El 25 de Mayo de 1910 en un pueblo gringo, San Francisco
El progreso era una cuestión que urgía a los residentes de San Francisco de hace un siglo. Los sanfrancisqueños de 1910 no lo sabían, pero unos 15 años antes había convivido brevemente con ellos uno de los mayores poetas latinoamericanos del siglo XX.
Por Arturo Bienedell
En ocasión de celebrarse un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, es bueno destacar cómo eran los festejos de esta importante fecha patria en nuestra ciudad cuando esta era apenas una colonia.
Para ello, debemos remontarnos a 1910, cuando San Francisco tenía apenas 23 años en cuyo transcurso se habían asentado las primeras familias. En esa fecha, se contaba con una preminencia de población extranjera de influencias culturales muy fuertes que se manifestaban en actos, ceremonias, bailes y la presencia de escuelas particulares con reminiscencias europeas: Franco argentino, de Lorenzo Forga; Hispano Argentino de Aurelio Gómez Sixto; Italo Argentino, de Vicente Salerni e instituciones como la Sociedad Italiana, la Sociedad de Socorros Mutuos, la Sociedad Benéfica Española, cada una con sus bandas y sedes propias.
En esa localidad, pequeña pero cosmopolita, una sola escuela pública competía con las de cultura extranjera y seguramente fue la que debió recibir de las autoridades provinciales las mayores recomendaciones para honrar a la Patria en el primer aniversario.
No obstante, la municipalidad conducida en parte por inmigrantes pero con intendente argentino habrá jugado también un fuerte rol a favor de sumarse a la celebración invitando a instituciones y todas las escuelas asistieron al acto central, sin bien de dicho acontecimiento no existe hasta ahora ninguna crónica que se haya podido encontrar. ¿Cómo habrá sido esa celebración en esa tierra de gringos donde habitaban cientos de extranjeros que evocaban más la fiesta del 20 de septiembre en el caso de los italianos mientras los españoles preferían las romerías y los suizo alemanes sus reuniones en el Tiro Federal?.
En los registros de la prensa cordobesa de hace poco más de un siglo se hallaron ecos de los festejos en varios pueblos de la región pero ni una línea de San Francisco. Solo atestiguan que hubo fiesta dos valiosas fotografías que se conservan en el Archivo Gráfico y Museo Histórico, de no ser por ellas se hubiese podido pensar que aquí la fecha se ignoró como ocurrió en 1916 cuando LA VOZ DE SAN JUSTO, que se editaba desde un año antes reclamaba por la escasa adhesión popular a la conmemoración del 25 de Mayo.
El progreso era una cuestión que urgía a
los residentes de San Francisco de hace un siglo, muchos de sus desvelos
tuvieron respuestas positivas y favorables para la comunidad. Otros debieron
esperar muchos años para ser tratados y algunos más quedaron descartados ante
el avance de la tecnología, los cambios urbanísticos y los usos y costumbres"
Según una crónica muy anterior a 1910 sabemos que San Francisco era un pueblo "...con calles anchas, bulevares flanqueados de árboles frondosos, dos hermosos molinos modelo en el género, linda iglesia, casas de material sin excepción. No había ni un solo rancho de paja". Así se expresaba Manuel Bernárdez en su libro "La Nación en marcha", editado en 1904 al referirse en ese momento a la floreciente población de San Francisco.
En 1908 fue elegido intendente José Devoto, quien ejercía ese cargo por segunda vez. Fue entonces el jefe comunal al que le cupo el honor de organizar los actos del centenario de 1910.
La población no era todavía una ciudad porque el número de habitantes no superaba los 10.000 que alcanzaría pocos años después, pero la llegada de inmigrantes era continua y ello determinaba que las construcciones sean una constante y las preocupaciones de las autoridades municipales para brindar mejores servicios se manifestaban en los proyectos que se presentaban para arbolar las calles, mejorar la circulación de vehículos y proveer electricidad y agua potable.
Para 1909 una estadística revela que en San Francisco se contabilizaron 129 matrimonios, 407 nacimientos y 204 defunciones. Por entonces los nacimientos duplicaban las muertes lo que sumado a la llegada de inmigrantes, nativos y extranjeros, multiplicaba la población local. En la actualidad, los nacimientos y las defunciones son casi de igual número lo que se traduce en un estancamiento poblacional.
Lugones observador
Los sanfrancisqueños de 1910 no lo sabían, pero unos 15 años antes había convivido brevemente con ellos uno de los mayores poetas latinoamericanos del siglo XX. Leopoldo Lugones pasó casi como una ráfaga por una escribanía local pero se llevó para su obra literaria lo que aquí había observado y precisamente en 1910 lo volcó en sus 'Odas Seculares' en un poema titulado 'Las cosas útiles y magníficas'.
En esa obra del primer centenario estaba presente a San Francisco cuando alude a las faenas cotidianas de los colonos de estas tierras que daban junto a otras una riqueza inmensurable a la Nación, pero así como los mayores y muchos jóvenes se inclinaban por el trabajo los más chicos tenían por entonces la oportunidad de formarse en las escuelas del pueblo, la mayoría privadas y una del Estado surgida en 1894, la actual escuela José Bernardo Iturraspe. Un censo de 1909 nos cuenta que había en la localidad 491 niñas que concurrían a la escuela mientras los varones eran 505.
Para el centenario ya era de larga data una serie de problemas que preocupaban a la población y se pueden enumerar sintéticamente en falta de agua potable, inconvenientes provocados por la estación del Ferrocarril Central Córdoba y la falta de electricidad. En lo que hace al agua potable el médico municipal Enrique Carrá había encomendado que se arbitren las medidas para conseguirla, para defender debidamente la salud pública. Este preocupado profesional tuvo su respuesta, al menos en la búsqueda de agua en 1910, cuando en el terreno de la Plaza Sur, actual General Paz, se comenzó con una máquina perforadora enviada por el gobierno de la Nación a buscar una veta profunda de agua llegando hasta los 560 metros de profundidad sin un resultado favorable.
Por otra parte los inconvenientes que provocaban en el ferrocarril en el centro de la localidad tuvieron una respuesta tibia en la instalación de las barracas en los pasos a nivel de los pasajes Uruguay (hoy Champagnat) y Mitre (Lisandro de la Torre) pero sin solucionar con ello el peligro de transponer las vías entre terrenos que en más de una ocasión causaron víctimas fatales. Esa resolución recién llegaría en 1915 con la instalación del puente sobre las vías y entre los bulevares 25 de Mayo y 9 de Julio.
Pero la obra de mayor trascendencia llevada a cabo durante la obra de José Devoto fue la instalación del alumbrado eléctrico porque desde 1906 había una usina local que abastecía a particulares pero no al alumbrado callejero. En 1909 el intendente Devoto convocó para que una nueva empresa se constituya para abastecer a particulares y al alumbrado público y así fue que en menos de un año la nueva usina se puso en marcha.
Otro hecho importante en ese año fue el traslado desde Buenos Aires de los restos del fundador, José Bernardo Iturraspe, quien había muerto en la Capital Federal en 1906 y había pedido como deseo póstumo ser enterrado en San Francisco. Eso ocurrió el 25 de abril de 1910 cuando los restos se depositaron en la Iglesia parroquial. Terminada la ceremonia se colocó la piedra fundamental para la construcción del Hospital J. B. Iturraspe que se inauguró 6 años después. Las crónicas de la época recuerdan que ese acto adquirió los contornos de un acontecimiento para este pueblo.
La educación
Se señaló que la educación pública para esa fecha se limitaba a la Escuela Fiscal pero el año del centenario de la Revolución tuvo también en su transcurso el significativo hecho de que el diputado nacional Gerónimo del Barco presentara el proyecto para la creación de la Escuela Normal Nacional Mixta, iniciativa que fue recibida con intensa satisfacción por reclamarla el progreso creciente del pueblo que en 1912 vio aprobado el proyecto.
Con ello la presencia educacional estatal se vio ampliada y prestigiada y comenzó a marcar el retroceso de los establecimientos particulares que cesaron de funcionar en casi todos los casos en los años '30.
En síntesis, el progreso era una cuestión que urgía a los residentes de San Francisco de hace un siglo, muchos de sus desvelos tuvieron respuestas positivas y favorables para la comunidad. Otros debieron esperar muchos años para ser tratados y algunos más quedaron descartados ante el avance de la tecnología, los cambios urbanísticos y los usos y costumbres pero queda para quienes hoy celebramos en una fecha tan especial para la patria un ejemplo de trabajo conjunto que fructificó positiva y generosamente.