Eichenberger, el apellido del chamamé en nuestra región
Eichenberger, el apellido del chamamé en nuestra región
Esta manifestación artística que fue reconocida por la Unesco, tiene su
semilla en San Francisco y Frontera gracias a la familia Eichenberger. Suenan
acordeones y guitarras, es tiempo de bailar.
Esta manifestación artística que fue reconocida por la Unesco, tiene su
semilla en San Francisco y Frontera gracias a la familia Eichenberger. Suenan
acordeones y guitarras, es tiempo de bailar.
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Ricardo “Coki” Eichenberger, referente de la música en Frontera y San Francisco.
Gauchito Gil, la Vírgen de Itatí, el chamamé, el río Paraná y la pesca son
las palabras claves que identifican a Corrientes, la provincia cabecera del
noreste argentino que en temporada estival se convierte en un selecto destino
turístico.
Pero es el chamamé, esa manifestación cultural que comprende un estilo de
música y danza propios, que sobresale entre todas las riquezas culturales.
Esta exquisitez sonora y coreográfica, tan popular y propia de los pueblos
del noreste de nuestro país, fue declarado Patrimonio Cultural inmaterial de la
Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco), entre 40 candidaturas procedentes de todo el
mundo.
Tras una votación realizada en París, el estilo musical y la danza popular
de la provincia de Corrientes se convirtió en el tercer bien cultural argentino
declarado patrimonio de la humanidad, luego del tango y el fileteado porteño.
La razón de convertirse en patrimonio inmaterial es que proporciona a las
comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad: favorece la
creatividad y el bienestar social, contribuye a la gestión del entorno natural
y social y genera ingresos económicos.
En Frontera y San Francisco, este patrimonio se mantiene vivo en la sangre,
voz, y talento de Los Eichenberger, siendo el abuelo Adolfo, el pionero del
chamamé en esta zona con la agrupación Santa Lucía. "Este reconocimiento parara
nosotros significa alegría, unión, magia y el rencuentro de la sangre con
nuestros ancestros", dice Ricardo "Coki" Eichenberger; voz y referente
de la agrupación.

Don Adolfo Eichenberger, el pionero del chamamé
en nuestra región.
Un símbolo de fraternidad
Para Eichenberger, el reconocimiento máximo al chamamé se relaciona
directamente con los valores que traslada este estilo musical. "El chamamé es
la identidad de una gran región argentina principalmente Corrientes y todo El
Litoral. Además, cruzó las fronteras de varios lugares del mundo porque tiene
un mensaje de fraternidad e integración que
nos identifica y nos une".
"Estoy seguro y convencido que este reconocimiento puede revalorizar el
chamamé en todo el mundo ya que es un elemento cultural que trasciende la
música y se convierte en expresión personal y colectiva".

La agrupación Santa Lucía con don Adolfo y los hijos Eichenberger con músico
invitado.
El legado de los Eichenberger
La llegada del chamamé a Frontera y San Francisco fue por parte del padre
de Ricardo, Don Adolfo que llegaba a nuestras tierras desde Reconquista,
provincia de Santa Fe.
En el año 1958, Adolfo formó la agrupación Santa Lucía, la más chamamecera
de todas. "Mi papá trajo el chamamé a esta región. El sembró esta música que la
traída en su sangre desde el norte santafecino", afirmó.
A través de los
años, se agregaron los hijos de Adolfo que se sumaron al proyecto musical. "El
conjunto se conformaba por mi papá en acordeón, mi hermano Rubén en bandoneón y
Ramón, Néstor y yo en guitarras", indicó "Coki". La madre de la familia Rosa Ferreyra, no se quedó afuera y fue cantante de la
agrupación.
Siguiendo el
legado, Los Eichenberger conservan las raíces que llegaron con Adolfo desde
Reconquista, lo compartieron con todos nosotros y nos permitieron hacernos
propia parte de una cultura que hoy es Patrimonio de la Humanidad y gracias a
ellos sigue vigente en nuestra región.
Gauchito Gil, la Vírgen de Itatí, el chamamé, el río Paraná y la pesca son
las palabras claves que identifican a Corrientes, la provincia cabecera del
noreste argentino que en temporada estival se convierte en un selecto destino
turístico.
Pero es el chamamé, esa manifestación cultural que comprende un estilo de
música y danza propios, que sobresale entre todas las riquezas culturales.
Esta exquisitez sonora y coreográfica, tan popular y propia de los pueblos
del noreste de nuestro país, fue declarado Patrimonio Cultural inmaterial de la
Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco), entre 40 candidaturas procedentes de todo el
mundo.
Tras una votación realizada en París, el estilo musical y la danza popular
de la provincia de Corrientes se convirtió en el tercer bien cultural argentino
declarado patrimonio de la humanidad, luego del tango y el fileteado porteño.
La razón de convertirse en patrimonio inmaterial es que proporciona a las
comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad: favorece la
creatividad y el bienestar social, contribuye a la gestión del entorno natural
y social y genera ingresos económicos.
En Frontera y San Francisco, este patrimonio se mantiene vivo en la sangre,
voz, y talento de Los Eichenberger, siendo el abuelo Adolfo, el pionero del
chamamé en esta zona con la agrupación Santa Lucía. "Este reconocimiento parara
nosotros significa alegría, unión, magia y el rencuentro de la sangre con
nuestros ancestros", dice Ricardo "Coki" Eichenberger; voz y referente
de la agrupación.

Don Adolfo Eichenberger, el pionero del chamamé
en nuestra región.
Un símbolo de fraternidad
Para Eichenberger, el reconocimiento máximo al chamamé se relaciona
directamente con los valores que traslada este estilo musical. "El chamamé es
la identidad de una gran región argentina principalmente Corrientes y todo El
Litoral. Además, cruzó las fronteras de varios lugares del mundo porque tiene
un mensaje de fraternidad e integración que
nos identifica y nos une".
"Estoy seguro y convencido que este reconocimiento puede revalorizar el
chamamé en todo el mundo ya que es un elemento cultural que trasciende la
música y se convierte en expresión personal y colectiva".

La agrupación Santa Lucía con don Adolfo y los hijos Eichenberger con músico
invitado.
El legado de los Eichenberger
La llegada del chamamé a Frontera y San Francisco fue por parte del padre
de Ricardo, Don Adolfo que llegaba a nuestras tierras desde Reconquista,
provincia de Santa Fe.
En el año 1958, Adolfo formó la agrupación Santa Lucía, la más chamamecera
de todas. "Mi papá trajo el chamamé a esta región. El sembró esta música que la
traída en su sangre desde el norte santafecino", afirmó.
A través de los
años, se agregaron los hijos de Adolfo que se sumaron al proyecto musical. "El
conjunto se conformaba por mi papá en acordeón, mi hermano Rubén en bandoneón y
Ramón, Néstor y yo en guitarras", indicó "Coki". La madre de la familia Rosa Ferreyra, no se quedó afuera y fue cantante de la
agrupación.
Siguiendo el
legado, Los Eichenberger conservan las raíces que llegaron con Adolfo desde
Reconquista, lo compartieron con todos nosotros y nos permitieron hacernos
propia parte de una cultura que hoy es Patrimonio de la Humanidad y gracias a
ellos sigue vigente en nuestra región.