El “fantasma” con tumba masónica
Si se habla de fantasmas, quizá el más popular en San Francisco es el de Cecil Newton. El exdirector de la Escuela Normal tiene un prontuario de "apariciones" en ese edificio. Su otro lugar es el cementerio, donde se le erigió el monolito que fue declarado Monumento Histórico.
Por Manuel Montali | LVSJ
El cementerio no es el único espacio de nuestra ciudad en el que abundan las historias de ultratumba. Y si se habla de espectros, quizá la leyenda más popular en San Francisco es la que refiere al "fantasma" de Cecil Elsdale Newton.
El "inglés de los perros", recordado exdirector de la Escuela Normal "Nicolás Avellaneda", tiene un prontuario de "apariciones" en el edificio histórico, donde supo residir los últimos meses de su vida. Su otro lugar es por supuesto nuestro cementerio, donde la comunidad educativa le erigió un monolito con una placa, en la que se identificaban símbolos masónicos, el cual fue declarado "Monumento Histórico" por la municipalidad de San Francisco.
De acuerdo con los testimonios que fueron transmitiendo sus alumnos, Newton había nacido en 1871 en Combe Down, Inglaterra. En Oxford había obtenido un título equiparable acá al profesorado en ciencias. Y llegó a Argentina junto a una camada de educadores contratados durante la segunda presidencia de Julio A. Roca, con Osvaldo Magnasco como ministro de Instrucción Pública (1898-1901).
Según algunas versiones, Newton había arribado con su esposa Hanna Carmen Reiter y la hija de ambos, pero la mujer se quitó la vida al poco tiempo y la niña fue enviada de regreso a su país natal para ser criada por otros familiares. No hay muchas certezas sobre ello, como tampoco hay mayores datos sobre su intimidad. De acuerdo con otros testimonios, la muerte de la mujer fue lo que motivó a Newton a poner océano de por medio con su dolor. Lo cierto es que Cecil se instaló en Argentina dispuesto a hacer su vida aquí, y solo regresó a Inglaterra en una ocasión, durante el verano 1922-1923, para nutrirse en Oxford de novedades en materia pedagógica.
El educador llegó a nuestra ciudad en 1918, con el objeto de reemplazar al primer director de la Normal, Pascual Bailón Sosa. Venía precedido por honores y una trayectoria destacable. Previamente, había sido destinado a San Luis, donde fundó y dirigió la Escuela Normal Regional Mixta y sería presidente del Consejo de Educación. También fue rector del Colegio Nacional Carlos Pellegrini de Pilar. Venía también con una ristra de baúles llenos de libros (muchos de los cuales son "tesoros" que se conservan en la escuela que lo alojó): manuales en inglés, alemán y español, que abarcaban áreas como literatura, química, física e ingeniería.
Un "cruzado" contra las pestes
Tal como consta en "San Francisco. Su tierra - la aldea - su escuela", de Joaquín Martínez, Newton se adaptó rápidamente a la comunidad, quizá más rápido de lo que a la ciudad le llevaría asimilar las innovaciones que él traía. Bajo el propósito de formar docentes conforme a lo que los nuevos tiempos demandaban, en San Francisco fue pionero en disposiciones de higiene y sanidad para la escuela (construyendo aljibe para sustituir pozos, filtrando agua de lluvia para no beber el líquido arsenioso de la napa, distribuyendo bebederos automáticos y emprendiendo una "cruzada" contra las moscas mediante desinfección diaria e incineración de desechos). También lo fue en la práctica de deportes típicos de su país de origen (golf, básquet, tenis y rugby). Pero, sobre todo, de las ciencias exactas y el método experimental. Se destaca que este educador cultivó la búsqueda permanente del cómo y no el porqué de los fenómenos.
Muy querido por sus alumnos y la comunidad educativa en general, pese a su parquedad inglesa, disfrutaba de charlar (con un español prolijo y sin acento británico) y ayudar -té mediante- a los estudiantes con problemas de aprendizajes, además de los paseos típicos con sus perros, que le valieron el apodo por el que se lo recuerda.
El "inglés de los perros", recordado exdirector de la Escuela Normal "Nicolás Avellaneda", tiene un prontuario de "apariciones" en el edificio histórico
La muerte y la leyenda
El edificio actual de la Normal se inauguró bajo su dirección, en mayo de 1934. Cecil, que ya en 1930 había sido afectado por un epitelioma, se instaló en el primer piso, donde vivió sus últimos meses, sin descuidar en ningún momento la tarea docente. Falleció el 3 de marzo de 1935. En sus viejas dependencias funciona hoy el museo de la escuela. Allí es donde empezó la leyenda de su "fantasma".
Sin deudos en nuestra ciudad, más allá de sus principales colaboradores en la escuela, el regente José Aguirre y la secretaria Aurora Munchs de Valenti, fueron ellos y el alumnado los que se encargaron de despedirlo en su inhumación provisoria en el panteón de la Sociedad Española. Mientras tanto, recaudaron fondos para erigirle un monolito en el cementerio local, con una leyenda que rezaba: "Guardar tus restos fue el ideal. Lo superó el afecto de tus alumnos. Esta columna trasunta tu ejecutoria de forjador".
Dicha construcción fue declarada con los años como Monumento Histórico por la municipalidad. En su placa original se advertían además el compás y la escuadra característicos de los masones (lamentablemente, la placa principal no fue inmune a los robos generalizados en el cementerio). Se generaron innumerables teorías, pero no subsisten registros de que Newton haya sido parte de la logia. El mismo Cecil, ferviente defensor del método científico, no nos permitiría ninguna afirmación sin pruebas que la sustenten. Quizá estos símbolos solo representen el mandato de exactitud de cálculo en toda medición como forma de proceder ante la vida.
Pero, a veces, los misterios de la vida y la muerte toman una ruta diferente a la de las ciencias. En la Normal, desde entonces, no hay ruido o fenómeno extraño que no se atribuya a Newton, sobre todo en cercanías a las instalaciones de la planta superior. Se han realizado incluso diversas experiencias nocturnas, con recorridos por el edificio, proyecciones y recreaciones artísticas, buscando dar con "pistas" de la presencia del exdirector o al menos usar de excusa estas leyendas para homenajearlo.
De esta manera, gracias al esfuerzo mancomunado de su comunidad adoptiva, el "fantasma" o legado del "inglés de los perros" puede seguir caminando tranquilo, entre su casa en la escuela y la que le obsequiaron sus discípulos en la "Quinta del Ñato".
El homenaje al director inglés en el cementerio fue declarado "Monumento Histórico" por la municipalidad de San Francisco