El goleador al que las piernas lo abandonaron
El mejor jugador de la primera era, el que inventó el oficio de goleador, el que creó al futbolista compadrito y bien pagado: "La Fiera". De reventar redes y arqueros a pelotazos, a vivir sin piernas. Bernabé Ferreyra. El mito.
Por Manuel Montali | LVSJ
El tipo está postrado. Esas piernas, esos cañones con los que se cansó de romper redes, ya no le responden. Pero no pierde la gracia. Si le hablan de sus épocas de gloria en River, seguramente dirá: "Yo les enseñé a jugar al fútbol".
Es "La Fiera", el "Ñato, el "Mortero" de Rufino. Es Bernabé Ferreyra, el hombre que tuvo más goles que partidos, el que inventó al goleador. Todavía más: es el hombre que inventó al futbolista.
Porque no se puede hablar del futbolista como ídolo de masas, del futbolista fanfarrón, sin empezar por Bernabé.
"La Fiera" había nacido en Rufino, Santa Fe, el 12 de febrero de 1909. Desde muy pibe empezó a generar asombro con sus goles en el amateurismo. Su hermano, uno de sus primeros mentores, lo hacía patear desde que se levantaba hasta que se acostaba, como si estuviera criando al mejor pistolero de un western.
Tras un brevísimo paso por Newell's Old Boys, Ferreyra llegó a Tigre, a fines de la década del '20. Antes de afianzarse del todo en el "Matador", lo prestaron para que hiciera un par de giras amistosas internacionales con Huracán y Vélez Sarsfield. Hizo cerca de 50 goles en unos 33 partidos. Se cuenta que en un amistoso en Perú mandó al arquero rival al hospital de un pelotazo. Que el arquero le pidió que, cuando jugaran la revancha, le avisara al momento de patear, para poder correrse. Y que así fue.
Durante 1929 y 1931 la rompió toda (y rompió todos los arcos, y algunas pelotas) en Tigre. En su primer partido, contra El Porvenir, marcó cinco goles. En números oficiales, hizo 47 en 50 partidos. Y apareció entonces River en 1932, el "Millonario", para hacerle fama a su reciente apodo y comprarlo por el monto más grande que se hubiera pagado hasta entonces en el mundo por un jugador. Sus registros fueron similares a los que arrastraba desde el amateurismo: 19 goles en 12 fechas consecutivas. Se llegó a poner un premio a disposición del arquero que terminara con el arco invicto ante Bernabé. La racha recién se cortó contra Huracán y el golero Cándido De Nicola se quedó con la recompensa.
Se decía que todos los goles suyos eran de más de 30 metros, lo que habla de su potencia y rapidez. Incluso, si cabeceaba abajo del arco, la crónica diría que había cabeceado desde afuera del área, porque el mito ya había nacido con él en cancha. En un partido contra Chacarita, recibió la bola en mitad de cancha. No vio a ningún compañero cerca. "¿Qué iba a hacer con la pelota si no la podía pasar?", se preguntó. Y entonces pateó al arco... Golazo.
En River hizo furor. Él reventaba redes y la gente reventaba los estadios para verlo. Se convirtió en un verdadero ídolo popular. Ganó el torneo de 1932, el primero del "Millonario" en la era profesional, como máximo goleador del certamen, y luego siguió sumando varios títulos más. Los cañonazos del "Mortero" de Rufino eran imparables. Fernando Bello, uno de los grandes arqueros en la historia de Independiente, se animó a atajarle un penal. Quedó tan mareado que contaba luego que recién se percató de su proeza cuando sus compañeros fueron a abrazarlo. Y hay una leyenda que dice que, ese día, el gran "Tarzán" terminó con las dos muñecas quebradas.
Ferreyra tuvo un paso breve por la selección, jugando la Copa América de 1936 y de 1937, donde Argentina salió campeón.
Siguió jugando y rompiendo la media goleadora en River, perdón, en "Ferreyra Fútbol Club", hasta tener más tantos que partidos, con números que hasta la era de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo no se habían vuelto a ver.
Era fanfarrón, se peleó con todo River por pedir un arreglo importante de plata para seguir jugando después del título de 1932, argumentando que ese campeonato lo había ganado él... Era una figura que rompía aguas: o lo amaban o lo odiaban. Pero sus compañeros siempre destacaron su generosidad, que el buen dinero que ganaba terminaba en manos de quien lo necesitara. Y que nunca se quejó, ni ante las patadas más criminales que le daban. Lo expulsaron una sola vez, en un clásico contra Boca, cuando un contrario logró hacerlo reaccionar. Los dos terminaron afuera, y todavía más, detenidos en la comisaría. Allí, Bernabé asumió la culpa y pidió que liberaran a su rival.
No exageramos al hablar de Bernabé como un ídolo de masas. Hay tangos que hablan de él. Carlos Gardel, en una oportunidad en que se cruzaron, le dijo que había estado esperando conocer a "La Fiera". Bernabé le respondió: "No, maestro, 'La Fiera' sos vos cuando cantás". Y, como el "Zorzal", él también se dio hasta el gusto de ser actor de cine, en 1937, en la película "El cañonero de Giles", protagonizada por Luis Sandrini (que obtenía misteriosos talentos como futbolista a partir del ladrido de un perro). Ya retirado, tuvo varias más apariciones en pantalla grande.
Pero para 1939, con apenas 29 años, tuvo que dejar el fútbol. "Con treinta se puede agarrar una falta envido", decía. Ya en sus últimos partidos no podía pisar un campo de juego si no era con las rodillas cubiertas de vendas. Infinidad de defensores habían hecho hasta lo imposible por frenarlo. Y cuando decimos imposible, decimos patadas a lo Krupoviesa, porque así como los arqueros disputaban el premio de terminar con el arco invicto, los defensores se querían llevar como trofeo una lesión de "La Fiera". Y las piernas le dijeron basta, adiós.
Los años pasaron, la popularidad menguó y aparecieron nuevos ídolos. Bernabé atravesó períodos de convalecencia, postrado, en silla de ruedas, hasta su muerte en 1972.
Desde ahí, si le preguntaban por su mejor partido, decía que los periodistas siempre habían hablado de un 5-0 contra Independiente en 1932. ¿Cuántos goles hizo? Ninguno. El que ganó fue el "Rojo". Pero hasta el último minuto, Bernabé corrió y bajó hasta su arco a pedir la pelota para intentar descontar. Orgullo. Eso, en su primer año en River, fue lo que gestó al primer ídolo, al primer futbolista, al primer goleador.