El día que el luto invadió el circo
En la siesta de la Biblioteca de El Tala, "Tito" Lamberti dejó los libros de lado para contar la desdichada historia de un señor de quien no se recuerda el nombre, pero que con su pérdida embargó de tristeza a todos.
"Don "Tito cuente alguna anécdota que
recuerde" le dijimos. Y entonces Eusebio Lamberti nos cuenta del viejo
"Hagenberg", el circo más grande que hubo en la ciudad y de lo que pasó con los
leones y la carpa mientras el show debía continuar.
Es que hace mucho llegó un circo grande que en la memoria de él se hizo gigante. Tenía un año cuando en 1937 el gran "Hagenberg" desembarcó en San Francisco.
Los trenes trajeron todos sus elementos hasta el interior del país y dicen que fue el más grande que llegó a estas tierras. "Tito" era muy chico, apenas daba sus primeros pasos y fue su papá que al crecer le heredó las anécdotas que sucedieron durante la estadía del "Hagenberg".
Como las caras de la tragedia y la comedia, una fue divertida y otra enlutó a todos en la ciudad y carpa adentro. "Tito" primero nos introdujo en el contexto. Dijo que "su padre siempre le contó anécdotas y que por el paso del tiempo algunas siguen presentes en su mente" y otras se van archivando podría decirse.
La del "Hagenberg" nos lleva hasta 1937 cuando el ferrocarril trajo a todos los que componían este espectáculo hasta la ciudad. La gente no podía estar más conmovida. Dicen que era tan imponente y grande, que su carpa se extendió a lo largo y ancho de toda una manzana. Llegaron muchas personas y los animales, porque en esa época ellos también eran motivo de atracción.
Un amigo inesperado
"Tito" cuenta la historia como si fuera el mismísimo momento en que su papá se la relató. Se ve a él mismo siendo pequeño o eso parece al mirar sus ojos claros que chocan con la luz del sol de la siesta en la Biblioteca del Club El Tala.
El paso del tiempo hizo que Lamberti olvidara algunas cosas pero cierto día encontró un señor que le trajo al "Hagenberg" a la memoria. El nombre de ese personaje era Radamés Rovedatti (quien falleció el 13 de julio de 2012).
Lo que el papá de Lamberti recordaba del circo bien podría haber sido un cuento, pero su papá quizás desde el cielo le mandó un pequeño ángel que le recordó la anécdota.
"Mi papá me había contado que cuando vino el circo se escapó una pareja de leones y anduvieron por el barrio donde entraron a una carnicería del señor Leonetti", empezó a relatar a LA VOZ DE SAN JUSTO Lamberti.
La historia que él supo incluye "corridas y un susto grande para todos porque los leones comieron mucha carne y embutidos antes que los atraparan los domadores".
Sin embargo las cosas no terminan ahí. De la memoria de Rovedatti hay más datos que surgen y "Tito" ahora recuperó porque ese extraño vecino vio cómo sucedió todo ya que vivió en la época que ocurrió.
"Tito" es el hombre de las mil historias y ahora recordó una de un muerto del que no supo su nombre pero que cree que de esta forma vuelve por unos instantes a la vida.
El luto llegó al circo
Cuando comenzaron a levantar la carpa al ser tan grande se necesitaban a todos empleados pero también se contrataron a peones y emplearon a muchas personas. Nadie esperaba que la tragedia se estuviera gestando ahí mientras se levantaban los palos y colocaba el mástil central.
Los empleados tiraban y hacían fuerza con las sogas y trabajaban en función de lo que les indicaba el oficial principal. "Era una tarea titánica y peligrosa", sostuvo "Tito" en función de lo que le comentó el vecino.
Justo cuando estaban por terminar, una soga dijo basta. Solo alcanzó eso para que el equilibrio del tirante se terminara con tal mala suerte que el palo aplastó al oficial principal.
"Fue toda una tragedia y en los varios días que tomó armar la carpa no había música alegre como siempre pasa. Era clásica casi sacra como homenaje a ese señor", indicó "Tito".
La historia que Roveratti y su papá le contaron indica que ese señor que murió fue enterrado en nuestro cementerio pero su placa y lugar fue "olvidado" por todos conforme pasaron los años.
Al final, a "Tito" le preguntamos qué hizo que se decidiera a contar esta historia y entonces solo explicó: "En la tumba de Tutankamon está inscripta la frase de que nombrar a los muertos es traerlos por unos instantes a la vida".
Así pasó ese día con Roveratti y ahora con don "Tito" que impidió que todos olviden a ese circo y el día que todos estuvieron tristes por la muerte de un desconocido.