El ejemplo de la democracia universitaria

La ceremonia de asunción de las nuevas autoridades de la UNC fue, tal como lo expresó su flamante titular, un ejemplo claro de cómo debe entenderse la democracia. No solo en los ámbitos académicos. También en las instituciones de corte político establecidas por la Constitución.
La Reforma Universitaria que surgió en Córdoba en 1918 tuvo repercusiones notables en las casas de altos estudios de toda Latinoamérica. Los postulados de los reformistas no solo promovieron cambios académicos, sino también una mayor vinculación con las problemáticas políticas y sociales que envuelven la realidad histórica de los pueblos. Es decir, el objetivo de reformar la enseñanza no puede desligarse de lo que ocurre en el seno de la sociedad.
Así, a más de un siglo, la Reforma surgida en la más antigua universidad del país mantiene vigencia en el cogobierno entre docentes, graduados y estudiantes, en la autonomía, en la libertad de cátedra, en la publicidad de los actos universitarios, en la investigación científica, en la enseñanza laica y gratuita, en la ayuda social al estudiante y en su vinculación estrecha con el mundo del trabajo, entre otras facetas no menos sobresalientes. La asunción del nuevo rector de la Universidad Nacional de Córdoba ha venido a ratificar, una vez más, estas premisas que grafican la posibilidad de que la libertad dentro del aula y la democracia fuera de ella son -o deben ser- estandartes de la vida universitaria.
En tiempos en los que el maniqueísmo y las posturas fanáticas ganan terreno, fue todo un símbolo que hayan participado los anteriores rectores Carolina Scotto y Francisco Tamarit en el acto de asunción de John Boretto y la sanfrancisqueña Mariela Marchisio al frente de la histórica Casa de Trejo. Se trata de académicos de fuste que, sin embargo, poseen miradas diferentes sobre lo que debe ser la universidad, así como militancia política de signo diferente. Lo que debería ser habitual en un país normal, se convierte en un signo que es ejemplo de convivencia, pluralismo y respeto. Valores que la dirigencia política nacional no ejerce ni milita. Y que debería imitar de quienes, al menos en la Universidad de Córdoba, se encargan de mantenerlos vivos y actualizados.
En ese sentido, el mensaje inaugural del nuevo rector fue contundente: "La renovación de sus autoridades es la expresión más clara del ejercicio y vigencia de la democracia universitaria". Que, por cierto, tiene diferencias con la que debe existir en el Estado debido a que los propósitos son distintos. Sin embargo, hay formas y modos de ejercer los principios democráticos que exigen conductas hoy observables en la universidad y ausentes o muy escasas en las instituciones estatales.
Por otra parte, manteniendo los axiomas reformistas que promueven vinculación con la sociedad, el rector Boretto expresó en su discurso que "los altos niveles de pobreza, el deterioro de la educación, las crisis económicas recurrentes, y la incertidumbre nos comprometen a que la universidad sea protagonista, contribuyendo en la búsqueda de soluciones, sin rehuir de su responsabilidad amparándose en una actitud corporativa". Para ello, de acuerdo a su visión, "la universidad debe profundizar aún más su inserción en la sociedad". "Trabajar fuertemente en la satisfacción de las demandas surgidas de problemáticas sociales, contribuyendo en la generación de valor en el entramado socio-productivo de nuestra región", explicó.
En definitiva, la ceremonia de asunción de las nuevas autoridades de la Universidad Nacional de Córdoba ha sido, tal como lo expresó su flamante titular, un ejemplo claro de cómo debe entenderse la democracia. No solo en los ámbitos académicos. También en las instituciones de corte político establecidas por la Constitución.