Después de casi 30 años baja la persiana un tradicional comercio de la ciudad
Susana y Víctor trabajan sin descanso, como siempre lo hicieron, al frente de una proveeduría familiar que no conoce de domingos ni feriados; como si no esperaran la hora del retiro. El local sigue abierto, pero el reloj, la marcha atrás, sigue inexorable. En una semana, la esquina de 9 de Julio y Fleming no será la misma. Faltará Minishopping Florencia.
Desde hace 28 años, Susana Aimar y Víctor Morero llevan adelante Minishopping Florencia, que el próximo domingo 9 de septiembre llegará a su fin como establecimiento comercial. Y no es por la crisis, porque aún en los tiempos más difíciles mantuvo las ventas.
El emprendimiento comenzó sus primeros pasos en un local ubicado en la esquina de bulevar 9 de Julio y Pasaje Savino hasta que luego de tres años de actividad, sus propietarios apostaron por el crecimiento y se mudaron a su actual ubicación, de bulevar 9 de Julio esquina Fleming.
El próximo domingo será el último día de atención al público y durante toda la presente semana hasta la última jornada de actividad se venderán los productos con interesantes ofertas. Tras el cierre, está previsto hacer un remate dentro del local el próximo 22 de septiembre para poder comercializar el resto de la mercadería.
A casi tres décadas de ese inicio, llegó el momento de decir adiós. No será un hasta pronto, porque el matrimonio contó a LA VOZ DE SAN JUSTO que tras cerrar las puertas del gran almacén de barrio Catedral se dedicarán a disfrutar de los nietos y del tiempo libre que tengan, luego de toda una vida al frente del comercio.
Un nombre heredado
Con mucha emoción en sus palabras, a veces entrecortadas por la traición de las lágrimas, Susana recuerda que "cuando empezamos con el negocio, decidimos respetar el nombre que le había puesto el dueño anterior por su hija, Florencia, que a su vez, era amiga de mis hijos. Por eso seguimos con el mismo nombre y así nos mantuvimos siempre".
Susana, con 60 años y Víctor, de 67, se enorgullecen de "haber podido desempeñar el trabajo con una atención personalizada, conociendo el gusto de los clientes que con el tiempo se convirtieron en asiduos amigos.
Nunca cerrado
Minishopping Florencia está abierto siempre. Lo saben sus vecinos y clientes de paso, de otros sectores de la ciudad, que llegan a toda hora. La esquina no sería igual si no estuviera esta antigua construcción donde ya se respira nostalgia, refugio de anécdotas y custodio de la historia comercial de San Francisco.
"Antes de abrir el negocio, yo trabajé en Supermercado 'El Gato Negro' y eso me hizo conocer la actividad y así nos fuimos manteniendo en todo este tiempo. Es una tarea que nos gustó mucho hacer, nos dedicamos de lleno a esto y eso muchas veces nos hizo quitarle un poco de tiempo a los hijos, pero de esto hemos vivido", dice Susana.
Su relato coincide con el intenso ritmo de trabajo que siempre, de lunes a lunes, han llevado adelante, con jornadas laborales de más de 14 horas sin conocer feriados.
Este local es mucho más que una proveeduría de importancia en bulevar 9 de Julio, es un lugar en donde un pedazo de historia sanfrancisqueña descansa detrás de un mostrador gastado.
Al explicar las razones por las cuales decidieron el cierre definitivo del tradicional comercio, Susana señala que "hace muchos años alquilábamos este local a la familia Terraf que luego lo vendió a Antonio Di Monte y ellos fueron muy comprensivos con nosotros al respetar nuestros tiempos. Les dijimos que queríamos seguir hasta que nos jubiláramos y creo que este es el momento de decir adiós por nuestra parte, coincidiendo en que tanto Víctor como yo estamos jubilados y que Antonio Di Monte necesita de este espacio".
Entre sus paredes, el local conserva el espíritu de lucha en el trabajo de una familia sin descanso. "Ha sido una decisión consensuada totalmente. Llegó el momento y así lo entendimos todos", nos comenta con una sonrisa la mujer, al lado de ella, pegado como si fuera su sombra, su esposo,
Para muchos es "el almacén que nunca cierra", pero esta vez sí lo hará y será definitivo. En la esquina de 9 de Julio y Fleming, uno de los comercios más tradicionales de la ciudad.
La vida entre dos barrios
"Creo que las cosas suceden por algo, hasta acá llegamos. Si bien nosotros vivimos en barrio Roca, me considero una vecina de este barrio (Catedral). Seguramente una vez que nos vayamos de aquí, lo vamos a sentir un montón, casi no conozco a mis vecinos de la casa donde voy a dormir porque hace casi 30 años que este es mi hogar", confiesa la entrevistada.
Junto a Susana, Víctor explica que "ambos estamos muy cansados por tanto trabajo diario, esta es una tarea muy agotadora porque se trata de muchas horas todos los días y se llega a una edad en la que cuesta un poco. De todas maneras, vamos a extrañar mucho a nuestros clientes, a todos aquellos con los que a mí me gustaba hablar de fútbol".
"Si bien nosotros vivimos en barrio Roca, me considero una vecina de este barrio (Catedral). Casi no conozco a mis vecinos de la casa donde voy a dormir porque hace casi 30 años que este es mi hogar".
Reconocido hincha de River, Víctor ya conoce a los clientes que como él comparten la pasión por el club Millonario y cada vez que los ve, no dejaba pasar la oportunidad de hacer un comentario sobre el desempeño del equipo de sus amores.
"En este barrio viví casi 40 años, es mucho tiempo y me cuesta mucho despedirme de todo esto", acota.
Susana y Víctor se despiden después de 28 años sin conocer domingos ni feriados.
Tres décadas sin pisar un supermercado
Luego de trabajar 11 años en la actividad supermercadista, en el desaparecido "El Gato Negro", Susana no conoce otro supermercado, ya que todo lo que necesitan para vivir lo tienen en su negocio.
"No conozco ningún supermercado de la ciudad", asegura ella, y Víctor concuerda. A partir de ahora deberán familiarizarse con ellos, donde comenzará a buscar los elementos necesarios para consumir en el hogar familiar.
"En todos estos años estuve siempre acá adentro, tenía todo lo que necesitaba. Ahora será muy difícil acostumbrarme, me va a costar mucho porque hace muchos años que no voy a un supermercado. Va a ser una novedad, lo voy a tomar como un paseo más que interesante", bromea.
Igualmente, "vamos a tener más tiempo, entre otras cosas, para pasear por el centro. Esta nueva etapa será como aprender a vivir para nosotros porque son muchos años acá adentro", agrega Susana.
El verdadero sándwich de pan francés
Es habitual ver a los jóvenes estudiantes, de muchas generaciones, y grupos de amigos sentados afuera del local Florencia. Los convoca la Coca Cola y un clásico del lugar: los sándwiches que Susana y Víctor preparan sin mezquinar fiambre y queso. Son con pan francés, untados con manteca a punto pomada o con mayonesa, luego se puede elegir el fiambre: jamón cocido, jamón crudo, lomito, salame de Milán o mortadela.
Agradecidos
En la charla no faltaron los agradecimiento a sus hijos Iván Ariel y Ezequiel Eduardo así como también a sus nueras Laura y Antonella, "que son muy buenas personas y que en se han bancado mucho este ritmo de trabajo y comprendieron que con esto ellos pudieron estudiar y ahora están muy bien posicionados cada uno en su trabajo totalmente diferente a lo que hacemos nosotros".
De ahora en más, una vez que se cierre por última vez la puerta del local y tanto Susana como Víctor comiencen una nueva etapa en sus vidas, "será el tiempo de disfrutar de nuestros nietos Nicolás, Josefina, Ignacio y Benito que los vemos muy poco ya que viven en Córdoba".
Al hablar de sus nietos, a Susana la venció la emoción y las lágrimas ganaron su rostro que revela cansancio y la convicción de haber estado en el lugar que siempre quiso, haciendo lo que le gusta.
Hizo una pausa en la charla y siguió: "Nunca pudiéramos haber hecho todo esto nosotros dos solos y por eso creo que es momento de agradecer a nuestros clientes, a este barrio que nos dio todo y muchas familias que a diario nos visitan como así también a todos los proveedores que han tenido siempre la mejor con nosotros y nos respetamos mutuamente, a todos los empleados que trabajaron con nosotros y por supuesto, a todos quienes vienen desde distintos lugares de la ciudad así como también de localidades de la zona pasan permanentemente".
Y dedicaron "un agradecimiento especial" para "el diario LA VOZ DE SAN JUSTO y la radio AM 1050, la familia Martínez, a los hijos que adoramos y que hicieron un montón por nosotros en todos estos años".