El alfajor, un fenómeno también en San Francisco
Se estima que en la Argentina se consumen unos seis millones de alfajores al día, un promedio de 70 unidades por segundo.
El consumo de alfajor en nuestro país es por lejos un fenómeno popular y San Francisco no está al margen del mismo.
Se estima que en la Argentina se consumen unos seis millones de alfajores al día, un promedio de 70 unidades por segundo. En nuestra ciudad existen diversas fábricas de esta golosina tan popular que hacen que San Francisco marque un verdadero protagonismo en la región en cuanto a la elaboración de alfajores.
La familia Lemos, de larga tradición en la industria panadera local, desde 2001 comenzó con un nuevo emprendimiento: la fabricación de los alfajores cordobeses Colonia, considerados por los fabricantes como el "orgullo de la Pampa Gringa del Piamonte", a los que con el tiempo agregaron el tradicional de maicena.
En este caso, Raúl Lemos y su hija Virginia, explicaron que "nuestro alfajor es un producto típicamente artesanal, del tipo cordobés, compuesto por bizcochos rellenos con dulce de leche o mermeladas frutales de distintas variedades. A esto se agregaron los clásicos triples de chocolate y los santafesinos".
De toda esta variedad, sin dudas que el alfajor cordobés se lleva las preferencias de los clientes a la hora de elegir una variedad específica.
Además, Lemos explicó que el alfajor "es un producto alimenticio muy versátil porque sirve como desayuno, postre, colación, merienda o cena. Una excusa más que válida y muy práctica para degustar algo rico, sano y atractivo. En nuestro caso, elaboramos productos aptos para diabéticos y celíacos".
Preferencia por lo artesanal
"El alfajor tiene sus clientes exclusivos que no solo son los niños sino que es muy elegido por personas mayores, sobre todo porque tiene la particularidad de su frescura. El alfajor cordobés tiene una características muy apreciada en esta zona", agregó.
El entrevistado reconoció que al elaborar un producto prácticamente artesanal, "tenemos que enfrentarnos a los productos industrializados, que tienen un packaging muy particular y más llamativo, en tanto, la gente se está inclinando por los productos del tipo artesanal".
En cuanto a la presentación de los alfajores Colonia, los mismos vienen en caja, embalados por docena y luego tienen una versión más económica en bolsa aunque el producto es el mismo.
Si bien los puntos de ventas se ubican en la ciudad, explicó que "tenemos clientes puntuales que buscan nuestros alfajores para enviar a Neuquén, Bariloche, el norte, Brasil y algunos se han ido hasta Italia. En todos esos destinos llegaron nuestros alfajores como regalo representativo de nuestra ciudad y eso nos pone muy orgullosos".
Francisquito, un clásico
En 2002, Claudio Casas se animó a incursionar en la elaboración de alfajores artesanales del tipo santafesino bajo la marca "Francisquito", en homenaje a San Francisco de Asís, patrono de nuestra ciudad.
"Comencé elaborando alfajores en una época en la cual la Argentina se encontraba en un momento económico similar al presente. Siempre busqué la perfección en el producto y ahora estamos incursionando en el packaging de cada alfajor y a esto se suman nuevas cajas", indicó.
Francisquito tiene una amplia trayectoria en la región a partir de un abanico de productos puesto que además de alfajores, también ofrecen conos de chocolate y panes de campo que incluyen una versión saludable con semillas de girasol, chía y lino.
Santafesinos
y marplatenses
Al comenzar con la fabricación de alfajores se vio en la encrucijada de tener que elegir la variedad a elaborar y no dudó en inclinarse por el alfajor santafesino. En 2014 incorporamos el clásico marplatense de chocolate que actualmente se complementa con los mini alfajorcitos de dulce de leche bañados en chocolate. Comenzamos con una tapa elaborada en base a harina 0000 del molino Boero, una esencia especial, huevos, azúcar y demás productos que me permiten fabricar las tapas mientras que otros tercerizan el producto y solo arman".
Casas comentó que "hoy hay que apuntar mucho al mercado ofreciendo calidad, precio y rentabilidad. Soy muy respetuoso por el paladar de la gente y para eso hay que cuidar mucho la elaboración y en base a eso se debe trabajar con productos de primera calidad".
Al momento de tener que competir con las grandes marcas nacionales de este producto tan popular, Casas dijo que "a los supermercados se ingresa con la degustación. Hay que visitar a los supermercadistas y tener al día todos los requisitos que se piden en estos establecimientos. En mi caso ofrezco el producto en paquetes más reducidos y con diversas presentaciones que permiten diferentes precios. De todas maneras, todo empieza por visibilizar el producto que se fabrica, no hace falta tener mucho dinero para marketing, muchas veces solo basta con un poco de creatividad".
La
primera receta "de la que hay registro es de la hija de Juan Martín de
Pueyrredón, un manuscrito que se estima de 1840, y que lo planteaba sin masa:
tenía queso, membrillo y jerez", dijo a Télam Jorge D'Agostini, autor del libro
"Alfajor argentino, historia de un ícono". "A
tal punto el alfajor está ligado con la historia argentina que en 1853 José
Benjamín Gorostiaga, uno de los autores principales de la Constitución
Nacional, se alojó durante la convención constituyente en una alfajorería en
Santa Fe, donde trabajó en sus escritos", aseguró D'Agostini. Curiosamente,
la primera imagen de la venta de un alfajor en el país es de una litografía de
1844, donde se ve a una mujer negra ofreciéndoselo a un niño frente a la
Basílica de San Francisco, en Buenos Aires. Las
primeras recetas de alfajor se remontan al sur de España. Aquí comenzó como
parte de la venta ambulante a principios del siglo XIX, pero encontró su lugar
en la mesa los argentinos luego de pasar por pulperías y confiterías, para
llegar a los quioscos hacia 1940.Historia