Gui hizo una breve
recorrida sobre cómo está ese hogar y deslumbra con su estudio donde trabaja y
da rienda suelta a sus ideas y dibujos. Ya no está en las calles por diferentes
cuestiones de la vida que lo llevaron a necesitar un espacio más íntimo donde
no estar tan sumergido en los tiempos.
La casa es
un pequeño recorte dentro del enorme edificio que no es más una fábrica, sino
que se combina con los destellos de su hogar y estudio de trabajo. Es, en
cierta manera, un punto y aparte tal como lo es Gui.
Amó el
dibujo desde que era pequeño y fue madurando esa tendencia aun cuando estudiaba
Diseño Industrial en la universidad en la ciudad de Córdoba, después pegó la
vuelta y no empezó de nuevo, sino que inició un camino en base a esa
experiencia ya acumulada.
Esta no es
una entrevista acerca de un trabajo puntual o de lo que dicen las obras de Gui,
en realidad es el retrato de este artista.

Siempre
hay una conexión con ese niño que empieza a dibujar y que tiene una necesidad
de que se mantenga vivo para poder seguir.
- ¿Podrías
resumir en pocas palabras tu obra, tu estilo?
No me
considero dentro de un movimiento específico, hay uno que se llama outsider que
me interesa, pero creo que si tuviera que hacer una obra dependería de eso. Estoy
en un proceso de aprendizaje, no hice un cierre. Me considero parte de un
movimiento más grande y que ese movimiento todavía no está definido.
- En tus obras hay distintas líneas de búsqueda,
pero en todas hay algo "de niño" en su forma, ¿Cuál es tu primer contacto con
la pintura?
Desde niño
tengo la necesidad muy grande de dibujar, esa conexión con el dibujo
desarrollada durante toda la infancia. En el primario mi mejor amigo era el que
dibujaba todo el tiempo y yo me sentaba al lado de él. Entrando más a la
adolescencia se puede un poco esa conexión con el dibujo se diluye un poco, en
la universidad me sentaba al lado del que sabía pintar y compartíamos eso.
Siempre hay una conexión con ese niño que empieza a dibujar y que tiene una
necesidad de que se mantenga vivo para poder seguir.

Cuando volvió de Córdoba, Gui le puso su impronta a varias paredes de la ciudad con sus murales.
- ¿Cómo
alimentás a ese niño?
Hay una
maduración también que se puede ver en los cuadros, pero la base creo que es
esa. El dibujo es algo que todos los niños hacen y la mayoría de los adultos lo
pierden siendo que es algo que todos pueden hacer, todos pueden dibujar, pero
se pierde no sé porqué a nivel masivo.
- ¿Cómo
uniste al artista con la carrera de Diseño Industrial (DI) que estudiaste?
Sabía que
quería dibujar y explorar eso. Al elegir qué estudiar quería hacer algo
relacionado al dibujo y terminé en DI, en la carrera me voy encontrando de
nuevo con el dibujo pero ya de una manera profesional. Al terminar de cursar
armamos un grupo con amigos llamado Lúdico y empezamos a pintar murales dentro
de un movimiento que estaba sucediendo a nivel global. Estábamos queriendo
sacarnos de encima tanta formalidad propia de una carrera y comenzamos una
búsqueda de descubrimiento, de expresión. Fue una catarsis expresiva acumulada
de ideas.

A este artista no le gusta encasillarse - todavía - en ninguna corriente.
- ¿Cómo fue
tu regreso de Córdoba?
No quería
volver, había generado una vida, había hecho un grupo de amigos y tuve que
dejar todo eso. En el momento que llegué acá empecé a trabajar pensando en
aportarle algo a la ciudad, recorrerla, tener mi estudio, pintar murales me
pareció interesante a nivel personal porque uno se reencuentra con uno mismo en
muchas cuestiones.
- En San
Francisco te encontraste con un escenario seguramente ¿Qué encontraste? ¿Cómo
fue pintar acá?
Yo estudié
DI y tenía de lado el arte. Cuando terminé de cursar me pregunté si quería
salir a pintar y al volver pensé en lo mismo '¿Cómo quería la ciudad?'. No
había muchas paredes pintadas y no lo pensé tanto salí a pintarlas.

El artista en su estudio, su casa, que también fue la
fábrica familiar.
Por Ivana
Acosta | LVSJ
En una parte
del edificio donde un día funcionó la fábrica Bianchi cueros (hoy trasladada al
Parque Industrial) está el estudio y la casa de Guillermo Barberis, más
conocido como Gui, y más popular todavía por los dibujos convertidos en murales
estridentes y llenos de interrogantes y colores en diferentes paredes de la
ciudad.
Mientras su
sobrino desliza su propio arte en un área de la casa, Gui hizo una breve
recorrida sobre cómo está ese hogar y deslumbra con su estudio donde trabaja y
da rienda suelta a sus ideas y dibujos. Ya no está en las calles por diferentes
cuestiones de la vida que lo llevaron a necesitar un espacio más íntimo donde
no estar tan sumergido en los tiempos.
La casa es
un pequeño recorte dentro del enorme edificio que no es más una fábrica, sino
que se combina con los destellos de su hogar y estudio de trabajo. Es, en
cierta manera, un punto y aparte tal como lo es Gui.
Amó el
dibujo desde que era pequeño y fue madurando esa tendencia aun cuando estudiaba
Diseño Industrial en la universidad en la ciudad de Córdoba, después pegó la
vuelta y no empezó de nuevo, sino que inició un camino en base a esa
experiencia ya acumulada.
Esta no es
una entrevista acerca de un trabajo puntual o de lo que dicen las obras de Gui,
en realidad es el retrato de este artista.

Siempre
hay una conexión con ese niño que empieza a dibujar y que tiene una necesidad
de que se mantenga vivo para poder seguir.
- ¿Podrías
resumir en pocas palabras tu obra, tu estilo?
No me
considero dentro de un movimiento específico, hay uno que se llama outsider que
me interesa, pero creo que si tuviera que hacer una obra dependería de eso. Estoy
en un proceso de aprendizaje, no hice un cierre. Me considero parte de un
movimiento más grande y que ese movimiento todavía no está definido.
- En tus obras hay distintas líneas de búsqueda,
pero en todas hay algo "de niño" en su forma, ¿Cuál es tu primer contacto con
la pintura?
Desde niño
tengo la necesidad muy grande de dibujar, esa conexión con el dibujo
desarrollada durante toda la infancia. En el primario mi mejor amigo era el que
dibujaba todo el tiempo y yo me sentaba al lado de él. Entrando más a la
adolescencia se puede un poco esa conexión con el dibujo se diluye un poco, en
la universidad me sentaba al lado del que sabía pintar y compartíamos eso.
Siempre hay una conexión con ese niño que empieza a dibujar y que tiene una
necesidad de que se mantenga vivo para poder seguir.

Cuando volvió de Córdoba, Gui le puso su impronta a varias paredes de la ciudad con sus murales.
- ¿Cómo
alimentás a ese niño?
Hay una
maduración también que se puede ver en los cuadros, pero la base creo que es
esa. El dibujo es algo que todos los niños hacen y la mayoría de los adultos lo
pierden siendo que es algo que todos pueden hacer, todos pueden dibujar, pero
se pierde no sé porqué a nivel masivo.
- ¿Cómo
uniste al artista con la carrera de Diseño Industrial (DI) que estudiaste?
Sabía que
quería dibujar y explorar eso. Al elegir qué estudiar quería hacer algo
relacionado al dibujo y terminé en DI, en la carrera me voy encontrando de
nuevo con el dibujo pero ya de una manera profesional. Al terminar de cursar
armamos un grupo con amigos llamado Lúdico y empezamos a pintar murales dentro
de un movimiento que estaba sucediendo a nivel global. Estábamos queriendo
sacarnos de encima tanta formalidad propia de una carrera y comenzamos una
búsqueda de descubrimiento, de expresión. Fue una catarsis expresiva acumulada
de ideas.

A este artista no le gusta encasillarse - todavía - en ninguna corriente.
- ¿Cómo fue
tu regreso de Córdoba?
No quería
volver, había generado una vida, había hecho un grupo de amigos y tuve que
dejar todo eso. En el momento que llegué acá empecé a trabajar pensando en
aportarle algo a la ciudad, recorrerla, tener mi estudio, pintar murales me
pareció interesante a nivel personal porque uno se reencuentra con uno mismo en
muchas cuestiones.
- En San
Francisco te encontraste con un escenario seguramente ¿Qué encontraste? ¿Cómo
fue pintar acá?
Yo estudié
DI y tenía de lado el arte. Cuando terminé de cursar me pregunté si quería
salir a pintar y al volver pensé en lo mismo '¿Cómo quería la ciudad?'. No
había muchas paredes pintadas y no lo pensé tanto salí a pintarlas.

El artista en su estudio, su casa, que también fue la
fábrica familiar.