El afán reeleccionista en la política argentina
El afán reeleccionista en la política argentina
La política argentina no consigue aprender esta lección histórica. Y mantiene un cuadro de situación en el que solo se habla de repetir en los cargos cuando llegan los años electorales.
La política argentina no consigue aprender esta lección histórica. Y mantiene un cuadro de situación en el que solo se habla de repetir en los cargos cuando llegan los años electorales.
Apenas comenzado el año electoral,
arrecian las especulaciones acerca de candidaturas a los máximos cargos de la
Nación y de las provincias. Las interpretaciones periodísticas y los
movimientos en uno u otro sentido de los principales dirigentes procuran
encontrar definiciones rápidas, urgidas por el caótico cronograma electoral de
un país que no acierta a encontrar un camino más lógico en este sentido.
En este marco, las aspiraciones de
reelección están al máximo. La gran mayoría de los actuales gobernantes
pretende repetir. Y no ceja en su intento de acaparar voluntades, en una tarea
proselitista que comenzará a abrumar en breve lapso a la población y que deja
pocos resquicios para la toma de decisiones de gobierno.
La noticia afirma que, además del
presidente de la Nación, de 16 gobernadores habilitados para buscar un nuevo
mandato, 14 ya avisaron que lo intentarán. El único que se bajó, el gobernador
de La Pampa lo hizo por problemas de salud, pero eligió ya a su reemplazante.
Hay otros que están impedidos por la ley, pero igual quieren presentarse.
Incluso uno de ellos, Casas de La Rioja, ya promovió un polémico plebiscito que
lo habilitaría. En otros casos, Santa Fe y Mendoza, se impulsó una reforma
constitucional provincial que, por fortuna, no prosperó todavía. Uno de los
mandatarios continuistas cumplirá 24 años en el cargo e irá por su sexta
gobernación. Es casi obvio aclarar que se trata del gobernador de San Luis. Lo
mismo vale para los municipios en todo el país, salvo contadas excepciones.
En una columna de opinión publicada en
agosto de 2012 en el diario La Nación, el economista Orlando Ferreres apuntó:
"No va a crecer la Argentina y menos en forma equilibrada si no hay federalismo
y democracia. Que cada gobernador se mantenga cuatro años en el cargo y que
solo pueda ser reelecto después de un período en el que gobierne otro candidato.
Esta situación se daba antes de esta ola en que grupos de pseudo políticos y
bajo el manto de "luchamos por el pueblo" han colonizando los puestos
públicos para exprimir y domesticar justamente al pueblo que dicen defender y
llenar de impuestos y cargas fiscales a los productores hasta el agobio y el
desánimo".
La actual realidad electoral argentina
demuestra que, por más cambios que se pregonen, las cosas siguen de la misma
manera. Incluso peor porque en algunos casos se manipulan las normas
constitucionales a gusto y piacere de quien pretende seguir en su cargo. El
episodio de La Rioja es el grotesco ejemplo de que a buena parte de la
dirigencia política solo le interesa mantenerse en el poder, pese a que su
discurso pregona el respeto a las instituciones democráticas.
De salvadores e iluminados está plagada
la historia argentina. Y el desbarranco que viene de muchas décadas atrás es
producto también de esta persistente manía reeleccionista. Porque la verdadera
democracia es elección y alternancia en el poder, no reelección permanente.
La política argentina no consigue
aprender esta lección histórica. Y mantiene un cuadro de situación en el que
solo se habla de repetir en los cargos cuando llegan los años electorales. En
una verdadera democracia no se puede concebir que los representantes del pueblo
acomoden cronogramas electorales y manipulen la legalidad en base a sus propios
intereses.
Apenas comenzado el año electoral,
arrecian las especulaciones acerca de candidaturas a los máximos cargos de la
Nación y de las provincias. Las interpretaciones periodísticas y los
movimientos en uno u otro sentido de los principales dirigentes procuran
encontrar definiciones rápidas, urgidas por el caótico cronograma electoral de
un país que no acierta a encontrar un camino más lógico en este sentido.
En este marco, las aspiraciones de
reelección están al máximo. La gran mayoría de los actuales gobernantes
pretende repetir. Y no ceja en su intento de acaparar voluntades, en una tarea
proselitista que comenzará a abrumar en breve lapso a la población y que deja
pocos resquicios para la toma de decisiones de gobierno.
La noticia afirma que, además del
presidente de la Nación, de 16 gobernadores habilitados para buscar un nuevo
mandato, 14 ya avisaron que lo intentarán. El único que se bajó, el gobernador
de La Pampa lo hizo por problemas de salud, pero eligió ya a su reemplazante.
Hay otros que están impedidos por la ley, pero igual quieren presentarse.
Incluso uno de ellos, Casas de La Rioja, ya promovió un polémico plebiscito que
lo habilitaría. En otros casos, Santa Fe y Mendoza, se impulsó una reforma
constitucional provincial que, por fortuna, no prosperó todavía. Uno de los
mandatarios continuistas cumplirá 24 años en el cargo e irá por su sexta
gobernación. Es casi obvio aclarar que se trata del gobernador de San Luis. Lo
mismo vale para los municipios en todo el país, salvo contadas excepciones.
En una columna de opinión publicada en
agosto de 2012 en el diario La Nación, el economista Orlando Ferreres apuntó:
"No va a crecer la Argentina y menos en forma equilibrada si no hay federalismo
y democracia. Que cada gobernador se mantenga cuatro años en el cargo y que
solo pueda ser reelecto después de un período en el que gobierne otro candidato.
Esta situación se daba antes de esta ola en que grupos de pseudo políticos y
bajo el manto de "luchamos por el pueblo" han colonizando los puestos
públicos para exprimir y domesticar justamente al pueblo que dicen defender y
llenar de impuestos y cargas fiscales a los productores hasta el agobio y el
desánimo".
La actual realidad electoral argentina
demuestra que, por más cambios que se pregonen, las cosas siguen de la misma
manera. Incluso peor porque en algunos casos se manipulan las normas
constitucionales a gusto y piacere de quien pretende seguir en su cargo. El
episodio de La Rioja es el grotesco ejemplo de que a buena parte de la
dirigencia política solo le interesa mantenerse en el poder, pese a que su
discurso pregona el respeto a las instituciones democráticas.
De salvadores e iluminados está plagada
la historia argentina. Y el desbarranco que viene de muchas décadas atrás es
producto también de esta persistente manía reeleccionista. Porque la verdadera
democracia es elección y alternancia en el poder, no reelección permanente.
La política argentina no consigue
aprender esta lección histórica. Y mantiene un cuadro de situación en el que
solo se habla de repetir en los cargos cuando llegan los años electorales. En
una verdadera democracia no se puede concebir que los representantes del pueblo
acomoden cronogramas electorales y manipulen la legalidad en base a sus propios
intereses.
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