El desarme de ETA
En España se escucharon voces escépticas ante la puesta en escena y se reclamaron más gestos de pacificación de los líderes de la organización.
Casi seis décadas después de su nacimiento y cinco años y medio después de renunciar a la violencia, la banda terrorista ETA culmina este sábado su proceso de desarme unilateral, sin haber obtenido concesión alguna del Gobierno. Tras haber anunciado que ya había entregado a la "sociedad civil" las armas y los explosivos, la comisión de verificación ha entregado a las autoridades francesas esta documentación y escenificó recientemente un acto público de desarme en la ciudad francesa de Bayona.
En España se escucharon voces escépticas ante esta puesta en escena y se reclamaron más gestos de pacificación de los líderes de la organización que nació para defender los intereses de la nación Vasca y se transformó con el tiempo en una banda de criminales que terminó derrotada en los hechos, aunque en sus proclamas continúe alabando sus "hazañas" en pos de la independencia de Euskadi.
Las dudas sobre la contundencia del desarme fueron expresadas por muchas voces de la política y la prensa española. Por ejemplo, el diario El Mundo, editorializó señalando que "ETA comunicó la localización de 120 armas de fuego, tres toneladas de explosivos y miles de detonadores y munición distribuidos en ocho zulos ubicados en Francia. Se trata de un arsenal pírrico y, en parte, obsoleto. La prueba es que las fuerzas de seguridad incautaron desde 2012 más del doble de las armas entregadas por la banda. Además, ETA ni siquiera ha aportado las pistolas robadas en el arsenal de Vauvert en 2006. Entonces fueron robadas 350 y faltaban 150 por recuperar, lo que certifica que no estamos ante un desarme real".
La realidad indica que el accionar de ETA debilitó de manera drástica las reivindicaciones del País Vasco. Porque ligó el reclamo de, al menos, mayor autonomía con matanzas y crímenes de toda laya que sólo llevaron desasosiego a gran parte de la población que la banda afirmaba defender. Es más, el diario El Correo de Bilbao publicó hace poco tiempo una encuesta cuyos resultados son terminantes para el discurso etarra: una abrumadora mayoría de los ciudadanos vascos apuesta por un marco autonómico y por permanecer dentro de España. Sólo el 18% reivindica la independencia. Eso sí: la mitad de la población defiende que se continúe negociando con Madrid un estatus de autonomía que otorgue más facultades al gobierno local.
El mismo diario bilbaíno sostuvo que "la fiebre soberanista que ha impregnado el debate político en Cataluña, y que se ha traducido en un pulso con el Estado, está muy lejos hoy por hoy del sentir de la sociedad vasca, según los resultados de la encuesta. El derecho a decidir, en sus diversas formulaciones, ocupa un menor espacio que en anteriores períodos, incluso en los mensajes de la izquierda abertzale, aunque se mantiene como uno de los principales elementos de controversia entre las distintas formaciones".
En este marco, si el desarme de ETA es real, quizás comience un nuevo tiempo en el que aquellas reivindicaciones nacionalistas vascas encuentren, en el marco de España, algunas respuestas. Lo cierto es que la estrategia de la violencia ha fracasado una vez más, lo que quedó reflejado en la "rendición de unos pistoleros" -a decir de El Mundo- cuya retórica continúa sin aceptar que ninguna idea política justifica la violencia.