¿Educación alimentaria vs. NO dieta restrictiva?
¿Por qué las dietas restrictivas no funcionan? No hay que seguir rigurosos planes alimentarios, lo importante es cambiar de hábitos.
Nuestro organismo posee un mecanismo regulador espontáneo: cuando por medio de dietas restrictivas se intenta bajar de peso en forma marcada, el organismo se protege, disminuyendo el gasto energético para mantener el peso cerca del nivel que tiene asignado. Este mecanismo explica por qué los que hacen dietas restrictivas fracasan en mantener bajo el peso a largo plazo.
Cuanto más larga sea la historia de altibajos en el peso de un individuo, más distorsionado estará el funcionamiento metabólico. Menos responderá "bajando el peso" frente a nuevos ciclos de restricción y más rápido "subirá de peso" apenas se deje la dieta estricta, aun cuando el consumo de calorías no sea exagerado, el famoso "rebote".
A las 6 semanas de haber comenzado una dieta restrictiva el Gasto metabólico basal baja muchísimo y no permite que el cuerpo gaste energías por lo tanto se detiene el exceso de peso.
Por eso es tan relevante la velocidad en la que la persona baja de peso.
Es importante saber que si querés bajar rápido y mucho, lo que vas a bajar será músculo (la parte magra del organismo), disminuirá el gasto metabólico y subirás más rápido de peso. Por lo tanto, si la obesidad es grasa, ¡deberás bajar grasa!
¿Cómo lograrlo?
Disminuyendo de peso lentamente. Te cuento que, si bajás 120 gramos por día, se estima una pérdida del 85% de grasa y 15% músculo; 160 gramos por día, 75% grasa y 25% músculo, y a medida que aumentamos los gramos diarios, menos grasa perdemos: +450 gramos por día, 15% grasa y 85% músculo.
Por lo tanto, lo que primero que se recupera después de haber bajado de peso a gran velocidad es grasa ya que tu músculo demora muchísimo tiempo en restablecerse.
De modo que a la larga se llega a un peso todavía mayor que el peso programado, o sea, el peso natural de la persona previo a la restricción.
Centrarse en volver a comer normalmente y no en el aumento de peso, es la única posibilidad de mantener un peso estable.
Para salir de la situación es necesario volver a un patrón alimentario normal, con 4 comidas diarias como mínimo (desayuno, almuerzo, merienda y cena) que tiene como efecto aumentar nuevamente el gasto energético quemando en forma normal las calorías que corresponde y evitar la aparición del apetito y la necesidad imperiosa de hidratos porque no es restrictivo.
Centrarse en volver a comer normalmente y no en el aumento de peso, es la única posibilidad de mantener un peso estable.
Enfocarse en la solución y no en el problema
Nuestro cuerpo es una compleja maquinaria que debemos cuidar día a día, para eso es necesario sentir que es parte de nosotros mismos, reconocerlo como tal y conocer los mecanismos básicos para su correcto funcionamiento.
La alimentación sana (no restrictiva, no compulsiva), la actividad física controlada y la estabilidad emocional (ya que esto regula la actividad neuroendocrina) contribuyen a regular nuestro metabolismo, que debe ser nuestro aliado para poder llegar a metas saludables.
Por metabolismo se entiende la suma de reacciones químicas de todas las células del cuerpo, para ese proceso el cuerpo necesita energía, de esta manera ponemos en marcha todo nuestro organismo (funcionamiento de órganos internos, contracción cardiaca y muscular, etc). Esta energía procedente de los alimentos o de los procesos funcionales del organismo, es lo que se mide en calorías.
Cualquier factor que aumente la actividad química celular, aumenta el metabolismo (ejercicios, ingesta, etc.). La suspensión de alimentos por muchas horas (saltear comidas principales) puede disminuir hasta un 30 % del gasto de nuestro metabolismo.
Muchos de nosotros sabemos si comemos mal o si tenemos que hacer más ejercicio, lo que se debe cambiar es el enfoque y descubrir cómo llegar a dar el paso para hacer lo que ya sabemos. Las dietas restrictivas, de altas listas de prohibidos, se enfocan en el problema y no en la solución.
No se puede estar toda la vida haciendo dieta, contando calorías o castigándose por la falta de fuerza de voluntad. Es básico tener el propósito de cambiar y descubrir cómo lograrlo sin tener que estar siempre luchando por conseguirlo.