El deterioro de la cultura del trabajo
Siempre polémica y arriesgada en sus definiciones, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, defendió la eliminación de los feriados puente, al considerar que "la gente tiene que trabajar más porque en este país no trabaja nadie". Estas palabras significaron un revulsivo en la vana polémica que se instaló en el país por el decreto que modificó los días feriados.
Parece fácil de refutar la afirmación de la diputada Carrió, aunque debe enmarcarse en su estilo expresivo que provoca y genera adhesiones fervientes así como rechazos terminantes. No es verdad que en la Argentina nadie trabaja. Sí es cierto que la cultura del trabajo está resentida de manera grave por años de clientelismo populista que generaron un vendaval de prebendas y subsidios pero no fuentes de trabajo dignas.
¿Qué es la cultura del trabajo? Numerosas son las definiciones que pueden encontrarse. En la mayoría de ellas se hace mención a las formas de pensar, hacer y transmitir la experiencia vital del trabajo de una generación a otra, lo que hace posible una mejor convivencia social. Esto supone, además de conocimientos específicos en las distintas ramas de la producción, una actitud positiva y con deseos de progreso y respeto por el derecho de los demás.
El legado de aquellos inmigrantes que arribaron a esta tierra es la mejor expresión de esta cultura. En el interior del país es donde más se observa que todavía persiste esta experiencia de transmitir la pasión por hacer y producir. La familia primero, la escuela luego y las empresas o ámbitos laborales eran los escenarios donde se compartía el conocimiento y se enseñaban las pautas a las que ajustarse para que el trabajo fuese productivo.
Pero paulatinamente se vivencia un deterioro sustancial de esta capacidad social en todo el país, producto de las recurrentes crisis que afectaron al mercado laboral y, especialmente, de las erróneas políticas que declamaban inclusión pero que sólo consiguieron que muchos argentinos dejen de transmitir los valores del trabajo a generaciones que hoy viven sin horizontes, excluidos, marginados.
El fenómeno no se verifica solamente en lugares donde existen bolsones de pobreza y desocupación. También en estratos sociales más acomodados que reaccionan frente a anuncios que supondrían la eliminación de prolongados recesos establecidos por tradición pero hoy inconducentes, como por ejemplo lo que acontece en el Poder Judicial. Resulta notorio entonces que la Argentina muestra signos amenazadores de pérdida de la cultura laboral en muchos sectores de la sociedad. Los efectos de este deterioro son muy negativos para el desarrollo del país y tendrán incidencia la vida de las nuevas generaciones.
Volviendo a las palabras de la diputada Carrió, no se ajusta a la verdad la afirmación de que nadie trabaja. Pero el retroceso y decadencia del país en las últimas décadas se asocia directamente con la pérdida de valores sociales de capital importancia. Uno de ellos es el daño que, especialmente con la aplicación de visiones populistas diseñadas en el poder político, se le ha hecho a la cultura del trabajo.