Drogas, imagen y ejemplo
No viene mal que las autoridades municipales den el ejemplo de someterse a los mismos parámetros médicos que cualquier ciudadano afectado por estos problemas, siempre y cuando no se constituya solo en una cuestión de imagen.
En ocasión de anunciar la puesta en marcha de espacios "amigables" para adolescentes en el marco de la Secretaría de Salud del municipio, el intendente municipal señaló que había tomado la decisión de someterse a una rinoscopia junto a sus funcionarios del municipio. Dijo asimismo que en su caso particular se haría también un estudio de ADN de cabello que detectaría si en algún momento consumió estupefacientes.
La afirmación se comprobó días después cuando el jefe comunal asistió a un consultorio médico y se realizó la práctica anunciada. Esto, por supuesto, generó comentarios favorables y adversos. Entre los primeros se sostenía que los funcionarios debían predicar con el ejemplo y que si se anunciaban programas para luchar contra las adicciones debía tenerse en claro que ese problema no lo tienen quienes toman las decisiones de gobierno. En la vereda contraria se edificaban argumentos que calificaron esto como una estrategia de discusión de asuntos públicos que no serían favorables para el gobierno municipal. Al mismo tiempo, también se expresaban voces que daban cuenta de en este tipo de debates no se contempla que el adicto necesita ayuda para su recuperación, lo cual puede acrecentar su estigmatización social.
Las discusiones sobre las rinoscopias a funcionarios públicos forman parte de una práctica política extendida en todas las provincias. Basta bucear un poco en Internet para tomar nota de todos los proyectos de ordenanza y de ley aprobados en este sentido por los concejos deliberantes y las legislaturas. En prácticamente todos ellos, los argumentos a favor y en contra son muy similares y dependen del contexto político del momento en que se produce la aprobación de normas en ese sentido.
Los anuncios del programa municipal de prevención no sólo contemplan la situación de los jóvenes adictos, sino también de otros fenómenos negativos como la violencia y la cuestión sexual. Ante esto, es un reduccionismo que no ayuda el centrar la mirada sólo en el tema de las rinoscopias de los funcionarios.
Lo cierto es que el flagelo de la droga, así como los abusos y la violencia, están en nuestra comunidad, se han asentado con fuerza y destruyen paulatinamente la vida de muchos jóvenes sanfrancisqueños. Por ello, existe una necesidad imperiosa de encontrar modos de contención para la problemática de las adicciones en la ciudad.
Y no viene mal que las autoridades municipales den el ejemplo de someterse a los mismos parámetros médicos que cualquier ciudadano afectado por estos problemas, siempre y cuando no se constituya solo en una cuestión de imagen, sino que demuestra de manera fehaciente que se tiene el objetivo claro de mantener coherencia entre el discurso y la acción.