Discapacidad: la importancia de la inclusión, desde la familia hacia otros entornos
La inclusión de una persona con discapacidad debe comenzar en la familia y luego con la guía profesional, ir extendiendo la propuesta hacia otros entornos como la escuela, instituciones y los lugares sociales, alentando un contacto más humano, para que ese niño pueda desarrollarse plenamente y llegar a dar lo mejor de sí.
"Es importante que la familia pueda ver a 'Pedro', a 'Juan' o a 'Micaela' con sus formas, sus gestos, sus tiempos, sus elecciones y no ver a ese niño en base a un diagnóstico o a lo que otros profesionales le han dicho que será o los techos que tendrá porque de esta manera se está condicionando la vida de esta persona, no se está abriendo a que se generen relaciones como con cualquier otro hijo", aseguró la licenciada en Psicología, y magister en inclusión de personas con discapacidad Viviana Bálsamo (MP-6305) quien brindó una capacitación a profesionales de nuestra ciudad organizada por el Colegio de Psicólogos de San Francisco.
La licenciada Bálsamo, quien capacitó en
el tema "Discapacidad: Calidad de vida e intervención temprana en los entornos,
familia, escuela sociedad", aseguró en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO que el
objetivo "es poder pensar en los distintos entornos en los que se mueven las
personas con discapacidad. Inicialmente será en el seno familiar para
posteriormente empezar a circular por otros espacios cotidianos como pueden ser
el barrio, los grupos de pares, la escuela, las instituciones y el circuito en
donde cada persona vaya eligiendo circular".
"Es importante proponer a aquellos actores que reciben, acompañan, educan -las familias y escuelas- que se puede pensar en el posicionamiento subjetivo que tienen con respecto a las personas con discapacidad", destacó Bálsamo.
Agregó que éste posicionamiento "está atravesado por mitos, representaciones sociales, por la historia singular de cada persona que se pone en juego en el encuentro, tanto en la familia cuando recibe a su hijo, como en otros entornos cuando alojan o reciben a una persona, a veces convirtiéndose en un obstáculo".
"Aparecen obstáculos y representaciones sociales como pueden ser la lástima o la sobreprotección -advirtió la licenciada-. Ese tipo de posicionamientos, que se van convirtiendo a lo largo de la vida de la persona en barreras, pueden constituirse a veces en diagnósticos o en síntomas que exceden a la condición de discapacidad de la persona".
Agregó: "Son niños que quizá han sido alojados y han armado también en función de sus propias experiencias lugares en donde han quedado solos, marginados, no han sido escuchados, considerados como sujetos de deseo y todo eso hace que en algún momento esto se anude y se termine en otro tipo de sintomatología que no tiene que ver puntualmente con la condición de discapacidad".
"De esta manera se van agregando problemas -aseguró-. Lo que hoy preocupa es que a veces nos consultan porque son niños que pegan en la escuela, que no se adaptan a determinadas rutinas en los centros o son inquietos y rápidamente se tiende a diagnosticar sobre estos síntomas, a quedar pegado el problema a la discapacidad cuando en realidad estas situaciones no tienen que ver con el síndrome de Down, con la parálisis cerebral en sí, sino con lo que se ha construido en torno a estas cuestiones".
Ante esto Bálsamo dijo que la propuesta es "poder trabajar el posicionamiento subjetivo de todos los actores que intervienen en los procesos y desarrollos de estas personas".
Respetar los tiempos y acompañar
Remarcó en cuanto a la familia que la mejor estimulación que puede dar un padre "es la de respetar los tiempos de su hijo, escucharlo, acompañarlo, por supuesto sin dejar de pensar en aquellas situaciones que lo atraviesan como pueden ser los duelos o cuestiones que se dan en función de un diagnóstico o situación que no se espera, es necesario acomodarse, reorganizarse".
"Preferimos hablar de personas con discapacidad, haciendo foco en la persona -destacó la licenciada-. Esta persona tendrá una manera de funcionar diferente por su condición ya sea motora o intelectual, pero siempre el foco debe ponerse en la persona porque a veces el estigma o la diferencia, termina siendo tan grande que termina separando a la familia, a los compañeros de la persona sin dejar de ver las otras condiciones o potencialidades que tiene".
Espacios para pensar
En cuanto a la práctica profesional la licenciada Bálsamo afirmó que lo primero que se deben facilitar "son espacios para pensar en lo que nos sucede frente a estas situaciones en la práctica profesional".
"Lo más riesgoso es la actuación en donde no media la palabra, la cuestión de poder considerar al otro como un sujeto de derecho, de deseo, y se elaboran programas, currículas o prácticas que poco tienen que ver con la persona y la singularidad y responden más a un sistema a los objetivos terapéuticos que a lo que esa persona necesita aprender", advirtió.
"Ojalá llegue un momento en el que no tengamos que pensar en tantos eufemismos como son personas especiales, con discapacidad, ojalá llegue un momento en el que no tengamos que usar esos nombres y podamos llamarlos por su nombre propio, por supuesto pensando que detrás cada persona tendrá una condición a trabajar y acompañar, trabajando con la singularidad de cada caso. Ya se hizo bastante en torno a las leyes y la apertura de las escuelas y vamos hacia ese camino, está en proceso y hay que seguir adelante", finalizó.